Suba: Humedal Córdoba, la ley de origen
Entre angostas calles de adoquín atravesadas por avenidas serpenteantes, puentes y bosques, se encuentra una de las localidades más antiguas y con más historia de la ciudad de Bogotá. En ella habitan más de 300 mil familias, y hay 935 parques y espacios públicos deportivos con 285 mil árboles.
Se trata de la localidad número once de Bogotá y, antes de pertenecer a la ciudad, fue un municipio del departamento de Cundinamarca.
Suba es la localidad más poblada de la ciudad. Con más de un millón de habitantes, en su territorio convergen decenas de barrios, parques, espacios culturales y humedales en una extensión aproximada de cien kilómetros cuadrados. Su origen, que se puede rastrear hasta la época precolombina, se remonta al pueblo muisca; la herencia indígena que reside en este sector no se limita a una huella linfática, sino a un estilo de vida, a la ley de origen que rige a este pueblo.
La comunidad indígena muisca, misma que bautizó este territorio como Suba, que significa Flor del Sol, se encuentra establecida desde hace novecientos años en toda la localidad, se divide en 3000 familias y en, aproximadamente, trece macro apellidos (o clanes). Todos ellos, siguiendo la tradición y protegen lo vasto de su territorio ancestral, representado en las fuentes de agua presentes en cerros y humedales.
Y no lo hacen simplemente porque estos espacios sirvan de pulmones para la ciudad o de descanso para las aves migratorias que se detienen durante su viaje, sino porque sus memorias y tradiciones hacen hincapié en la importancia de estos parajes.
Según el decreto 190 de 2004, el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) incorporó legalmente estos terrenos al sistema de áreas protegidas de la ciudad. Y si bien la ley cobija a los humedales, la responsabilidad de su cuidado está dirigida a la misma ciudadanía; a su comportamiento, su afán por conservarlos y su compromiso con ellos. No se trata solo de no arrojar basuras, sino de apropiarse de su riqueza por medio de caminatas, recorridos, investigaciones y el interés colectivo en su preservación.
De los cuatro humedales que se encuentran en la localidad, el humedal Córdoba cuenta con más de ciento cincuenta especies de aves entre migratorias y endémicas, además de un amplio cuerpo boscoso y muchos espejos de agua. Cabe resaltar que al menos diecisiete especies de aves se encuentran únicamente en este lugar. También hay diferentes anfibios, reptiles y mamíferos.
Al llegar a su zona mejor conservada, que se encuentra entre la Avenida Boyacá y la Avenida Suba, las 21,4 hectáreas se caracterizan por su color verde, los diferentes cantos que se acompasan al ritmo de la vida y el aire limpio que producen sus árboles.
La sección norte, que se ubica en la calle 127, forma parte del corredor ambiental del Sistema Córdoba que incluye a los humedales Juan Amarillo y Jaboque.
El complejo entramado ecológico que se encuentra en el humedal Córdoba no es menos extenso que el tejido social de la localidad en la que se encuentra; Suba cuenta con el Cabildo Indígena Muisca de Suba, reconocido por el Ministerio del Interior y la Alcaldía Mayor de Bogotá como una entidad pública de carácter especial.
El Cabildo cuenta con los Consejos de abuelos, jovenes, mujeres, salud, educación y territorio. Desde el Primer Foro Memoria e Identidad de los Indígenas Muisca de la Sabana de Bacatá: Un pueblo en reconstrucción, en 1999, se identifican como los muiscas contemporáneos que se han adaptado a las necesidades sociales que llegan con el tiempo.
Cuentan con actividades de gobierno propio en donde trabajan por la garantía de los derechos individuales y colectivos de los muiscas; fortalecimiento cultural, rescatando tradiciones lingüísticas, de danza, canto, medicina, saberes ancestrales y tejido tradicional; y defensa y protección territorial, en donde se trabaja en el fortalecimiento de huertas, cuidado y limpieza de cerros, lagunas y humedales. Además de trabajar en la conservación de la memoria colectiva de su pueblo.
Al igual que en el humedal Córdoba, en Suba reside parte de la memoria indígena de la ciudad. Es allí en donde convergen la naturaleza y los saberes de los antepasados de todo un pueblo que sigue en pie de lucha por la conservación del agua y los bosques.