Un curso universitario para el cultivo de cannabis medicinal
En 1986 en Colombia se creó la ley 30, mejor conocida como el Estatuto Nacional de Estupefacientes que estableció un marco jurídico para el uso y producción de sustancias psicoactivas. Si bien en un principio fue bastante represivo, pues sancionaba la dosis mínima, esto cambió en 1994 cuando la Corte Constitucional la despenalizó. Pero, esta ley tenía un especie de hueco relacionado con el autocultivo de cannabis que muchas personas aprovecharon para empezar a estudiar esta planta y desarrollar sus propiedades medicinales.
Entre esos primeros activistas cannabicos, está Javier Hidalgo, ingeniero agrónomo de la Universidad Nacional de Colombia, que ha logrado combinar su pasión por la jardinería y la ciencia para el desarrollo y la pedagogía del cannabis medicinal. En 2017 dio un primer curso de cultivo en la UNAL y desde el 21 de mayo dictará en esta universidad un nuevo curso avanzado de 8 módulos con el busca enseñar no solo a plantar cannabis, sino a hacer las legalizaciones y permisos que se necesitan para la producción y exportación de esta planta.
Javier cuenta que está idea nació en 2006, cuando todavía era estudiante y desarrolló un pequeño pensum de autocultivo que no pudo hacer realidad, dado que en ese entonces la legislación del país no lo permitía. Pero gracias a los decretos 613 de 2017 y 811 de 2021, se creó un marco jurídico que no solo regula el autocultivo, en Colombia cada persona puede tener hasta 19 plantas y adquirir hasta 40 semillas certificadas por año, sino también la producción industrial de la marihuana para fines medicinales.
Esto ha permitido el crecimiento de una industria que, según Javier, hasta ahora ha generado la creación de unas cinco mil empresas y que con la regulación de la exportación de flores seguro seguirá creciendo. Pero, contrario a lo que se cree, la marihuana es una planta que necesita varios cuidados para que se pueda aprovechar al máximo sus propiedades.
Entre estos está por ejemplo el impacto ambiental que la siembra produce o como el oficio del agrónomo incide en la expresión final de la planta. Pero además se deben conocer una serie de especificaciones jurídicas que se necesitan para tramitar las certificaciones y el posterior comercio de los productos. Por ejemplo, es importante tener en cuenta que la exportación solo se puede hacer a países con marcos jurídicos similares al de Colombia.
Por eso este tipo de cursos son muy importantes, ya que, como explica Hidalgo, en el país estamos viviendo “un cambio de paradigma. Si bien en la guerra contra las drogas en los 70 Colombia encabezó el narcotráfico de marihuana ahora el contexto es distinto y el curso obedece a eso. Es un curso de conceptos técnicos avanzados enfocados en la exportación”.
Él también explica que tan solo en trámites el estado puede recibir entre 100 y 150 millones de pesos por empresa, y las oportunidades de está industria no solo están en la generación de empleo sino que, por ejemplo, en el marco del posconflicto y la implementación de los acuerdos de paz, el cultivo de cannabis de exportación es una oportunidad para el desarrollo de las comunidades que fueron afectadas en el marco de la guerra contra las drogas.
Si bien este tipo de iniciativas y el desarrollo de esta industria han contribuido a ir borrando el estigma que tiene la marihuana, todavía hay un fuerte debate que está relacionado con el uso recreativo o uso adulto. Para Javier este será el siguiente paso y seguramente el próximo presidente del país, independiente de quien sea, deberá abrir esta puerta porque se ha demostrado tanto en Uruguay como en varios estados de Estados Unidos que, con la adecuada regulación, este es un negocio muy próspero que puede ser muy aprovechado.
Para más información sobre los módulos y costos del curso de actualización profesional para la producción de cannabis medicinal, pueden entrar a esta página.