Segunda Línea: el colectivo de músicos que acompaña con chirimía las manifestaciones sociales
Sebastián estaba sudando. Llevaba su bombardino de cuatro kilos y medio al hombro, un megáfono pegado a su boca mientras cantaba con fuerza: “Enciendan la música, apaguen la guerra”. Con su paso intentaba seguir el ritmo acelerado de la marcha que avanzaba. El sol ardía. Con el sonido de los bombos, los platillos, los redoblantes y otros instrumentos que acompañaban con música a las más de 3.000 personas que llegaban al Monumento de los Héroes tras caminar varios kilómetros de calles bogotanas desde el Parque Nacional, la emoción colectiva afloraba como en una onda que inundaba sin tregua todo el espacio.
El volumen de tres sound systems hacía que todos estuvieran conectados entre sí, compartiendo una misma sensación. Los músicos además llevaban consigo no sólo el ritmo y la emoción compartida, sino la convicción clara de transmitirle al resto de marchantes su resistencia y aguante.
Desde las manifestaciones del 21N, que comenzaron en noviembre de 2019, antes de la pandemia, se formó la Segunda Línea, una iniciativa entre la Chirimía la Suculenta y la Chirrimía Balsámica que le apostó a ritmos del Pacífico para musicalizar algunas arengas y acompañar ese clamor ciudadano que, desde ese momento, exigía dignidad social a través de peticiones básicas como el acceso a la vivienda, la educación, el agua, la comida.
Sebastián, quien ya hacía parte de la Chirrimía, estuvo desde el inicio del proceso. “El nombre viene de “second line”, este grupo de Nueva Orleans que toca en las calles y que tiene que ver con las primeras líneas. La Segunda Línea es la ofensiva, pero nuestra ofensiva es la música. No es un ataque, sino una forma de animar a los marchantes”, cuenta el artista, quien también hace parte del Frente Cumbiero.
Aquí puedes ver un video de la “Segunda Línea” en Nueva Orleans:
En ese momento eran 10 músicos, hoy son 115. Hubo una pausa, por la pandemia, pero cuando en mayo de este año el Paro Nacional se reactivó a raíz de la propuesta del gobierno de hacer una reforma tributaria que de una u otra forma, hizo que volvieran a efervescer todas las emociones de molestia de manifestaciones anteriores, pensaron en hacer algo grande.
“Nuestra misión era llamar a mucha gente del ámbito musical. Llamamos personas que hacen parte de varios conservatorios, universitarios, amateurs, profes, compositores, arreglistas, cantantes. Éramos 150, sobre todo de Bogotá, de todas las localidades y municipios cercanos. Luego, terminamos siendo 115 personas. No era ni es un grupo para decir ‘vámonos de fiesta, a tocar, a fumar’ o para decir ‘qué chévere el paro’, sino algo más organizado, donde lo más importante es proteger la vida. Por eso siempre vamos con alguien de derechos humanos”.
Cada vez que se organiza una acción, entre ellos gestionan quién va a ir. No hay un líder, solo una colectividad. “Incluso hay médicos y abogados que tocan. Hay gente que ha ido firme desde el principio hasta ahora y otros que van y vienen”.
En las redes que se han creado ahí, no solo están las y los integrantes de la Segunda Línea, sino Músicas Andinas de Colombia y La Vida Suena. “Aparte de las marchas se han hecho bastante asambleas y estamos discutiendo como gremio de músicos aspectos clave de nuestro trabajo, del presupuesto que se destina al arte desde lo público y las condiciones laborales. No todo se puede quedar en la calle. La idea también es que haya segundas líneas musicales en todo el país”, explica Sebastián a quien también lo conocen como Eufox y quien es maestro en Eufonio Clásico y Jazz y de Improvisación libre.
El concepto de la segunda línea de Nueva Orleans, explica Rozo, también está muy ligado al concepto de las bandas. “Banda de hecho significa ‘unir’. Y ese formato sale de las bandas militares que eran vientos y percusión y debían sonar bastante fuertes al ser dirigidos a militares. Si tú te vas a ver una banda de estas de Nueva Orleans son los mismos instrumentos: la tuba, las trompetas, los clarinetes, la percusión. Ahí todavía no se habían inventado la batería, todo estaba separado: el bombo, el redoblante y los platillos”.
Este formato está en varias partes del mundo, agrega. “En la Costa Atlántica, cuando llegaron esos primeros instrumentos se formaron las bandas pelayeras que tienen la misma forma: bombo, platillo, redoblante, trompetas, clarinete, trombones, bombardino. En el Pacifico también está esa formación de chirimía que es bombo, platillo, redoblante, clarinete y bombardino. De ahí ese formato de chirimía fue el que acogimos para la Segunda Línea. Nació de las calles y de la pregunta de qué debíamos hacer como músicos”.
De acuerdo a Sebastian, la iniciativa es totalmente independiente. “No tiene ni un color ni un partido político. Hemos tratado mantener esa independencia y más ahora en un momento preelectoral, en donde hay tanta gente pescando. Hay muchos medios de comunicación con los que no estamos de acuerdo, entonces también tenemos cuidado de hacer ciertas entrevistas”.
Todas estas decisiones se toman en colectivo. “Hay un grupo base donde se estudian estas decisiones y a dónde vamos a ir, qué acciones vamos a hacer. Se analiza la propuesta y se hace un quórum. Y siempre salimos con una pancarta que dice: ‘Nunca guardaremos silencio, SOS músicos colombianos, Segunda Línea’. Me gusta eso de no guardar silencio porque eso sería como aceptar lo que está pasando.Y cuando tú callas, otorgas”.
Al principio salían todos los días, desde el 28M y ya después empezaron a evaluar a cuáles marchas iban. Prefieren las autogestionadas y algunas mediáticas con un mensaje claro. “Lo más importante es que tenemos un mensaje claro, por ejemplo, nuestro repertorio no es Colombia tierra querida. Hemos escrito varios temas, también tocamos canciones de Edson Velandia y el Himno de la Guardia Indigena. La música es una experiencia tremenda. Hemos tenido experiencia en donde el escenario se pone caliente o violento y la música calma mucho a la gente”.
Hasta el momento no les ha pasado nada grave. “Siempre tratamos de salir con los chicos de seguridad y siguiendo todos los protocolos. La idea es resguardar y proteger la vida. No salimos en las noches, máximo nos quedamos hasta las 6 o 7. Solo una vez hubo intento de infiltración. Íbamos a Héroes y había personas bastante extrañas. Nunca los habíamos visto y grababan y acercaban mucho nuestras caras para tomarnos fotos o hacer videos. Los que se dieron cuenta fueron los de seguridad. Pero ahí seguimos, resistiendo desde donde podemos”, dice el artista, antes de agregar que es imposible que la música sea ajena a lo que pasa en la sociedad.