"No confíes en un computador que no puedas levantar"
El computador personal que sonreía y decía "hello", al igual que la manija para cargarlo, están cumpliendo 30 años. Recorrido por su historia, su lanzamiento y Steve Jobs, el personaje descalzo detrás de su creación.
Las luces, el escenario, los vídeos (nada menos que un comercial famosísimo dirigido por Ridley Scott... ) y claro ¡Su discurso! Todo tenía que estar perfecto, impecable y hecho a su medida; Steve Jobs sometería sin piedad a quien fuera, o a quien lo contradijera, para tener el control.
Una mesa mal ubicada, una sombra de más, el color o el tamaño del backing; cualquier cosa podía ser motivo para un regaño desproporcionado y a veces malintencionado de un nervioso aunque imponente Jobs, quien solo a veces se arrepentía de arremeter contra inocentes.
Pero el 14 de enero de 1984, no había tiempo para culpas. Con 28 años de edad, el Director de Apple estaba absolutamente convencido de que cambiaría la historia de la computación para siempre y había organizado un evento de millones de dólares para demostrarlo. Sería uno de los momentos más importantes de su vida: el día en que los computadores "se harían por fin para seres humanos" (aunque a un precio de $2.495 dólares).
Fue una lección brutal de mercadeo adornada con un discurso de David contra Goliat, de la juventud contra las viejas reglas; una narración heroica de quienes estaban en la primera línea de batalla contra el mundo decadente y totalitario de los que, para Jobs, construían máquinas burdas y complicadas (y que no se podían cargar al hombro, a diferencia de su primer Machintosh, que sí traía una manija incorporada para moverlo fácilmente). De ahí una de las frases icónicas de la presentación: "no confíes en un computador que no puedas levantar".
Jobs era exagerado, irracional, pretencioso, pero mágico a la vez. Se creía el mesías y el Macintosh era su testamento.
"Los tiempos están cambiando"
Irónico y pretencioso, Jobs siguió adelante, anunciando que el trabajo de dos años estaba arrojando los resultados de algo "demente" y que había funcionado "bien" ("insanely good"). Los números, kilobytes, el procesador, etcétera, sonaron bien y potentes (incluso el Apple Bus, un sistema que pocos entendían lo que era), pero él cerebro creativo de Apple guardó lo mejor para después.
Como si estuviera en un show de magia, Jobs destapó la caja y presentó un computador a color capaz de editar imágenes, texto, y que, por lo demás, hablaba gracias a un programa de texto a voz electrónica. Lo que más llamó la atención, fue su interfaz gráfica, única en ese momento; lo demás fueron trucos que maravillaron al mundo. Aprovecho el momento también para declarar la muerte del disquete de 5 1/4 pulgadas, solo porque el Mac (el futuro según Jobs) traía un slot solamente para el de 3 1/2. Es como si en el mundo actual hubiera lanzado "la nube" en reemplazo de las USB y el CD.
La famosa frase "para que 1984 no sea como 1984", la novela de George Orwell, apareció en la proyección del comercial de un millón de dólares que hizo el inglés Ridley Scott (Blade Runner) para el Mac, lanzado en el Super Bowl de ese año. Está basado en la idea de manipulación y control del Gran Hermano (IBM), un sistema pesado, decimonónico y odioso, que en el imaginario de Jobs era vencido por la innovación, inconformismo y juventud de Andy Hertzfeld, George Crow, Burrel Smith, Bill Atckinson, Mike Murray, y claro, de Woz y Jobs, el equipo detrás del Macintosh, y todos sus compradores.
A pesar de la fanfarria publicitaria, no hay duda de que ese equipo hizo historia en el universo de los computadores, finalmente inherente al de los seres humanos. Millones de personas han comprado Macs en estas tres décadas por su facilidad de uso, su diseño, su calidad y por la misma idea que más o menos perdura desde la primera máquina: "el producto de una compañía manejada por humanos y no una compañía manejando seres humanos".
De todas formas, las frases célebres y el fetiche de algunos con la marca no ocultan que Apple es hoy de las compañías más grandes del mundo, y como tal, ha cometido errores; ha sido multada por temas de patentes, ha sido manejada arbitrariamente en muchas ocasiones y se han cuestionado sus prácticas de contratación y trato a su fuerza laboral externa por fuera de Estados Unidos.
La mac-gia de tus 30 años ¿Hasta cuándo?
A pesar de todo, la historia del Mac, de Apple y de Jobs es una de dedicación que ahora se recuerda con el aniversario de las tres décadas del aparato que cambió a su empresa, que después precipitó su salida de la compañía en 1985, y que luego lo reivindicaría en su regresó a Apple en 1997, gracias al iMac.
Hoy en día es fácil entender el perfeccionismo irremediable de Jobs. Si hubiera lanzado una máquina de segunda hace 30 años, todo ese esfuerzo y toda la presión ejercida sobre su equipo hubieran sido un chiste.
Sin embargo, pasado tanto tiempo y tantos triunfos, las cosas han cambiado. El futuro de Apple sin él parece advertido en el mismo fragmento de la canción de Dylan que dedicó esa mañana de 1984 a sus adversarios, esos que veía como hombres del pasado. ¿Será Apple también del pasado?:
"Vamos escritores y críticos
que profetizan con sus bolígrafos
Y mantengan sus ojos bien abiertos
Puesto que la oportunidad no se presentará de nuevo
Y no hablen demasiado pronto
Pues la rueda aún esta girando
Y no hay manera de decir
a quién habrá de nombrar
Pues los perdedores ahora
serán los ganadores después...
Pues los tiempos estan cambiando"
" The Times They Are A-Changin' - Bob Dylan.