Bogotá no se escapa del delito de la compra de votos
Acorde con nuestra Constitución, el voto es un derecho y un deber ciudadano. Y este es libre cuando su ejercicio no está sujeto a presión alguna, intimidación o coacción. El Estado debe velar porque este tenga lugar de manera secreta, en cubículos individuales instalados en cada mesa de votación, sin perjuicio del uso de medios electrónicos o informáticos. Es por esto que la compra de votos es un delito electoral que, desafortunadamente, se presenta en todo el país.
En Radiónica quisimos hacer este especial y acercarnos a este fenómenos a través de testimonios puntuales y de breves contextos que ilustren la magnitud del problema. Falta poco para que elijamos presidente y es fundamental que el voto que depositemos sea informado y libre.
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Hablar de compra de votos no es algo nuevo cuando se está a portas de algún tipo de elección en nuestro país. De hecho, es algo con lo que han convivido miles de ciudadanos, lo que hace que se convierta en parte del paisaje electoral. Sin embargo, el reciente escándalo ocurrido en el caribe colombiano con “La casa blanca”, donde se gestó una enorme red de corrupción en la campaña de Aida Merlano, generó una serie de investigaciones y preocupaciones sociales que llevaron a varias reflexiones sociales al respecto.
Según Aura Rodríguez, coordinadora de la Misión de Observación Electoral (MOE) Regional Bogotá, la compra de votos se da porque “permite llegar a cargos de poder, manejar recursos públicos o tomar decisiones institucionales–estatales a favor del beneficio de terceros”. Mientras que, desde la otra orilla, la venta de los mismos tiene lugar por motivos como:
- La pobreza: las personas no tienen los recursos suficientes para vivir y por eso aprovechan cualquier oportunidad que les genere un ingreso extra.
- Falta de formación política: las personas que venden su voto no entienden las consecuencias de su actuar y le restan importancia a lo que esto significa.
- Apatía a la política: hoy en día muchas personas no creen en el sistema político del país, no sienten que nada vaya a cambiar por este medio.
Esto explica porqué este delito se concentra principalmente en los sectores de la ciudad con menos recursos. En el mes de marzo se reportaron en la capital 48 irregularidades en el ejercicio del voto libre, de las cuales 32 indicaron una presunta compra de votos.
Una de las modalidades que se presentan para estos casos es la de acudir a grupos que ya están organizados. Es decir, una persona se acerca a estos grupos, habla con alguno de sus integrantes que ejerza una posición de liderazgo y les ofrecen dinero, comida o materiales para construcción que puedan estar necesitando, sea tejas, ladrillos, cemento, pintura, etc. Una vez convencen a la persona, entran a hablar con el grupo para convencerlos de votar por determinado candidato.
“Uno de los casos que más se ve en Bogotá es el grupo o los grupos de adultos mayores, a quienes les haces diferentes actividades en época preelectoral para garantizar que voten por uno u otro candidato”, afirma Aura Rodríguez, coordinadora MOE Regional Bogotá.
Sin duda estas modalidades de compra de votos se replican en otras ciudades del país y, como en su gran mayoría, responden a necesidades que tiene la población, que guarda silencio por lo que que el delito pueda pasar desapercibido. Por eso, es importante aumentar los procesos de pedagogía electoral en donde se entienda que el voto es un derecho y un deber, y no una transacción.
En Chévere Pensar en Voz Alta, los invitamos a escuchar el siguiente testimonio de compra de votos en la ciudad de Bogotá, en la localidad de Rafael Uribe Uribe, y a denunciar cualquier actividad semejante a las autoridades.