‘The Turning Year’: las fotografías sonoras de Roger Eno
En los primeros veinte segundos suena en solitario el melódico piano de Roger Eno. De manera gradual, van entrando instrumentos de cuerda que sin mayores adornos, pero con una delicada sensibilidad, subrayan y le dan brillo a la canción. En tan solo dos minutos y treinta y nueve segundos, el músico británico da vida a “The Turning Year”, una pieza que resuena, mueve fibras, despierta memorias y le da el título a su más reciente álbum, que vio la luz en los últimos días de abril.
Ya son alrededor de cuarenta años de trabajo como productor y multiinstrumentista, en los que se ha convertido en un músico de culto con un distintivo estilo. Ha sido un prolífico creador, que también se ha caracterizado por sus frecuentes colaboraciones con artistas como el multiinstrumentista estadounidense Laraaji –con quien formó el supergrupo de ambient Channel Light Vessel–, el cantautor Peter Hammill o con su hermano Brian Eno. También ha sido músico de sesión del fallecido Lou Reed, Jarvis Cocker y Beck.
The Turning Year está compuesto por catorce cortes, que abarcan veinte años de composición. El álbum cuenta con el respaldo de un conjunto de cuerdas y salió por Deutsche Grammophon, un sello discográfico alemán especializado en música clásica, perteneciente en la actualidad a la compañía Universal Music Group –en 2020 Roger Eno había publicado junto a su hermano el disco Mixing Colors. La pieza cuenta con una hermosa portada creada por la hija de Roger, Cecily Loris Eno.
Según el artista, “este trabajo es una colección de cuentos o fotografías de escenas individuales, cada una con su propio carácter, pero de alguna manera estrechamente relacionada con la otra. Estas piezas nos permiten, quizás, pensar cómo vivimos nuestra vida en facetas: cómo captamos destellos fugaces, cómo caminamos por nuestras vidas, cómo notamos el cambio de año”. La construcción de este disco fue además para Eno la oportunidad de reflexionar sobre su hogar en Woodbridg, un pequeño pueblo entre Suffolk y Norfolk en el Reino Unido.
Para el año 2000, Woodbridg tenía alrededor de once mil habitantes, un número que incluso ha ido bajando con el paso del tiempo a poco más de siete mil. Allí el artista pasó su infancia, pintando las paredes de una pequeña casa que sus padres le dieron a él y a su hermano, jugando entre cajones de arena y sacándole melodías a un piano estropeado. Y fue a este pueblo, de tranquilas callejuelas, iglesias medievales y atravesado por un hermoso río, a donde regresó con el tiempo. Quizás esto es clave para entender ese carácter introspectivo, bucólico y tranquilo de su música.
Gran parte de The Turning Year se basa en frases de piano cortas y en bucle que van siendo envueltas en cuerdas cálidas. Los pianos majestuosos y lentos de "A Place We Once Walked", la melancolía en las cuerdas "Slow Motion" y "Hope", la abstracción en "On the Horizon" y "Something Made Out of Nothing", la sensación cósmica de "Low Cloud Dark Skies", van pintando diversas paletas de colores en el oyente. Y si bien cada pieza sigue un patrón similar, que hace pensar en compositores como el precursor del teatro del absurdo y la música repetitiva Erik Satie, se siente dinámico y con distintas facetas.
El artista ha señalado que la forma libre y el ambiente pastoral del álbum reflejan la "nostalgia por un lugar mejor que ya no existe, o quizás nunca existió". De pronto por eso está la sensación de estar pintando borrosos recuerdos, desvanecidos, que dejan un continúo espíritu melancólico. The Turning Year permite conmoverse con esa mirada de Roger Eno, pero a su vez apropiarse de un sonido cinematográfico que nos lleva a una reflexión interna por nuestras memorias, tanto las vividas como las imaginadas.