Marimba y fiesta en los 20 años del Petronio
Se acabó uno de los festivales musicales y culturales más importantes del país y esto fue lo que nos dejó.
“Ay oí, ay oí…” le escuché a un hombre gritar casi cantado sobre la zona de comidas. Estaba vestido con trajes típicos de África, amarillos y rojos. Rebosante de energía, aplaudía marcando el paso de una canción que nadie entendía, pero que replicaba con las baquetas de la marima. Llamaba la atención de aquellos que comían en el lugar y la gente comenzó a mirar: “ay oí, ay oí, he venido a cantar por aquí…”. Era un momento de improvisación para luego tomar el instrumento y comenzar con “todo el mundo está bailando, Kilele…”. El coro de la gente era estrepitoso. Aplaudían, bailaban, zapateaban y hasta agitaban arrechón y crema de viche al aire: había comenzado el Petronio Álvarez.
Al paso encontré una alemana de nombre Kaitlyn que buscaba a la experta en moda afro que supiera diseñarle sobre su cabello un turbante apropiado con su vestimenta. Su compañero quería encontrar el mejor sancocho de pescado y un panameño quería que le dibujaran en el rostro las marcas del río de Buenaventura. Era de esperarse, el Petronio convence a todos con su sabor y frescura, con esa brisa que viene directamente desde los farallones y que ahora viajaría al otro lado del mundo por una pareja que venía solo “a ver al del tambor que anda con la chirimía”.
Foto cortesía de Colprensa.
Así fue sucediendo por el resto de la semana lo que con prestigio y altura se debía celebrar: dos décadas de trabajo y música sobre el escenario. La región del Pacífico colombiano se vistió de fiesta y una vez más bailó al ritmo de la marimba y el guazá, dibujó sonrisas en los rostros de los 50.000 asistentes y cerró con broche de oro una de las semanas más importantes a nivel cultural de Cali.
Como era de esperarse, el nivel de las competencias musicales fue alto. La tarima giratoria nos mostró durante tres días agrupaciones. Los sabores del Pacífico que habían sido seleccionados meses atrás y que para esta ocasión coronó con el bombo a cada uno de los departamentos que conforma nuestra región: del Chocó en modalidad Chirimía, ZAPEROCO; desde Cauca en la modalidad de Violines Caucanos, REMOLINOS DE OVEJAS; de Nariño en la modalidad de Marimba, LOS ALEGRES DE TELEMBÍ y en Versión Libre, desde el Valle del Cauca, AGRUPACIÓN MUSICAL MAR AFUERA, además de ganar el premio de Mejor Canción Inédita con Ha Salido El Sol.
Foto cortesía de Colprensa.
Por otro lado, hubo una serie de premios que se entregaron el día sábado 13 de agosto a los mejores intérpretes vocales, instrumentales y de arreglos musicales.
Ahora bien, saliendo un poco del contexto de las competencias, me atrevo a resaltar el trabajo realizado por la organización del festival frente a lo que será la primera de muchas ediciones del Pazcífico Sinfónico. Una entrega de las músicas del Pacífico, acompañados de la magia de la Orquesta Nacional que brilló por cada nota. Se interpretaron 10 temas populares del Pacífico como Kilele, Mi Buenaventura, La Memoria de Justino y una histórica versión del tema Amanecé de Herencia de Timbiquí que días antes estuvo dando apertura a la versión XX del Festival de Músicas del Pacífico, Petronio Álvarez.
Como fiel participante debo confesar que, aunque no hubo una participación masiva como en años anteriores, el nuevo espacio de la Unidad Deportiva Alberto Galindo coincidió con una nueva brecha generacional que se encargará de transmitir los saberes del Pacífico. De llegar a las comunidades que tal vez no tenían el acceso y participar de encuentros no solo musicales sino educativos y culturales.
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El Petronio fue una vez más un espacio de reconciliación e igualdad. Donde nadie juzga los suyos y todos vienen a bailar con todos. Donde los niños aprenden a tocar marimba y bombo, y los extranjeros vienen a picar las empanadas de camarón. Una muestra de la educación y la cultura del pueblo caleño. Nos vemos en 2017 Petronio.
Foto cortesía de Colprensa.