Animales silvestres como mascota: una tragedia ambiental
En Colombia aun es común encontrar loros, tortugas, monos, pericos y demás especies silvestres en casas y fincas. Ha sido una práctica relacionada con el imaginario social que se tiene de mayor status, poder y, por supuesto, dinero. No obstante, al comercializar, tener, transportar, poseer y colectar especies de fauna silvestre sin la respectiva autorización ambiental se está cometiendo un delito, según la Ley 1333 de 2009.
Los primeros acercamientos que se presentaron entre el ser humano y la domesticación de un animal fue hace más 40.000 años, según la revista Current Biology, la relación inició netamente por necesidad, ya fuera para abastecerse, usarlos como defensa o simplemente para tenerlos como mascota.
Catalina Díaz, bióloga y máster en bienestar animal, afirma que los animales que se consideran fauna silvestre son aquellos que están dentro del territorio nacional, que no han tenido cambios genéticos o de modificación y que viven en un estado salvaje.
Hasta el 2019, Colombia registraba como el segundo país del mundo con mayor biodiversidad, lo que permite comercializar bienes y servicios provenientes de la vida silvestre mediante técnicas sostenibles. A su vez, es el segundo país del mundo, con unas cifras alarmantes, en tráfico ilegal de especies. La cacería y el comercio ilegal, así como los compradores de individuos y productos ilícitos, son cómplices de la pérdida y reducción de las especies.
Según datos de la Asociación de Corporaciones Autónomas Regionales y de Desarrollo Sostenible, las especies de fauna silvestre que más fueron traficadas e incautadas en 2020 en el país fueron: los reptiles, con un 47%, las aves, con un 33%, los mamíferos con el 18% y, en menor proporción, los crustáceos y anfibios con un 2%. Sin embargo, los animales preferidos por los colombianos para el mascotismo son: las tortugas hicoteas y morrocoy, las iguanas, los monos araña, los monos titi cabeciblancos, las loras, los pericos, los turpiales y los tigrillos, tal y como lo afirma la bióloga Catalina.
Tráfico ilegal, tragedia ambiental
La naturaleza funciona como un engranaje que necesita de todas las especies de fauna y flora para su correcto desarrollo. El tráfico ilegal de animales silvestres es una de las principales causas de pérdida de biodiversidad en el país, ya que todos los grupos de animales funcionan como base fundamental en el ecosistema, hacen parte de la cadena trófica y realizan un equilibrio en las relaciones alimentarias. Es decir, la vida silvestre ayuda a nuestro planeta a mantener los recursos ambientales que necesitamos para vivir: el agua, el aire, el suelo, entre otras condiciones de vida que nos mantienen a salvo.
Ahora bien, cada animal sacado de su espacio natural representa una gran pérdida para nuestros ecosistemas, además de impactar negativamente la biodiversidad, con millones de semillas no dispersadas, restos orgánicos regados en múltiples zonas, flores marchitas, falta de oxígeno, etc, también representa un perjuicio para su grupo familiar.
Según datos entregados por parte de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, “En Colombia se encuentran amenazadas 1.203 especies en distintas categorías de amenaza, de las cuales 173 se encuentran en peligro crítico, 390 en peligro y 640 especies en categoría vulnerable. 407 corresponden a especies de animales y 796 a especies de plantas”.
Algunos de los animales que se encuentran actualmente en peligro de extinción en el país, solo por mencionar algunos, son: el Puma, el Cóndor de los Andes, el Jaguar, el Oso de Anteojos, las Iguanas, el Mono titi-cabeciblanco, las Tortugas marinas, la Rana Dorada, el Mono Araña, entre otros.
Cabe resaltar que la manera como se extraen estos animales de su hábitat natural es terrorífica. Por ejemplo, en el caso de los tigrillos, los cazadores deben asesinar a su madre para poder llevarse sus cachorros. O en el caso del tráfico de huevos de iguana lo que hacen los cazadores es abrir a la iguana para retirarle sus huevos. Luego, vuelven y la lanzan sin ningún tipo de pudor a la selva quedando con esta herida abierta a la intemperie, siendo esta la principal razón de decesos de la especie en los últimos años, pues el 95% de estas iguanas muere y el 5% que sobrevive queda infértil. Y así va variando dependiendo la especie, aunque siempre estamos hablando de un mal trato.
Transporte ilegal, riesgo para la salud
Según palabras del coronel Jhon Harvey Alzate, director de la Dirección de Protección y Servicios Especiales (Dipro), en conversación con El Tiempo, muchos de los medios de transporte que se usan para la movilización y comercialización de estas especies silvestres son crueles, pues lo hacen a través de equipajes, cajas, paquetes e incluso botellas de plástico con agujeros o zapatos. Afirmaba que entre un 50% y 80% de los animales que se trafican de esa manera mueren.
El transporte es la etapa del procesos del tráfico más mortífera. “Durante este viaje pueden privarlos de comida y agua. Y a menudo entran en contacto con otros animales capturados, lo que incrementa el riesgo de propagación de enfermedades y la posible aparición de nuevas enfermedades zoonóticas que pueden saltar a los humanos”, afirma Clifford Warwick, biólogo de reptiles independiente y especialista en bienestar animal.
Es importante resaltar sobre lo anterior que las Naciones Unidas presentaron en su Informe mundial sobre crímenes contra la vida silvestre y los bosques’ (2020), que el tráfico ilegal de especies silvestres amenaza también la salud humana. “Cuando los animales salvajes son sustraídos de su hábitat natural, masacrados y vendidos ilegalmente, aumenta el potencial de transmisión de enfermedades zoonóticas, es decir, aquellas causadas por patógenos que se propagan de los animales a los seres humanos. Las enfermedades zoonóticas representan hasta el 75% de todas las enfermedades infecciosas emergentes e incluyen el SARS-CoV-2 que causó la pandemia de COVID-19”, se muestra en el documento.
Tercer negocio más lucrativo del mundo
“Se estima que el comercio ilegal de vida silvestre asciende a 20.000 millones USD anuales” afirma Interpol en su informe Delitos contra la vida silvestre. Además, las Naciones Unidas confirman que el tráfico ilegal de animales silvestres es el tercer negocio ilícito más lucrativo del mundo, después del narcotráfico y la trata de personas, pues mueven entre 10.000 y 26.000 millones de dólares al año.
Según Henry Gamboa, biólogo y máster en Desarrollo Sostenible, el tráfico de fauna tiene que ver más con la demanda que con la oferta: “En muchas ocasiones las personas compran un animal porque les pareció lindo y creen que haciendo una transacción económica por él van a salvarlo, pues su plan ideal es comprarlo, llevarlo a la autoridad ambiental y que así mismo regrese a su hábitat natural. Pero lo que no ven es que al momento de entregar dinero, están siendo cómplices del negocio y por lo tanto el traficante lo seguirá haciendo”.
El director de Protección de Servicios Especiales de la Policía, el coronel Hernán Rosero Giraldo en conversación con El Nuevo Siglo a inicios de 2020, afirmó que “no descansamos en nuestro trabajo de protección de nuestra flora y fauna en Colombia. Las estadísticas así lo demuestran: en los últimos cuatro años hemos incautado un total de 94.927 ejemplares de fauna silvestre. Es decir, en el 2017 decomisamos 24.864 ejemplares; en el 2018 las cifras se dispararon y llegamos a decomisar 34.794; en el 2019 incautamos 18.409 especies y desde el 1 de enero a la fecha del presente año hemos incautado un total de 16.860 ejemplares”.
Actualmente, la Dirección de Protección y Servicios Especiales de la Policía Nacional cuenta a nivel nacional con 2.225 jóvenes, repartidos en 89 grupos, que son los encargados de acompañar a las autoridades ambientales y a la comunidad en general para la protección de la riqueza natural.
La tenencia de animales silvestres, es delito
Según el Código Penal, Artículo 328, “El que con incumplimiento de la normatividad existente introduzca, explote, transporte, trafique, comercie, aproveche o se beneficie de los especímenes, productos o partes de los recursos fáunicos, forestales, florísticos, hidrobiológicos de especie amenazada o en vía de extinción o de los recursos genéticos, incurrirá en prisión de dos (2) a cinco (5) años y multa hasta de diez mil (10.000) salarios mínimos legales mensuales vigentes”.
El desconocimiento de leyes y normas relacionadas con la fauna y flora nacional es latente, pues aun en pleno 2021 muchas personas desconocen que tener una tortuga o cualquier animal de la fauna silvestre nacional como mascota es un delito y por ende, viola la Ley.
Lucas Andrés, abogado ambiental, indicó que el art. 40 de la ley 1333 comprende las siguientes sanciones: multas diarias hasta por cinco mil (5.000) salarios mínimos mensuales legales vigentes, cierre temporal o definitivo del establecimiento, edificación o servicio, revocatoria o caducidad de licencia ambiental, autorización, concesión, permiso o registro; demolición de obra a costa del infractor, decomiso definitivo de especímenes, especies silvestres exóticas, productos y subproductos, elementos, medios o implementos utilizados para cometer la infracción (la más común en casos de fauna y flora), y la restitución de especímenes de especies de fauna y flora silvestres.
Cabe resaltar que la Ley 1333 de 2009, es un procedimiento administrativo, no obstante, dependiendo la conducta del delito y la categoría de la especie traficada, este podrá operar penalmente. En el país se encuentran 1.203 especies en distintas categorías de amenaza, 173 se encuentran en peligro crítico, 390 en peligro y 640 especies en categoría vulnerable. 407 corresponden a especies de animales y 796 a especies de plantas, esto según datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
No obstante, el único caso en que se permitirá que el poseedor mantenga al animal es si la entidad ambiental encargada considera que su liberación podría causar un riesgo para el mismo. Es decir, que ya está domesticado y no podría vivir en su hábitat natural.
Nada es encerrar o soltar
Luego de que se realizan los procesos de incautación y captura, los especímenes son dejados a manos de las autoridades ambientales de cada región para posteriormente ser trasladados al Centro de Atención y Valoración de Flora y Fauna Silvestre (CAV). Ahí determinan el estado de domesticación o las posibilidades de rehabilitación que tiene el individuo para ser devuelto a su hábitat natural.
Los procesos que existen alrededor de la recuperación de los animales silvestres son los siguientes según la bióloga Catalina Díaz, “Rehabilitar y liberar, dejar en cautiverio permanente -teniendo en cuenta que la mayoría de espacios están casi llenos y es muy difícil que el animal se integre fácilmente-, y por último la eutanasia”.
Las autoridades ambientales estiman que reubican o liberan al 70% de las especies recuperadas. Los restantes mueren porque tienen afectaciones graves o, incluso, son sacrificados por su mal estado de salud.
Por eso, en Chévere Pensar en Voz Alta decidimos hacer un repaso junto a la bióloga Catalina Díaz sobre qué sucede con los animales que incautan las autoridades luego de haber sido usados como mascotas.