Recorriendo los cantos de las abuelas en la región Caribe
Todos los que hemos tenido el placer de haber crecido cerca de nuestras abuelas, recordamos, con cierta nostalgia, sus narraciones llenas de historia, melancolía, percepciones de la vida en lugares y tiempos ajenos a los nuestros, e incluso, mucha fantasía dentro de estas descripciones que transmiten la energía y sensaciones que alguna vez ellas vivieron, como si los olores, sabores o visiones pudieran transferirse a través de sus palabras.
Tomando como referencia esa sabiduría natural que las abuelas adquieren con los años, la Fundación Círculo Abierto creó la residencia artística Cantos de las abuelas, un encuentro con la oralidad del Caribe bajo la dirección artística de la escritora y artista sonora mexicana Martha Riva Palacios. Se trata de un recorrido por la región Caribe colombiana, que busca recoger las voces de las mujeres mayores para luego compartir con sus comunidades los resultados de este trabajo de experimentación y creación.
Durante siete días, que finalizaron el pasado 24 de enero, Palacios recogió los cantos de las mujeres mayores de diferentes etnias indígenas en Colombia. Los territorios explorados van desde las tierras indígenas Kogui en Palomino (Guajira), Wayuú en Uribia (Guajira), Arhuaco en Pueblo Bello (Cesar), Kankuamo en Atánquez (Cesar) y en Mompox (Bolívar) con las cantadoras.
“Mi abuela materna era una narradora nata. Sus arrullos y cantos han definido en gran medida mi escucha, mi escritura. Nuestra voz contiene los ecos de todas esas mujeres que nos han antecedido. La voz de mi abuela es nocturna, la recuerdo hilando una historia tras otra junto a mi cama. Sus relatos, sin embargo, contenían algo que no pude comprender sino ya siendo adulta: mi abuela intercalaba cuentos de hadas con anécdotas de su vida en Costa Rica. Fantasía con saudade, su voz era también la voz de quien ha migrado y vive permanentemente entre dos tiempos y territorios. Poco antes de que mi abuela muriera, me permitió grabarla mientras me contaba algunas de sus anécdotas. Durante diez años, no pude volver a escuchar las grabaciones. Cuando lo hice finalmente, detonó todo un proceso de exploración que aún continúa y que gira en torno a tres conceptos: la voz, la ternura y la dimensión fantasmagórica del sonido” expresó la artista mexicana Martha Riva Palacio, durante una cálida conversación surgida en la informalidad caribeña.
Este circuito permitió el encuentro con las voces e historias de mujeres como la jaba Teresa en territorio Kogui, la tía Rita en territorio Wayúu en Uribia, las mayoras Inés María y Belén en territorio Arhuaco, un grupo de madres comunitarias lideradas por Mayerlyn Arias en territorio Kankuamo en Atánquez, Cesar, y una parada final en Mompox, para conversar con cantadoras de chandé como Edilma Morales Corrales de Tierra Firme, Bolívar y la depositaria de la tradición del Tambor de San Martín de Loba, Delcy Maria Gil Centeno.
“Ha sido una experiencia muy profunda, muy rica de aprender muchísimas cosas. Ahora que me voy, seguiré encontrando cosas, incluso en México tendré muchas resonancias, no solo por las historias de Colombia, sino por las aproximaciones a otras poéticas de la voz y del arrullo y otras cosmovisiones del mundo, muy ricas, que nos llevan a pensar en otras sonoridades también. Me quedo con esa sabiduría y esta conciencia que hay en todo este conocimiento de las distintas culturas, de las distintas mujeres mayores, del poder de la voz. Es como lo que nos conecta con el mundo, con el entorno. Y es también un ejercicio de escucha, de escuchar más allá de lo humano, incluso de escuchar a las plantas, al agua, al medio ambiente. Pero también es la voz que sirve para unirnos y sanar muchas veces comunidades, que, como hoy compartimos, desafortunadamente, historias similares México y Colombia, de que se han visto lastimados, entonces, percibir, cómo la voz y el canto sirven para volver a sanar el tejido social, el poder de la voz en lo colectivo que surge precisamente de estos espacios de las mujeres que van marcando los tiempos de la comunidad, desde el nacimiento y la muerte, pero también las actividades cotidianas como es el tejido” añade la artista mexicana.
Durante este viaje por el Caribe, cuyas obras artísticas se visibilizarán (y escucharán) en el mes de marzo, también, como parte del Laboratorio Abierto, estuvieron artistas locales y nacionales como Luis Alberto Muñoz, Elizabeth Builes, Felipe Echeverri, Estefanía Mejía, Electrobudista, Daniela Pabón y Gabriela del Mar Abello, con propuestas de código abierto que se compartirán con la comunidad.
Laboratorio Abierto es la residencia artística de Fundación Círculo Abierto (FCA), una plataforma para que artistas y comunidades se reúnen a trabajar alrededor del arte sonoro, de las artes visuales, la literatura, la tecnología y la innovación social. La residencia de creación de FCA se realiza anualmente con artistas tradicionales, contemporáneos, locales, nacionales e internacionales. El programa nació en el 2010 como una iniciativa de la fundación a la que se han vinculado diversos actores.
“Cantos de las abuelas es un recorrido inédito por los sonidos, colores, voces de quienes detentan legados de conocimiento vernáculo en nuestro caribe. Cantos de las abuelas será una pléyade de locuciones orales venidas de lo más profundo de nuestro pasado caribe y la respuesta sonora de Martha Riva Palacio Obón (escritora y artista de los sonidos) a esos cantos, evocando a partir de su propia escucha, cómo resuena con sus voces” concluye Vicky García de la Fundación Círculo Abierto.
¿Cuántas historias, desde los mitos hasta las vivencias de las distintas épocas de nuestras abuelas habremos escuchado, sentados bajo su arrullo?
Personalmente, he recorrido parajes de todo el país o de otras latitudes, gracias a estas narraciones, he conocido historias de amores y violencias, tan (tristemente) comunes en nuestro país, he descubierto a la naturaleza de la región y las tradiciones ancestrales de mis parientes más lejanos. Y así como ha resultado para mí, un encuentro intergeneracional, para la mayoría de los que han compartido estas vivencias con sus abuelas, guardan este recuerdo como una experiencia casi propia.
Respondiendo a esto, Martha Riva Palacios, también comenta que “en el canto de otras abuelas, escucho a mi abuela, pero también algo que va más allá de lo personal y que nos transporta a lo colectivo. Cantos que suceden entre lo íntimo, lo doméstico y lo público. Cantos que marcan los tiempos y los ciclos de la vida en distintas latitudes. A nivel colectivo, a nivel de continente, estas redes de cantos-relatos-rituales de las abuelas crean una narrativa alterna, en resistencia, al discurso vertical dominante en el que unas voces caníbales suprimen a otras. Este proyecto gira también en torno a la necesidad de reconocernos como parte de esta red de relatos múltiples que reconfigura nuestro territorio. Abya Yala, Pachamama, Coatlicue, Nana Buruku, Gaia. La historia de nuestro lenguaje, es la historia de nuestra escucha. Nuestros cantos se alimentan del entorno sonoro del que surgen. Son parte del ecosistema y, a veces, se vuelven registro de especies fantasma, que se extinguieron hace mucho. Cantos que nos remiten a otros tiempos, ritmos no humanos con los que hemos olvidado cómo sincronizarnos. Cantos que contienen vacíos y nos remiten también a la dimensión inefable de la vida. Cantos que nos permiten habitar un planeta herido y encontrar belleza.”