¿Qué hizo Maluma?
¿Por qué le dio la Gobernación de Antioquia el Escudo del departamento en Categoría Oro al reguetonero?
Ser ícono de la nueva generación de los jóvenes y referente del género urbano latino con tan solo 23 años fueron los argumentos que dio el gobernador de Antioquia, Luis Pérez Gutiérrez, para entregarle a Maluma el Escudo del departamento en categoría Oro, la máxima distinción de la institución. Pero no sólo eso, también escuchamos argumentos como:
“Es un ejemplo de vida, de disciplina, de creatividad, de perseverancia, de comunicación, de cercanía espiritual con las últimas generaciones”
“Maluma reta a la juventud a pensar, fluir, a desacomodar la imaginación y a mostrar el poder de la superación”
“Este joven compositor y cantante antioqueño es el ícono de la nueva generación de los jóvenes que piensan en grande y quien lleva en alto el nombre de Antioquia y Colombia por distintos escenarios del mundo”
Según un decreto emitido por la gobernación de Antioquia, Juan Luis Londoño Arias, verdadero nombre de Maluma, "es uno de los intérpretes jóvenes antioqueños más influyentes por su talento, su música y su voz, quien se ha convertido en un apasionado embajador de nuestra cultura y en un ejemplo de vida para sus compatriotas".
Disciplina, seguro sí. Creatividad, no sé qué tanta. Cercanía espiritual, no sé de qué hablan... La decisión de condecorar a Maluma con la máxima distinción de la Gobernación va más por argumentos como los siguientes:
“Todas las controversias son legítimas en la democracia y es bueno que la controversia surja a través de los artistas, del arte y no de la corrupción…“
“Desde la madrugada mi celular ha sonado sin parar por la controversia sobre este homenaje, pero cuando uno tiene convicción de que lo está haciendo bien, le encanta la controversia” aseguró Luis Pérez, quien también soltó algo como: “La gente habla de superación y ataca a los triunfadores (...) ¿Será que los 24 millones de seguidores que tiene Maluma en sus redes sociales están equivocados?”. Y ahí es donde podemos decir que Maluma no hizo nada, Luis Pérez Gutiérrez obtuvo lo que buscaba, que hablaran de él, y Maluma, de los reguetoneros más populares del mundo, con millones de fans activos físicos y digitales, fue el mejor anzuelo.
Maluma se convirtió el pasado jueves 6 de abril en una de las pocas personas naturales homenajeadas durante la administración Pérez Gutiérrez. En los 16 meses de gobierno, el mandatario ya destacó la labor del empresario Jenaro Pérez (exgerente de Colanta) por su labor en el sector lechero y sus aportes al desarrollo del campo en el departamento. También el cantante español Raphael recibió el reconocimiento por su "prodigiosa voz y su particular estilo". Monseñor Nicolás Gaviria Pérez (Q.E.P.D.) fue condecorado por los grandes aportes a la comunidad antioqueña y su labor social durante los 70 años de su vida sacerdotal. Jaime Jaramillo Panesso recibió la Categoría Oro por su labor en favor de la construcción de diálogos y mediaciones que han aliviado la violencia en la ciudad, el departamento y el país.
A la lista también entran el exgerente del Banco de la República José Darío Uribe Escobar, el empresario Arturo Calle, La Basílica de Nuestra señora de La Candelaria, El Municipio de Sopetrán, la Universidad Autónoma Latinoamericana, El municipio de Pueblorrico, El Colegio Montessori y El Ballet Folklórico de Antioquia que recibió el Escudo en Categoría Plata por sus 25 años de vida y trabajo cultural en el departamento.
Pero Maluma, además de todos los argumentos citados anteriormente, hizo Cuatro Babys:
“La primera se desespera, se encojona si se lo echo afuera. La segunda tiene la funda y me paga pa’ que se lo hunda (...) Estoy enamorado de 4 babys. Siempre me dan lo que quiero. Chingan cuando yo les digo. Ninguna me pone pero (...) Dos son casadas. Hay una soltera. La otra medio psico y si no la llamo se desespera (...) La primera se desespera, se encojona si se lo echo afuera. La segunda tiene la funda y me paga pa’ que se lo hunda. La tercera me quita el estrés, polvo corridos siempre echamos tres. A la cuenta de una le bajo la luna pero ella quiere con Maluma y conmigo a la vez (...) Tú tienes toa’s mis cuentas de banco y el número de la Master Card. Tú eres mi mujer oficial (...) Todas quieren chingarme encima de billetes de cien. Me tienen en un patín. Comprando en San Valentín. Ya me salieron más caras que un reloj de Ulysse Nardin...” y así va…
Sí, ya se habló bastante del asunto. Yolanda Rodríguez, columnista del Huffington Post escribió un artículo que en pocas horas se hizo viral señalando de machista y misógino al cantante paisa. También hubo una petición en Change.org para que Maluma quitara del aire su video y su canción, pero esa no fue, ni es y mucho menos será la solución. La solución no fue atacar a Maluma ni censurar su canción, pero en contra de la solución sí va catalogarlo como "ícono de la nueva generación de los jóvenes, como ejemplo de vida, de disciplina, de creatividad, de perseverancia, de comunicación, y de cercanía espiritual con las últimas generaciones".
Maluma ya lo tiene todo, no necesita un premio de la Gobernación, tiene el mundo a sus pies, y ni él, ni la maquinaria detrás de él, han sentido la necesidad y mucho menos la responsabilidad de preguntarse por la situación de la mujer; su canción nos dejó claro que el machismo se recrudece a diario y aunque el arte no es responsable de nada, este país y el mundo sí necesitan artistas que construyan realidades más libertarias, artistas que en vez de lucrarse a costa de la explotación de una imagen denigrante de la mujer sometida al maltrato y a la degradación de su cuerpo y su mente, le apuesten a la no violencia, a la equidad, a la libertad y al respeto. Eso fue lo que omitió el gobernador de Antioquia, Luis Pérez, al otorgarle el Escudo del departamento en Categoría Oro al reguetonero.
En 2015 estuve en Medellín durante 3 meses, y en ese corto tiempo fui víctima en 2 ocasiones de abuso a causa de mi condición femenina.
Abordé Metroplus un día cualquiera y mi ruta comenzaba en la estación de Chagualo y terminaba en Industriales, iba de pie y en una de esas estaciones en medio del trayecto se subió un hombre que rondaba entre los 30 y 40 años, su mirada se posó en mis tetas desde el principio y sus gestos me reprimieron, me sentí acosada, estaba a más de un metro de distancia por lo que giré para no tener contacto visual con él, pero la historia no terminó ahí, comenzaba y yo lo ignoraba, pues el tipo se bajaba en la siguiente estación y a causa de la salida de la gente yo tuve que reacomodarme y él muy alegremente pasó por mi lado y me pellizco un pezón, lo hizo y mi reacción fue dar par pasos y salir del bus detrás de él, le pegué por la espalda con todas mis fuerzas, lo insulté y le reclamé el haberme tocado, pero se negó, me dijo ‘loca’. En cuestión de segundos lo sujeté con mis manos y llamé a la policía que había en la estación y me ignoraron, iba a perder mi ruta y debía ingresar de nuevo para que eso no pasara, supe que nada podía hacer, lo solté y abordé de nuevo, para mí sorpresa, dentro se pusieron en mi contra, me miraron como si fuera una histérica, como si yo tuviera la culpa o como si mintiera, como si me hubiera inventado todo para hacer un show. Yo lloré y sujeté mis tetas.
Después de la desafortunada situación le conté la desagradable historia a una amiga paisa, ella me contó una experiencia también horrorosa que tuvo en medio de un pogo en cualquier edición del Festival Altavoz, donde también la tocaron, pero con más fuerza, con grados de violencia más altos que mi pellizco en el pezón; pero luego me dijo: “¿Será que eso ocurre porque llevamos poca ropa?” a lo que yo respondí: “podemos andar desnudas en la calle y nadie, nadie, nadie, tiene por qué tocarnos y mucho menos violentarnos”.
Esta es sólo una de las historias que me quedaron de Medallo, luego fui espiada en el baño por un empleado de servicios generales en un reconocido centro cultural de la ciudad. Esta es una historia más larga y aún hoy sostengo una demanda judicial contra ese sujeto que luego echaron de su lugar de trabajo después de reconocer su abuso señalándome a mí como “una tentación que el demonio le ponía para pecar”.
Estas historias no las olvidaré nunca y es la primera vez que escribo sobre ellas, pero la que les voy a contar ahora me aclaró muchas cosas, me aterrizó, y creo que podría servir como una especie de radiografía de lo que ocurre con la mujer y los imaginarios que se crean alrededor de ella, que terminan finalmente validando comportamientos machistas y misóginos en el mundo entero, en este caso en Medellín, Colombia...
Una mañana me dirigía a mí lugar de trabajo y me acerqué a comprar el habitual jugo de naranja donde siempre lo hacía. La vendedora de unos 35 años estaba acompañada de una señora de mayor edad y hablaban de uno de los tantos crímenes que se reseñaban en la prensa amarillista del día: habían asesinado a una mujer en un bar, crimen que la señora de mayor edad justificó con una historia familiar: “Mi madre me enseñó que si uno va a un bar y acepta bailar con un hombre tiene que bailar con todos los que se lo propongan”; a la mujer en cuestión la habían matado por negarse a bailar con un tipo.
¿Puede acaso un hombre matarme por negarme a bailar con él? ¿Puede ser socialmente aceptado que todas las mujeres tengamos que acceder a las propuestas de los hombres por el sólo hecho de ser hombres? ¿Si bailo con uno tengo que bailar con todos? ¿O debo dejar de frecuentar lugares que no son aptos para ‘mujeres decentes’? Se me ocurren muchas preguntas con la afirmación de esa señora aquella mañana, no se las hice porque supe que no era sólo ella, somos todos y no sólo en la Eterna Primavera. Eso me pasó a mí en Medellín, y para fortuna mía estas historias no significan nada frente a los relatos de millones de mujeres alrededor del mundo que han sido violadas, maltratadas física y emocionalmente además de asesinadas...
Es tiempo de denunciar, de hacerle frente a esta realidad y de reeducar no sólo a la población masculina, nosotras también somos machistas y la sociedad en general necesita legitimar la igualdad y equidad de género. Y lo mínimo que pueden hacer las instituciones que nos representan es dejar de promover el odio contra la mujer, la violencia y el abuso; por eso quien creó una canción con Cuatro Babys no debería ser condecorado y menos por la gobernación del departamento con más violencia estructural de Género para 2016.
Sí, según estudios del Ministerio del Interior y la Universidad Nacional de Colombia, Antioquia concentra el mayor número de delitos de violencia sexual en el país con el 20% de las denuncias. En los primeros 10 meses del 2016 en el departamento se reportaron 4.448 denuncias por violencia sexual. Y según el estudio entre los factores de riesgo de violencia sexual, la cultura y las creencias son determinantes. En lo estatal también se encontró legitimación de la violencia por parte de los servidores, un aspecto que el Ministerio del Interior se comprometió a revisar y que vale la pena recalcar hoy con el reciente Escudo del departamento en Categoría Oro entregado por la Gobernación a Maluma, un premio que el cantante no merece, una condecoración que no debió ser porque valida desde la institucionalidad la producción y el consumo de obras que fomentan la violencia de género, que recrudecen el machismo y promueven la concepción de la mujer como un objeto que se puede comprar y vender, usar y desechar.
Maluma no hizo nada para obtener el galardón, nada más allá de ser parte de una industria que explota la imagen de la mujer como un objeto sometido a los placeres de los hombres, una mujer cero crítica, nada independiente, presa del deseo sexual de un montón de machos que jamás la verán como un igual. Pero no sólo ha sido validado el trabajo de Maluma, el reggaeton ha sido legitimado y no sólo por una enorme y poderosa industria del entretenimiento, lo ha sido por hombres, mujeres, niños y niñas que lo consumen y hacen parte de sus dinámicas. Así que en este problema caemos todos y criticar a Maluma es la primera reacción, acusar al Gobernador Luis Pérez es el siguiente escalón… Pero la discusión va más allá de los reggetoneros y el género musical (La mujer y el rock: una historia no tan feliz), el machismo ha sido aceptado socialmente y diversos grupos sociales han creado un montón de imaginarios que han sido validados desde los hogares, las escuelas y las iglesias, a los que ahora se suman no sólo ídolos musicales, sino deportivos, Gobernadores y alcaldes. Este problema está en casi todas las esferas de la sociedad, ser más críticos con lo que consumimos puede ser parte de la solución, pero no será suficiente.