‘El malestar burgués’: un baile crudo frente a la existencia por Señor Naranjo
La historia es bien conocida por muchos: desde los años 80, Medellín acogió y le dio un hogar al punk, a ese grito furioso que terminó de tomar forma en Inglaterra y EEUU a finales de los 70, e hizo retumbar el eslogan de amor y paz, apretó la ropa ancha y le pasó tijera al pelo largo que habían caracterizado la rebeldía de la década inmediatamente anterior. Míticos compilados en cassettes, poesía desde una urbe del tercer mundo golpeada por la violencia y el narcotráfico, películas emblemáticas para el cine nacional son parte del legado de un sonido que hizo del No Futuro una alternativa a las pocas opciones que daba la marginalidad.
Un puñado de jóvenes decidió librar su batalla contra todo, se paró el pelo, se puso botas, taches y cadenas y aguantó los embates de su familia, de la iglesia, de los narcos, de los paramilitares y su mal llamada limpieza social, del propio Estado. Entre instrumentos armados con canecas y radiografías, cuerdas distorsionadas y alaridos, las lomas que rodean el valle de Aburrá marcaron y cambiaron la historia del rock hecho en Colombia.
De este lugar, geográfico y temporal, salió Felipe Naranjo. El músico expresó la rabia callejera cuando se unió a la agrupación Dexkoncierto, con la que convirtió en himno los gritos contra la corrupción, la narcopolítica y los escuadrones de la muerte. Luego exploró una faceta más poética con El Globo y poco a poco todo fue decantando y desembocando en lo que hoy es Señor Naranjo, conformado también por Juan Fernando Veléz en el bajo y Adán Naranjo -su hijo- en la batería, percusiones y teclados.
Felipe ha sido testigo y partícipe de la transformación de Medellín, convirtiendo la palabra y la música en su manera de decantar los cambios que trae el tiempo. Sin afán de protagonismo, ha ido abriendo una particular trocha con su sonido: contemplativa y reflexiva, pero sin el vanidoso anhelo de posar como un faro de respuestas. Y es ahí donde nuevamente pega y mueve las fibras con su último álbum El malestar burgués, que vio la luz el año pasado como parte del sello Falso Ídolo. Un trabajo que sigue alimentando una valiosa discografía compuesta por discos como Una mañana en silencio (2011), Puede cambiar (2015), El mundo sólo sabe estar allí (2017) y Perdido en Líbido (2019).
En esta entrega, la pausa frente a lo cotidiano vuelve y se convierte en herramienta para explorar lo incomprensible de la existencia, su fragilidad, el afán de encontrar eso que no sabemos qué es pero que siempre hace falta, la obsesión casi enfermiza con la identidad y la necesidad de posarla ante el mundo. Esto a través de diez cortes que entrelazan el punk rock con elementos tropicales, de la cumbia o de la salsa, que siguen ampliando la dimensión sonora de Señor Naranjo y tumbando otra vez el dogma musical -ya bastante derruido- de cómo debe sonar un género musical. Señor Naranjo retoma la exploración de lo que ha dado a llamar trópicoundergroundpunk.
Dos datos curiosos a propósito de esta placa. Uno: las canciones de El malestar burgués, nacieron, según el propio Felipe, de ritmos de guitarra que le tocaba a su hijo Luciano, de ocho meses de edad -que por lo demás demostró su preferencia por el punk. Dos: en un principio este disco se iba a llamar No puedo estar en todas las fiestas -nombre de uno de los cortes-, una clara referencia al pasar del tiempo, a cuando estar en casa se planta como el mejor horizonte de la noche. Y es que Señor Naranjo es fuente de agua fresca para quienes ya caminamos los linderos de la intrincada adultez.
El álbum abre con la canción “Ciberneardental”. Con marcados acentos en la melodía y en la percusión pone en juego la incesante búsqueda de etiquetas e identidades, contraponiendo conceptos que a simple vista resultan contradictorios. “Neo-retro-man”, “punk-patriarcal”, “ultra-fancy-rat”, son algunas de los nombres a los que acude la letra la cual, desde el humor, trata con irreverencia esa búsqueda de autenticidad y autodefinición en estos tiempos posmodernos. El coro, rockanrolero y con guiños a los ochenta, provoca el baile o, cuando menos, el meneo de cabeza.
Sigue “Choose your fight (En el mar)”, donde se reversiona una canción que pertenece originalmente al “disco falso” Melantrópico (2008). Precisamente, como nos anuncia el subtítulo, en esta ocasión la pieza tiene un sabroso golpe tropical con el que invita a mensurar y elegir bien las luchas que encarnamos.
Suena después “Eres un Estoico” en la cual, en la voz, aparece como artista invitado Cristian Sánchez AKA Malestar delicioso de Margarita Siempre Viva. El estoicismo, una filosofía con más de 2 mil años que busca responder a cómo tener una buena existencia en un mundo impredecible, ha sido reducido al desdén por todo lo que nos rodea. Nuevamente con un ritmo rockero con acentos claros en los riffs y algunos elementos melódicos en el teclado que le dan otra profundidad a la canción, que hacia el final también nos pone mover el cuerpo, cuestiona estas posiciones que más que un ritual frente al vacío existencial son el cómodo actuar de quien goza de cierto bienestar.
Luego es el turno para “El malestar burgués”, con la participación en los teclados de John Henao - de Biacumbit, Planeta Rica y Parlantes. Es una canción de atmósfera tropical, divertida y alegrona, que contrasta con la desazón que imprime Felipe Naranjo en la voz y la letra. En esta se habla de esa mentalidad que busca de manera insaciable el confort, de tener como objetivo aspiracional ser parte de una suerte de jet set, termino con el que el periodista del New York Journal-American, Igor Cassini, bautizó a un grupo de millonarios que se movía en aviones. La élite de la élite, exclusivos y excluyentes, ajenos al ciudadano de a pie.
La pieza denuncia lo problemático de esos ideales, que escarban en la desigualdad como principio, que dejan a la mayoría confrontados con la realidad del trabajo en este país o que llevan a la búsqueda de mucho con poco esfuerzo -paradójicamente poniendo en jaque ese valor que el burgués tanto protege. "Se trata del corte que más me gusta del álbum, tanto por su estilo sonoro como por su letra. En términos musicales, la canción logra un equilibrio entre las dos dimensiones del álbum: el punk y el trópico subterráneo", ha dicho Felipe Naranjo sobre este sencillo.
El siguiente corte es “Yo qué haré” con la participación de Camilo Suárez de Bajo Tierra y Parlantes en la voz. Es una pieza de amor, melancólica y dubitativa, seductora y trágico-cómica, para bailar despacio y cadencioso. Plantea el amor como antídoto para la soledad, para el día a día, en medio de la preocupación de un hombre ante la idea de ser rechazado por la mujer que ama. Luego vuelve el sonido más tirado al punk rock con “Asuntos Teóricos y Prácticos”, en el que se disponen los dilemas mentales entre lo tangible y lo tangible a la hora de interpretar la vida y priorizar nuestro actuar.
El recorrido sigue con “Puede Cambiar (En el mar)”. En esta ocasión tiene como invitados a Pedro Ojeda de Romperayo en la batería y percusión y a Iván Medellín, también de Romperayo y de Conjunto Media Luna, en los teclados. Nuevamente se trata de una reversión -la original fue grabada en un álbum homónimo en 2015- en la que Señor Naranjo lanza a una suerte de balada tropical para un viaje introspectivo con visos psicodélicos que reflexiona sobre el cambio.
Luego suena “Cuántos quieren que te miren”, otra canción rockanrolera que cuestiona ese narcisismo que alimentamos y festejamos como sociedad, traduciéndose en una carrera naturalizada por acaparar la atención y la complacencia de nuestros pares. A esta pieza la sigue “El Horror Vacui” que con un toque cumbiambero termina de plasmar la exploración sonora de este disco, mientras pone sobre la mesa el tema de la esencia, la sustancia, la identidad, temática que también abrió las puertas de este álbum y que ofrece un cierre redondo
Por último, suena “No puedo estar en todas las fiestas” -al que ya nos referimos más arriba. Una canción que habla de los cambios en las perspectivas y los afanes con el pasar del tiempo. Y de cómo la soledad, el quedarse en casa y ver las horas pasar, se convierte también en una forma de acercarse a lo sublime de la existencia.
Junto con este trabajo, Señor Naranjo imprimió además un hermoso fanzine que le hace un guiño a una manifestación esencial en la Medellín de los años 80. El arte estuvo a cargo de Mía Sánchez y Vanessa Ramírez que entre negros, rojo y blanco plasman con presición el espíritu del disco.
El malestar burgués es un trabajo dinámico con un hilo conductor claro, además de ese tono tan característico de Señor Naranjo: digiere, pregunta y cuestiona. Sea con la crudeza del punk o con el llamado a mover el cuerpo, este álbum pone sobre la mesa asuntos con opiniones consensualmente sospechosas alrededor de la identidad, de la esencia, de las aspiraciones derivadas de un ego alimentado sin cesar.
Es además música que puede acompañar tanto a la juventud como el trasegar de la vida adulta, saliéndose de los lugares comunes para arriesgarse en la profundidad de elegantes metáforas y de una filosofía conectada y alimentada por lo mundano. “Pensaba que eran canciones que le dedicaba a la sociedad y en realidad me las dedicaba a mi mismo”, escribe Felipe en el fanzine que acompaña esta entrega. Y precisamente esa es su genialidad: logra así reconocer eso tan humano que llevamos todos los que estamos subidos en este barco de la existencia.