¿Y qué es la radio si no es poesía?
Yo no concibo la radio sin poesía. Así como no concibo la música sin silencio.
¿Cómo no hacerle un homenaje a la palabra cada vez que un micrófono está encendido? ¿Cómo no susurrar palabras dulces cuando desde cualquier lugar del mundo alguien te está escuchando en el ritual más personal anclado a un par de audífonos?
¿Cómo no pensar antes de hablar y buscar que las palabras encuentren su cauce y fluyan como ríos sonoros que lleven a algún mar al pensamiento de quien escucha?
¿Cómo no hilar las historias, hilar las canciones, hacer más preguntas que respuestas, charlar con la mente del otro, escuchar su silencio y percibir su reacción cada vez que le pones play a una canción?
Es difícil de asimilar la radio sin poesía hecha por periodistas sin pasión. De aquellos que hablan a la velocidad de la luz y casi sin respirar pretenden que entiendas todo lo que dicen. De los que utilizan un micrófono para juzgar, criticar y no para reflexionar y denunciar. De los que gritan en vez de hablar. De quienes promueven odio y capturan y compran oyentes jugando con el dolor ajeno. De los que creen que lo único que interesa es el sexo. De los que alardean hablando mil idiomas pero ni siquiera dominan el materno. De quienes comunican dando por hecho.
De quienes no son conscientes que son un servicio y lo hacen para alimentar sus seguidores y falso estrellato digital. De quienes no enseñan porque nunca aprenden. De quienes no comparten y por debajo de cuerda piden. De quienes no escuchan y en sus entrevistas su sordera se hace evidente. De quienes se creen más abogados que periodistas. Y de quienes son estrellas de la radio en vez de iluminar con su trabajo y palabras el cielo ciudadano.
La radio existe porque existe la poesía, es aquella literatura orquestada de quienes prefieren informarse con cadencia y de manera más cercana. Es de frases cortas, de palabras contundentes. Una voz que te sorprende. Alguien que te acompaña y constantemente te conquista. Algo que ninguna playlist reemplazaría. Es poesía amable y generosa que siempre le pone color a tu día. Que hace más llevable la vida. Que te sorprende con cada página encendida de una sorpresiva melodía.
Esa es la radio del ayer, del futuro, de nuestros días. La radio para todos, la que convoca y nunca divide ni estratifica.