Aviturismo: una apuesta por un turismo responsable
La madrugada en Colombia suele estar protagonizada por uno de los espectáculos sonoros más bellos del mundo. Antes de que salga el sol, la fría penumbra de la mañana se enciende con el canto de las aves que se despiertan con el día. Para un oído común, los trinos de los pájaros suenan como una dulce cacofonía llena de todo tipo de tonos, pero para los observadores de aves, cada canto es la posibilidad de ver a un animal hermoso que probablemente solo se encuentra en estas tierras.
Según el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MINCIT) y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, en Colombia existen 1932 especies de aves, lo que significa el 20% del total de las existentes en el mundo. Además hay 79 especies endémicas, lo que convierte a este territorio en una especie de paraíso para los pájaros.
El biólogo, conservacionista y guía profesional de aviturismo, José Castaño explica que esta enorme diversidad se debe a que Colombia tiene una ubicación geográfica privilegiada, ya que está en el trópico lo cual genera un clima agradable para las aves por lo que no hay estaciones, y también a que cinco de las seis regiones del país, son muy variadas y dan refugio y alimento a las aves que habitan este territorio y a las que descansan aquí durante sus rutas migratorias.
Gracias a esto, miles de amantes del pajareo visitan el país cada año, ya que tienen la oportunidad única de observar cientos de especies distintas. Antes de la pandemia, venían casi quince mil observadores al año, que estaban dispuestos a pagar mínimo 250-300 dólares diarios, lo cual dejaba al país unos nueve millones de dólares anuales.
José cuenta que ese boom se dio desde hace unos 15 años y el aviturismo se consolidó gracias al Acuerdo de Paz, ya que muchas zonas a las que no se podía acceder, se abrieron. Pero a parte de los beneficios económicos, él explica que este tipo de turismo es especial, porque la mayoría de las personas que lo practican son conscientes de la importancia de generar el menor impacto posible en el hábitat de las aves.
A veces pasa que cuando un destino o una práctica se popularizan, la sobreexplotación genera impactos negativos tanto en lo ambiental como en lo social, pero con el aviturismo, las personas tienen mucha conciencia acerca de la importancia de cuidar el entorno. Si bien este no es turismo ecológico porque tiene una huella de carbono considerable, principalmente por los viajes que hay que hacer, sí está en la categoría de turismo de naturaleza, lo cual para los observadores de aves significa una obligación de cuidado. Ya que no solo se trata de mirar pájaros y tomarles una foto, esta práctica tiene en su ADN la responsabilidad de asegurar que estos animales estén tranquilos y libres en su entorno.
José también explica que a pesar de que hay varias agencias nacionales y extranjeras que se encargan de hacer las visitas, no hay una saturación y de hecho el mercado está muy bien regulado. Esto se debe gracias a que durante más de una década se ha ido estructurando esta práctica y a la influencia de instituciones como el SENA, el MINCIT, Procolombia, que se han encargado de capacitar y apoyar el desarrollo de este tipo de turismo. Además, el Instituto Humboldt creó la Estrategia Nacional Para la Conservación de la Aves, el cual ha ayudado mucho a la protección de estos animales.
Pero a pesar de los beneficios que trae el aviturismo, hay varios retos en el camino. Uno de los principales es la pandemia que afectó a todo el sector turístico del mundo. Y si bien de a poco los observadores extranjeros están volviendo al país, se está empezando a incentivar a los colombianos para que se animen a practicar el pajarismo.
A nivel interno, no es tan costoso adquirir un tour y muchos lugares de avistamiento son de fácil acceso. Solo en Bogotá se puede observar 235 especies de aves, de las cuales 6 son endémicas de la sabana, simplemente es cuestión de acercarse a los humedales o a los cerros para poder verlas.
A parte se están haciendo esfuerzos para que este sea un turismo incluyente. Un ejemplo es la primera Ruta de Aviturismo en Suramérica para invidentes, creada recientemente por la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca, la cual ha capacitado a los guías de doce zonas de avistamiento del Valle para que hagan tours sonoros y así las personas invidentes puedan disfrutar de la naturaleza y la cercanía con las aves.
Pero sin duda el mayor reto que enfrenta, no solo el aviturismo, sino la vida en general, es la deforestación y el calentamiento global. A pesar de que en 2018 la Corte Suprema de Justicia declaró que la Amazonía es un sujeto de derechos, la tala ilegal de árboles y la ganadería expansiva siguen acabando con este ecosistema. En 2020 se registraron casi 140.000 hectáreas deforestadas, un 53 % más que en 2019. Y si bien, para el primer semestre del 2021 se registró una reducción, todavía hay un largo camino por recorrer.
En Colombia no existe un sistema que muestra la trazabilidad de los productos que consumimos, así que la mayoría de las personas no sabemos de dónde vienen nuestros almuerzos. En marzo de este año, varios pueblos indígenas de Colombia y Brasil, se unieron para poner en Francia una demanda contra el grupo de supermercados Casino, del que forma parte el Éxito, por vender carne de res proveniente de zonas deforestadas.
Y si bien existen esfuerzos como Política Nacional para el Control de la Deforestación y la Gestión Sostenible de los Bosques y el Acuerdo de Escazú, todavía falta que esta información se vuelva masiva y más personas, entidades y empresas tomen conciencia respecto al cuidado de los recursos naturales.
Por eso el pajarismo es tan importante, porque invita a las personas a unirse con la naturaleza y a visitar a los pájaros en su casa. Y lo más bello de esto es que no se necesita mucho para poder disfrutarlo. Uno puede comenzar en el parque más cercano, viendo y escuchando las aves del barrio. Gracias a aplicaciones como Merlin, es fácil empezar a identificar estos animales, y ese es el primer paso para avanzar de a poco en los bosques y humedales cercanos a las ciudades, hasta llegar a los viajes de 15 días.
Esta es una práctica que invita a la paciencia y la reflexión. A la conexión con el entorno y al respeto por la naturaleza y todos los seres que habitan en ella. Así que tomen un par de binoculares, sus guías de pájaros y prepárense para ver la belleza en movimiento.