Las deudas pendientes de Colombia con la comunidad afro
Muy pocas comunidades han sufrido tanto a lo largo de su historia, como lo ha hecho la comunidad afro en Colombia. La pobreza generalizada, la criminalización a su juventud, el poco o nulo acceso a la educación y a la salud son solo algunos de los problemas a los que se enfrenta esta población y que hoy en el siglo XXI sigue sufriendo los estragos de la esclavitud, el racismo y la discriminación.
De acuerdo a un informe del Centro de estudios de derecho, justicia y sociedad, Dejusticia, en Colombia, las principales víctimas de la discriminación racial son los miembros de los pueblos indígenas y las comunidades afrodescendientes. Un dato que bien podría ser bastante obvio, cuando por ejemplo, vemos que en las periferias de las principales ciudades del país, viven en su mayoría personas racializadas o que en las calles, habitan en su mayoría personas afrodescendientes. De acuerdo a un informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, el 98.3% de los afrocolombianos en situación de desplazamiento viven bajo la línea de pobreza.
Como un ejercicio para reconocer lo que ya se ha logrado en materia de derechos humanos, pero también de señalar lo que aún sigue pendiente con esta población, quisimos hablar con tres personas que desde distintas orillas trabajan temas de justicia racial.
Conversamos con Alí Bantú Ashanti, quien viene del movimiento estudiantil afro y quien dirige un colectivo de abogados llamado Justicia Racial, a través del cual pretende democratizar el acceso a la justicia a personas afro. Con María Isabel Mena, magíster en Investigación Social Interdisciplinaria y quien realizó el primer informe en Colombia sobre racismo en la escuela y, finalmente, con Laura Ledezma, abogada, estudiante de la especialización en Estudios Afrolatinoamericanos y caribeños de Clacso y quien también tiene un certificado en Estudios Afroamericanos de la Universidad de Harvard.
Lo que ya se ha logrado:
Según Alí Bantú, el mayor logro de su pueblo es la conquista de su libertad. “También la lucha que dieron los palenqueros, nuestros ancestros. Lucharon y crearon el primer pueblo libre de América, San Basilio de Palenque. Y otros pueblos que sirvieron como ejemplo para inspirar las luchas libertarias en América y el mundo. No es un logro solo de la gente nuestra, sino de otros pueblos negros en occidente. Ojalá un día el país se de cuenta del aporte de nuestros ancestros en la lucha por la libertad en América”.
El abogado también afirma que hoy hay un poco más de acceso a vivienda, a educación y algunos hitos en materia de representatividad política, pero “aún hay una deuda histórica, con respecto a poner la gente negra en el mismo nivel de competir en igualdad de condiciones con el resto de la sociedad colombiana”. Para él, “eso es lo que la gente joven negra está exigiendo hoy en la calle. Eso viene dado con el acceso a escuelas dignas y no centros educativos que no sean aptos para educarse, así como también exigen educación superior de calidad”.
Según María Isabel Mena, aún hay muchos rezagos de la esclavitud y mucho por hacer, sin embargo, explica, “las comunidades ya han avanzado bastante. Le han dicho al Estado: ‘necesitamos un modelo educativo que reivindique la sociedad africana’, ‘necesitamos la titulación de la tierra porque esta no puede ser improductiva. Debe estar al servicio de la gente que la trabaja y no puede ser un monumento a un pasado del cual no nos sentimos orgullosos’”.
Mena también resalta que los sistemas ancestrales de salud de las comunidades afro han evitado una catástrofe en la salud en porciones inmensas. “Estas comunidades han mantenido unos regímenes de ancestralidad, de trabajo por las plantas y naturaleza que han impedido que las poblaciones sean diezmadas. Imaginémonos que hoy, ante el Covid, la gente no utilizara el matarratón y esos antibióticos naturales en sus territorios. Imaginémonos a dónde iría esta situación”, explicó.
Sin embargo, a pesar de los avances, muchos problemas siguen presentes en el siglo XXI. “Hay varios ejercicios dialogantes, profundamente reclamantes de la dignidad, pero que no encuentran eco en esta hegemonía sanguinaria que nos gobierna. Por donde le mires este tema de avances, la gente ha propuesto una nueva fisonomía al país, pero no los han escuchado. Las elites no quieren entender lo que el ciudadano de a pie y la gente de chancleta y alpargata le quiere decir al país”.
De acuerdo a Laura Ledezma han habido varios avances a nivel jurídico. El primero es que se incluye en el cuerpo institucional el tema de la inclusión. “Pese a que es un artículo transitorio, es la inclusión de una población históricamente discriminada dentro del cuerpo constitucional. Eso se lo debemos a las movilizaciones ciudadanas. Por otra parte, creo que es muy importante en términos de la ley de víctimas, el hecho de tener un enfoque etnicoracial. Hay que tener en cuenta que el conflicto armado no ha afectado de manera igual a todas las comunidades. Se ha desarrollado en territorios principalmente pertenecientes a comunidades eticoraciales”.
Laura también explica que dentro del cuerpo del Acuerdo de Paz se reconoce que somos un país multicultural y el hecho de que se reconozca que hay personas pertenecientes a las comunidades negra, raizal y palenquera, hace que podamos entender que las desigualdades tengan raíces en características particulares como el color de piel, el género, la capacidad, etc.
Las deudas con la comunidad afro:
Tanto para Bantú, como para Mena y Ledezma no son otra cosa distinta que el clamor que el pueblo colombiano ya reclama en el Paro Nacional. Tiene que ver con avanzar a la paz completa, tumbar reformas que siguen desfavoreciendo a las mayorías y reclamar dignidad. Todos coinciden en que la batalla principal es contra el racismo y la violencia institucional.
“Una de nuestras áreas de trabajo ha estado fundamentada en la defensa de los derechos negros sobre todo de los jóvenes, en especial contra la violencia de la fuerza pública. Este no es un fenómeno nuevo, es histórico. La policía se creó para recapturar a los esclavos que huían de las haciendas esclavistas mientras buscaban su libertad. La policia tiene sus raíces en la época de la esclavitud”, cuenta Alí, señalando que el desescalamiento de la violencia hacia la población afro es un tema urgente a resolver.
Además, dijo que también es vital poner el ojo en las grandes ciudades, donde “nuestra gente vive en las periferias y los lugares más desiguales. Allí están atrapados o han sido desplazados. Enfrentan realidades adversas. La ciudad para ellos no es un escenario donde se respeten los derechos humanos, se vive bajo la marginalidad”.
“También está el tema de acceso a vivienda y a agua potable. Son dos elementos que requiere cualquier ser humano. La educación también está totalmente privatizada. Un semestre de medicina cuesta 25 millones en la Universidad del Rosario, mientras que el 80% de la población afro vive en la pobreza. Es muy difícil pensar que los niños o niñas afro sean médicos o abogados”.
Para Mena, el tema de la educación también es una preocupación. Dice que es clave que “el fondo de Icetex inyecte recursos anualmente de acuerdo a la proyección vital del indicador de los jóvenes. No tiene sentido que se conserve el presupuesto de Icetex para el fondo condonable y siga el Estado diciendo que puede recibir solamente 2.000 pelados, cuando se presentan 7.000. Esos 5.000 que están dejando de entrar a la universidad, es lo que convierte al país en una bomba social”.
Además suponiendo que pueden entrar, señala la experta, después vienen muchas batallas para que el currículo al que entran tenga un enfoque racial. “Por ejemplo, debe tener cursos sobre África y su descendencia, currículos sobre raza. De nada sirve que entren los pelados a la universidad y sean inyectados con todas las mentiras del eurocentrismo y que lo único que se les enseñe sea la historia de Europa. Lo que hay que entender es que la batalla de los derechos humanos de la población negra es contra el racismo”, agrega.
Según Ledezma, todavía quedan muchos pendientes, especialmente en el contexto de paro y pandemia. “Para evaluarlo tenemos que ver cómo es la distribución de las UCIs. Tenemos que ver cuántas Unidades de Cuidado Intensivo hay en Quibdó, en Buenaventura, en Timbiquí y otras poblaciones, sobre todo del Pacifico. Si miramos eso a fondo, vamos a ver las diferencias estructurales del país, incluso en un derecho que debería ser universal como el de la salud”.
También está todo el tema de la implementación del Acuerdo de Paz, afirma la experta. “Logramos ser nombrados, ahora, ¿cómo se está haciendo la implementación de estos derechos que tenemos como pueblo?. Pareciera que no es un tema en la agenda. Acá es importante el papel de los medios de comunicación. Hace poco veía noticias de medio día, la situación de Buenaventura está terrible. Pensé que iban a hablar de la violencia generalizada que hay. Y no, decían que estaba terrible porque tenían represadas todas las mercancías”
La pregunta no solo va hacia lo que hace o deja de hacer el Estado, dice Ledezma, y agrega que debe ir orientada a lo que hacemos o dejamos de hacer como sociedad.
¿Cómo estamos viendo a los territorios?, se pregunta. Y dice que “Colombia tiene una particularidad que si bien cada vez se ha ido desfigurando más, sigue teniendo injerencia en el país: tenemos esta idea de las geografías racializadas. Cuando se piensa en lo afro, se piensa en el Pacifico, pero hay pueblos afro en todo el territorio colombiano. Si pensáramos desde ahí, desde esa lógica de las geografías racializadas, podríamos decir que Buenaventura es un territorio afro. Y el hecho de que nos interese Buenaventura no por la violencia o la desigualdad, sino por el represamiento de mercancía, demuestra que como sociedad debemos hablar de estas cosas”.