‘Santander tierra de película’: cine en los rincones más vulnerables
Como una alternativa para ocupar el tiempo libre y promover el arte y la cultura, nació este proyecto de apreciación y realización audiovisual en Santander.
El ambiente en las instalaciones del colegio es denso. Profesores, padres de familia y estudiantes no se explican cómo en esta institución educativa desaparecieron todos los boletines, justo el día de la entrega final. Comienza entonces una intensa búsqueda en la que interviene la policía y termina con la captura de Brayan, un estudiante que por miedo a que sus padres se enteraran que había perdido el año, decidió borrar todo rastro de las notas de los estudiantes.
Esta historia, que es real, ocurrió en Suratá y es solo una de las anécdotas que se han plasmado en cortometrajes gracias al proyecto Santander tierra de película que realiza la fundación Pinceladas de Vida en veredas y comunidades vulnerables de este departamento. Así como lo realizaron en este pueblo, el proyecto ya ha llegado a municipios como Socorro, Rionegro y Barrancabermeja, entre otros, y su meta es clara: llevar al cine a todos los rincones.
“Santander tierra de película llega a su tercera versión y es un proyecto de apreciación y realización audiovisual que busca acercar el cine a comunidades vulnerables que no tienen la capacidad o los recursos para acceder a estudios universitarios y menos de este tipo. Nos parece importante que se generen procesos así en barrios y lugares de difícil acceso, porque los programas artísticos enriquecen a cualquier comunidad”, afirma Juan Ordóñez Laserna, coordinador del proyecto.
A través de este programa, avalado por el Ministerio de Cultura y el Instituto Municipal de Cultura y Turismo de Bucaramanga, comunidades alejadas y vulnerables reciben conocimientos sobre la industria del cine que van desde la composición y el movimiento de cámara, hasta la dirección de arte, actuación y realización de guion. El resultado final de este proceso es la elaboración de un cortometraje realizado en su totalidad por ellos mismos.
Aunque en la mayoría de ocasiones se cuenta con niños y jóvenes, el programa no es excluyente y pueden participar personas de todas las edades. “Hemos tenido una gran acogida con estas actividades porque los muchachos se interesan mucho. Aquí partcipan chicos desde los 6 años hasta gente con 70 años, además que se unen también profesores y padres de familia y todas esas miradas enriquecen mucho este proceso tan bonito”, agrega.
Además de representar una posible semilla para nuevos realizadores audiovisuales en Santander, este proyecto significa un acercamiento del arte a lugares remotos y la posibilidad de ver en las actividades culturales una manera de ocupar el tiempo de manera sana, como prevención a acciones delictivas en las que puedan caer principalmente los menores de edad.
“A nosotros nos alegra encontrar tanto talento y sentimos que estamos llevando un gran mensaje pues el arte es paz en sí misma. El arte es un eje transformador que altera visceralmente la visión de la sociedad y nosotros sabemos que al tener uno a la gente ocupada desarrollando sus conocimientos y vinculados a procesos culturales, es tiempo que le estamos quitando a la violencia y aportándola a paz”, sostiene.
Después de semanas de duro trabajo, quienes participan de este proyecto ven el fruto de su esfuerzo en una copia de DVD que pueden llevar a sus casas para enseñarles a sus familias. Parece una labor simple, pero lo cierto es que nunca se sabe dónde se pueda encontrar el primer ganador de un premio Oscar en nuestro país, y tal vez esa respuesta se encuentre en el talento oculto en los campos santandereanos.
"Estamos orgullosos de todo el talento que encontramos en estas comunidades, chicos con grandes historias y un ojo increíble para esto, que pareciera que hubieran nacido con una cámara bajo el brazo. Saber que les estamos ayudando a que encuentren un modo de contar sus historias nos llena mucho, y queremos seguir llevando ese mensaje a todo Santander”, concluye.