El día que David Bowie cambió la historia de la música con un dedo
La imagen de una mano rasgando una guitarra azul hace un fade con la cara de un David Bowie andrógeno, de facciones delicadas, ojos vivaces y sonrisa picaresca. Luego se va alejando el rostro del artista. Captura su ropa brillante: roja, azul, dorada, ceñida al cuerpo y rematada con unas botas de astronauta. El baterista entra a cuadro. Luego el perfil de Bowie vuelve a tomar el primer plano. Lleva su mano a su oreja izquierda, como quien busca escuchar su propia voz, mientras canta:
There's a Starman waiting in the sky
He'd like to come and meet us
But he thinks he'd blow our minds
[Hay un hombre de las estrellas esperando en el cielo
Le gustaría venir a conocernos.
Pero él piensa que nos volaría la cabeza]
Mick Ronson, el guitarrista, de pelo rubio que empata con su traje dorado, mira hacia el micrófono y se acerca. Bowie lo recibe, lo abraza y juntos entonan:
There's a Starman waiting in the sky
He's told us not to blow it
'Cause he knows it's all worthwhile
He told me
Let the children lose it
Let the children use it
Let all the children boogie
[Hay un hombre de las estrellas esperando en el cielo
Nos ha dicho que no lo estropeemos
Porque él sabe que todo vale la pena
Él me dijo
Deja que los niños la pierdan
Deja que los niños lo usen
Deja que todos los niños bailen]
En el estudio de televisión los niños y las niñas bailan. Se mueven de manera cadenciosa y algo tímida. La cámara vuelve a enfocar a Bowie y él la mira directamente, levanta el brazo a media altura, la señala y mueve el dedo mientras canta:
I had to phone someone, so I picked on you
[Tuve que llamar a alguien, así que te escogí]
Es julio de 1972. Es “Starman” de David Bowie. Es el programa Top of the Pops de la BBC. Es el día que se inventaron los años 80.
La transmisión se hizo desde el Centro de Televisión de la BBC en White City. Bowie había sido celebrado por su disco Hunky Dory, publicado en diciembre de 1971, por la disquera RCA Records. Una pieza melódica, producida por uno de los principales ingenieros de Los Beatles, Ken Scott, y que estaba destinada a convertirse en un clásico, aunque para muchos críticos aún muy conectado con la estética del cuarteto de Liverpool.
The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, disco en el que se encuentra “Starman”, fue lanzado en junio de 1972. No había tiempo para dudar, el público pedía, la industria crecía y los músicos tenían que imaginar. Y aunque esta pieza también tuvo como coproductor a Ken Scott y la mayoría de las canciones se escribieron casi al mismo tiempo que las del Hunky Dory, ese día, cuando Bowie señaló a la cámara, algo murió y algo nació.
Junto a Mick Ronson, Trevor Bolder y Mick Woodmansey, el artista británico lograba juntar en una ópera rock la impredictibilidad de Vince Taylor y el contorsionismo existencial de Iggy Pop. Capturaba la oscura belleza de The Velvet Underground y la estética glam y de trovador de Marc Bolan de T. Rex. Se dejaba permear por la experimentación que tenía lugar en los sótanos Arts Lab, un centro artístico en Londres, y del efecto psicológico de que unos cuantos hombres pisaron la luna un par de años atrás. La cultura norteamericana, la artificialidad del rock, el sexo y la sexualidad, las drogas… Todo cabía en Ziggy, un personaje redentor, apocalíptico y que finalmente sería consumido por su propio ego.
Sentados en el sofá, mientras los padres y madres abrían los ojos como gesto de desaprobación, los jóvenes sintieron el llamado de aquel dedo que les apuntaba. Era momento de dejarse ir, de jugar y bailar. La beatlemanía tenía fecha de caducidad: un outsider se convertía en estrella y estaba llamando al mundo a que lo siguieran.
Sin Youtube ni retransmisiones, quienes lo vieron lo hicieron con avidez, creyendo que sería la única oportunidad y grabándolo en la memoria como el tesoro que era. Quedó marcado en el cerebro Bono de U2, de Robert Smith de The Cure, de Boy George, de Adam Ant, de Mick Jones de The Clash, de Gary Kemp de Spandau Ballet, de Morrissey y Johnny Marr de The Smiths, de Siouxsie Sioux, de Dave Gahan de Depeche Mode y de muchos, muchos más.
Son ya 50 años de la interpretación de David Bowie de "Starman" en Top of the Pops. Una que ha adquirido cierta calidad mitológica con el tiempo. Una transmisión que más que una transmisión, una canción o un álbum, mostró la forma como David Bowie nos miraba.