The Blacklist es la muestra de que Metallica es la banda de rock más grande que existe
¿Alguna vez les ha pasado que alguien les pregunta si les gusta la música metálica? Es algo más común de lo que parece, porque para millones de personas, el único referente del metal que tienen es Metallica. Y aunque jamás hayan escuchado una sola canción del grupo, actualmente compuesto por Lars Ulrich, James Hetfield, Kirk Hammett y Robert Trujillo, saben bien que existe una música veloz, ruda, distorsionada y en su universo no hay nada más pesado que Metallica.
Y bueno, para ser justos, por un breve periodo de tiempo, por lo menos en Estados Unidos, no había nada más pesado que Metallica. Creada en 1981, esta no fue la primera banda de thrash, pero fue la que consolidó el género y creó varias de las bases sobre las que se cimentó uno de los sonidos más influyentes de la historia del metal. Y desde ahí, este grupo californiano ha logrado leer la música y la compleja industria que la rodea de una forma que muy pocos han dominado.
Actualmente son pocos los grupos de metal capaces de llegar a cualquier rincón del planeta y llenar un estadio. Metallica lo logró porque nunca ha temido romper las reglas que ellos mismos crearon: cambiar por completo su enfoque y crear algo completamente inesperado, que puede llegar a ser tan desconcertante que genere alabanzas y odios casi que en la misma proporción.
Pasó cuando salió And Justice For All… (1988) y Metallica (1991), discos con los que dejaron un poco el crudo thrash de sus primeros trabajos y lo llevaron a unas nuevas dimensiones, también muy pesadas, pero que exploraban otras sonoridades, y el resultado fue un éxito total. Luego con Load (1996) y ReLoad (1997) hicieron un cambio drástico de sonido e imagen y apelaron a una nueva generación a la que conquistaron de forma muy efectiva a pesar de las críticas y lo polémicos que han llegado a ser estos álbumes.
Pero no pararon ahí, en 1999 lanzaron su emocionante concierto con la banda Sinfónica de San Francisco, algo nunca antes visto que demostró hasta dónde puede llegar musicalmente esta banda. Pero a pesar de esos triunfos, el nuevo milenio trajo la crisis. El bajista Jason Newsted dejó la banda, Hetfield tuvo que entrar a rehabilitación y por un momento pareció que Metallica iba a desaparecer.
Pero volvieron con el lanzamiento de Some Kind of Monster (2004), uno de los documentales más íntimos y honestos que se han grabado de una banda de rock, el cual se estrenó un año después del lanzamiento de St. Anger. Luego de eso, llegaron dos discos más, Death Magnetic (2008) y Hardwired... to Self-Destruct (2016); varias giras mundiales y algunas cosas experimentales como tocar en la Antártida, o sacar la película Metallica: Through the Never (2013), que costó 32 millones de dólares y sólo recaudó 7.9 millones; lo que ha mantenido al grupo activo, vigente y cercano a su público.
Y ahora, luego de decenas de decisiones arriesgadas, aciertos que marcaron generaciones y duros fracasos, Metallica anunció The Metallica Blacklist, el que tal vez será el álbum más arriesgado, solidario e incluso político que han sacado en los últimos 20 años.
La idea de convocar a 53 artistas de todo el mundo para reversionar las canciones del "disco negro", en un primer momento causó revuelo en los rockeros. Memes, burlas, críticas, parodias, aplausos de todo se vio en los días previos a la noticia y hasta ahora se conocen diez de las versiones que forman parte de este trabajo.
Ahora que ha pasado la polvorera y las primeras viscerales impresiones fueron expulsadas, es interesante analizar varios aspectos de este disco. Lo primero que hay que destacar es que Metallica en 1991 hizo un álbum tan bueno y tan bien producido que sus canciones pueden adaptarse a formatos tan opuestos como el indie pop o el reggaetón. Además es una muestra de la influencia tan grande que ha tenido Metallica a través de las décadas.
Esta apuesta por la variedad puede ser vista desde dos perspectivas. Por un lado hay una lógica de mercado. Si bien las ganancias del disco se destinarán a fundaciones que hacen labores caritativas, la publicidad le llega casi toda a la banda que de forma muy astuta, busca romper con una de las lógicas más rentables, y tal vez cuestionables, de la industria actual: dividirlo todo en nichos de consumo y enfocar las ventas a públicos específicos con características especiales. Con esto, Metallica rompe su enfoque de apostarle únicamente al mercado rockero y abre varias puertas para que otros públicos conozcan su legado y de paso el metal.
Y si bien esta no es la primera vez que lo hace, hay que recordar el Mtv Icon en 2003 en el que Avril Lavigne y Sum 41 tocaron covers o cuando se unió con Lady Gaga en los Grammy del 2017, pero esta vez hay un elemento importante y es la segunda perspectiva interesante que tiene The Blacklist, y es que, tal vez sin proponérselo, Metallica está tomando una posición política clara y es la de decirle sí a la diversidad.
Más allá de cualquier pretensión económica, este disco nos dice que si bien somos muy distintos son más las cosas que nos unen, en este caso la música y la creatividad. De alguna forma el mensaje más importante que dejan estas reversiones es el de: “¡Escuchemos!”. Esta es una invitación a abrir la mente y explorar sonidos que están muy fuera de esa rígida caja en la que muchas veces nos metemos de forma voluntaria. De alguna forma es una llamada a la tolerancia y a la exploración de otras culturas y formas de ver el mundo y de hacer música.
Metallica está planteando que cualquiera puede disfrutar y apropiarse de sus canciones, no hay un filtro ni un prejuicio. La música es libre y diversa y no hay estilo que sea más legítimo o más digno que otro. Todos somos diferentes y en esa diferencia está la riqueza del mundo.
Desde hace varios años, en prácticamente todo el planeta, se está librando una lucha por la tolerancia. A medida que crece el racismo, la homofobia, el clasismo, la xenofobia, también crece una resistencia a la que curiosamente Metallica está aportando un granito de arena.
A parte de eso, The Blacklist también se puede leer como una producción muy solidaria ya que entre los invitados hay algunos de los nombres más importantes de la música del Siglo XX, como el de Paul McCartney, pero también hay varios artistas emergentes que tienen la posibilidad de llegar a más oídos. Y puede ser que a usted no le guste J Balvin, pero seguramente entre esos 53 artistas hay alguna propuesta nueva que llame su atención y le muestre un mundo nuevo.
También, hablando en términos de industria, este disco puede llegar a ser positivo para un país como Colombia, ya que tres artistas están entre los seleccionados: La Perla, Juanes y J Balvin. Esto es importante porque los tres hacen música diversa y pertenecen a generaciones e industrias muy distintas. Esto es un guiño a la música que se hace territorio, desde la cumbia hasta el rock, y puede ser una oportunidad para ayudar a la reactivación post pandémica.
Durante 40 años Metallica nos ha sorprendido una y otra vez y este disco es la muestra de que todavía, este grupo insignia del rock seguirá marcando la historia de la música.