“And just like that”: ¿una reivindicación feminista?
*Este texto puede contener spoilers.
Cuando en 2010 concluyó la primera parte de Sex and the City, el mensaje era claro: el poder de las mujeres es imparable y hay muchas formas posibles de asumir la vida siéndolo.
Para ese momento, Miranda se había unido a un nuevo bufete de abogados, Samantha había alcanzado el cielo con un orgasmo que las palabras no alcanzan a describir, Charlotte era anfitriona de una fiesta familiar, y Carrie y Big se acariciaban en el sofá, mientras veían una película a blanco y negro. Fue un final feliz para ellas… aunque muchos nos sintiéramos insatisfechos con varias de las decisiones narrativas del desenlace y en general, del abordaje de la producción.
Lo primero es la realidad tan blanca y privilegiada que reflejaba la serie, que al menos en el tercer mundo no cayó siempre tan bien. Era muy claro desde el principio que estas cuatro mujeres —que además encarnaban una forma muy caricaturizada y pulcra de representar al género femenino— estaban en la cima del poder y que sus preocupaciones vitales giraban en torno a la moda, la etiqueta y de una u otra forma, a perpetuar el status quo del mundo… algo con lo que no todas podíamos identificarnos y que seguramente, generaba bastante frustraciones en muchas de nosotras.
Luego, la decisión tan amada como tan discutida de hacer que Carrie encontrara un final feliz con Mr. Big, a pesar de su miedo al compromiso, su desplante en su propia boda y un amor que estaba arraigado en muchos estereotipos violentos de género, fue como un balde de agua fría para quienes esperábamos que ella pudiera encontrar su propio camino, sin negar su posibilidad de conectar más adelante con el amor de otro.
Pero en esta nueva etapa que lleva el título de And just like that, la decisión de los guionistas de que Big muriera en el primer capítulo, tras dejarnos ver un amor real entre ambos, abre muchos interrogantes. Uno de ellos es si al fin podremos ver a una versión de Carrie enamorada de su propia vida y sus búsquedas vitales y no solo de alguien más. Esto tal vez podremos ir respondiéndolo a medida que sigan saliendo los capítulos que vienen, sobre todo en relación a cómo va desarrollándose su duelo, su nuevo proyecto de podcast y su búsqueda de un nuevo lugar donde vivir.
Otro tema que promete es la llegada de Che Díaz, un personaje no binario y latino que además de conducir el podcast del que hace parte Carrie, se encuentra con Miranda y la hace cuestionar su propia orientación sexual, ayudándonos a ver a unos personajes más evolucionados a su época y que se salen de ese status quo tan estático que representaban en la primera parte de la serie.
Y es que Miranda, de las tres protagonistas, tal vez es la que —recordemos que Samantha no sale en esta nueva parte del programa— más se deja tocar por una sociedad que pide a gritos muchos cambios. Ella no solo se encuentra con Che eróticamente, dejándonos ver un lado suyo menos heteronormado, sino que entra a estudiar una maestría en derechos humanos y conoce a Dr. Naya Wallace, una profesora negra experta en la materia, con quien tiene un desencuentro que deja ver su torpeza y sus prejuicios, que a su vez chocan con sus ganas de abrir su mente.
En la primera escena donde ambas se conocen en un salón de clase, Miranda le pregunta a Wallace por qué no tiene el pelo trenzado, ya qué así la había visto en la página de la universidad. Esto poco a poco lleva a un malentendido, en donde la mujer blanca termina diciéndole que no cree que todas las personas negras deban ponerse trenzas o verse de cierta manera, lo que altera profundamente a Wallace, ya que refleja muchos estereotipos que caen sobre las personas negras.
Al final cuando Miranda le cuenta a Carrie todo lo ocurrido, esta le dice: “intenté decir tantas cosas correctas, que terminé diciendo todo lo que está mal”, abriendo paso así a una historia tan divertida como incómoda de una mujer privilegiada que hace muchos esfuerzos por ser inclusiva, políticamente correcta, pero que se topa todo el tiempo con sus propias ideas preconcebidas.
Y es que esta nueva parte de la serie justamente la resume un choque entre lo viejo y lo nuevo. Esto es claro por ejemplo con el caso de Charlotte, quien en un punto, recibe un comentario de su hija diciéndole que no sabe si se identifica como niña y a pesar de que le preocupa el comentario, cuando escucha a Díaz hablar sobre inclusión, llora cuando elle dice que lo más importante es la aceptación de lo que tal vez nos parece raro, porque en esta vida lo único constante es el cambio.
Así es como a través de un choque entre una forma vieja de pensar —estereotipada, machista y muchas veces ciega ante la realidad de los que no son tan privilegiados— y una nueva manera de ver y actuar ante las cosas, es cómo vemos que estas tres mujeres se van abriendo paso a un mundo más feminista, más humano y más diverso.
Pero como toda transición toma tiempo y justamente, And just like that da cuenta de ese punto medio, en donde ni como seres humanos ni como sociedad somos 100% coherentes y correctos, aún tenemos mucho que ver sobre esas situaciones incómodas a las que se enfrentan estas divas de Nueva York con todas sus ganas de evolucionar a la par del planeta.