I.R.A celebrará sus 30 años en Rock Al Parque
Hablamos con Mónica Moreno de la larga historia de I.R.A, el accidente que sufrió Viola en 2010, lo que piensa de La Etnnia a Rock al Parque y más sobre estas tres décadas punkeras, también con lado metalero.
Los pogos desaforados y el síndrome conocido como "Infexión Respiratoria Aguda", siempre van de la mano. De hecho son inseparables, como cuando se diagnostica la historia del punk colombiano y aparece Medellín como primera causa.
Pero cuando la "Infexión" lleva 25 años sin parar, los pogos agresivos pueden convertise en episodios de locura conocidos como "pogos de cariño", de celebración, que solo una pareja como Mónica Moreno y David Viola pueden experimentar.
En el año 2010, cuando celebraban su primer cuarto de siglo como I.R.A, los dos se divertían solos en su casa, haciendo una fiesta de "punk y desorden" que casi que imitaba el nombre de los compilados Punk And Disorderly del Reino Unido (discos influyentes para Mónica, con canciones de Chaos U.K, Vice Squad, The Adicts y Dead Kennedys). Pero no fue como se la imaginan.
Hace años que Mónica y Viola son vegetarianos, y que el trago y otros pecados pasaron a tercer o cuarto plano en sus vidas. Ya no hay tiempo, ni energía - ni billete -, para eso. Las madrugadas, el deporte, el trabajo y la música ocupan hoy todo su tiempo, y así se mantienen juntos como familia.
Sin embargo, pensar en ellos dos solos, pogeando juntos, es como imaginarlos callejiar en los noventa por Medellín, con la cresta pegada como un hacha en el pelo, cuando todavía eran los punks jóvenes que cimentaron este estilo rebelde en Colombia.
Pero hoy Viola sigue usando la cresta. Como parcha tanto con Alex Oquendo de Masacre, quien le ha hecho casi todos sus tatuajes, nos contó Mónica, les dicen, cuando los ven juntos, "la escoba y el trapero"; al de I.R.A por las puntas de colores que le salen de la cabeza, y a la conocida voz del death paisa, por sus negras "greñas" metaleras.
No obstante, esa noche de felicidad en su casa cerraba el ciclo de conciertos de sus primeros 25 años de carrera. Ya no eran los mismos niños que comenzaron esto en 1984. Su "pogo de cariño" - nada que ver con los de G.G Allin -, casi acaba en tragedia y con la banda.
Una pausa accidentada
Todo pasó como si Live Fast Die Young de Circles Jerks se les hubiera hecho realidad antes de tiempo ("No quiero vivir más allá de los 35, no quiero morir en una guerra nuclear"). La muerte, como a la banda Death, les respiró su mal aliento en la nuca.
Viola cayó por accidente a un charco de agua y su pierna fue atravesada por un palo. Casi se desangra antes de llegar a un centro médico alejado del lugar calmado donde la pareja pasa sus días.
En el momento del accidente, enfiestados en su casa-finca a las afueras de Medellín, donde también tienen su estudio y componen sus discos, oían música a todo volumen - quizás Pogo Dancing de The Vapors -, cantando y saltando al lado y dentro de un "charco" de agua lluvia. En uno de esos brincos encima del barro, el destino se hizo presente como en la muerte de Joe Strummer, o cuando Brett Gurewitz dejó a Bad Religion.
Viola fue a dar al suelo, golpeándose muy fuerte, y su pierna fue atravesada completamente, de lado a lado, por el tronco de un árbol, lo que le causó una herida sumamente grave. El guitarrista de I.R.A, perdió tanta sangre en el recorrido de su casa retirada de la ciudad hasta el hospital, que Mónica pensó que su compañero de toda la vida se iba a morir, o que el mejor de los casos perdería la pierna.
Sin duda, ese fue uno de los peores momentos de sus vidas, y este no cesó durante un año entero, el 2011, un periodo de dura recuperación para Viola; de quietud, silencio, guitarras apagadas, de una pausa que se sintió interminable.
Todo empeoró, además, por culpa de una infección que afectó la herida de su pierna. Viola sufrió reacciones adversas a medicamentos, plantas y todo lo que se les ocurrió para tratar de que se curara de esta racha de mala suerte. Pero, después de tanto sufrimiento, la angustia, aunque inmensa, finalmente pasó.
Vendrían pogos mejores.
I.R.A suena por Altavoz
Al volver del infierno, con Viola ya curado y Mónica llena de la energía y actitud de siempre, otra buena noticia llegó como de la nada: la pareja aceptaba el llamado de la Secretaría de Cultura de Medellín para dirigir el Festival Altavoz 2012 (el que cerraron Vice Squad y Behemoth) y 2013, un evento con el que ya tenían una relación sólida y una historia desde que comenzó a hacerse.
Altavoz es el "otro" gran festival gratuito de música alternativa en Colombia, llamado a veces "Rock Al Parque de Medellín", aunque es un monstruo musical por su propia cuenta y funciona con otras lógicas y objetivos.
En 2004, I.R.A hizo parte de su primera edición, y en 2007 lucharon por la iniciativa que logró que el Concejo de la ciudad aprobara el Acuerdo Municipal que lo reconoció. Mónica intervino en una ocasión, incluso, en el recinto del cabildo. ¿Se puede ser más punk que eso?
Por esa época, Altavoz fue un triunfo profesional y personal único para esta pareja que ya desde tiempo atrás había cambiado la anarquía y el desorden por la claridad sobre otras formas de expresión y de construir cultura.
Se trataba, también, de un reconocimiento a una carrera musical de obstáculos (superados). Y más allá de eso, a dos personas íntegras que habían tomado una desición de vida muy extraña: vivir del punk, y de una manera distinta.
Crónica de una (dos y tres) décadas podridas
Mutantes, Complot, NN, Pene, Las Pichurrias, Los Hooligans, Morgue, Escoria, entre otros, competían en los ochenta por cuál tenía el nombre más "pasado" y punkero de un movimiento que en Colombia apenas gritaba sus primeras consignas.
Reflejo de una época violenta y de incertidumbre social y política, estas bandas, junto a una engendrada en 1984, llamada S.I.D.A ("Sucios y Desordenados Anarkistas"), eran parte de la primera generación punk de Antioquia.
Ese nombre fue idea de Viola, la voz ronca e inconfundible de lo que ahora es I.R.A, junto a otros integrantes que se alejaron con el tiempo. Luego se llamarían "Ideas de Revolución Adolescente", y cuando pasó la revolución, y la adolescencia, la sigla se convirtió en "Infexión Respiratoria Aguda".
Hijo de un ingeniero civil y un ama de casa, Viola conocería a Mónica tiempo después, en 1992, cuyo papá, que no vivió con ella, trabajaba en minería y su mamá en ganadería. Mónica cantó primero, y toca la batería en la banda desde el año 2000. Uno de sus retos más grandes como baterista ha sido aprender a tocar con metrónomo para la grabación de I.R.A Pura.
A propósito de este gran momento de su carrera, momento histórico para el rock y el punk colombiano, hablamos con Mónica sobre el accidente que le debió dañar más de un tatuaje a Viola, de su historia con Altavoz, de sus primeros años como banda, de lo que significa en Medellín la convivencia del punk con bandas de metal como Masacre, y de lo que se viene en Rock Al Parque para la celebración de sus 30 años, que ahora también son una marca para Dubán Ocampo, su bajista actual.
Léanla a continuación.
El más reciente vídeo de I.R.A es un "EPK" de su carrera.
Señal Radiónica: ¿Por qué no siguieron dirigiendo el Festival Altavoz después de 2013?
Mónica: Nosotros decidimos que ya era suficiente. Lo hicimos dos años. Eso implica muchas cosas. Para I.R.A implicaba demasiado, porque cualquier movimiento que hiciéramos podría resultar suspicaz, sospechoso, rosca, y un montón de cosas. Por otra parte, el tiempo que hay que dedicarle al festival es absoluto. Entonces muchas veces nos tocaba cancelar muchas cosas de la banda porque no teníamos tiempo.
Altavoz es una cosa muy tesa en la que se tienen que sortear muchos intereses, digamos que ninguno incorrecto, pero si bastantes; el que quiere tocar, el que quiere trabajar, el que quiere publicar su discurso. Todo el mundo quiere algo de un festival como este. Entonces, decidimos dar un paso al lado, dejar el aporte que hicimos en el festival desde la administración y quedar solamente con lazos artísticos, como ciudadanos, y dedicarnos de nuevo a I.R.A del todo, que aunque nunca paró, sí la tuvimos muy poco consentida.
¿Cómo llegaron a estar al frente del Festival?
Nosotros somos una banda que va a cumplir 30 años y que ha hecho una carrera descubriendo todo por su cuenta; cómo se montaba una tocada, cómo se sacaba un permiso, qué había que hacer desde el punto de vista de la locación, de la logística, de la seguridad de los contratos, de lo técnico de lo artístico, de la publicidad, de la financiación, la consecución de los recursos y el buen desarrollo de show y la posproducción. Al otro día no entregábamos el local en ruinas. Eso lo hemos hecho por treinta años. Nosotros tenemos con I.R.A un magíster en autoproducción y autogestión. Desde el punto de vista musical, conocemos mucho el nicho, el contexto específico en el que se desarrolla el festival.
El festival lo conocemos, pienso que más que cualquiera, porque incluso contamos con el apoyo del concejo de Medellín para convertirlo en un Acuerdo Municipal, una propuesta que lideró el concejal Federico Gutiérrez, pero él se apoyó en nosotros muchísimo y yo misma estuve en el pulpito de Concejo, hablándoles a los concejales sobre esto. Estudiamos muy bien el proyecto, el acuerdo, lo defendimos. I.R.A fue una de las pocas bandas que estuvo en el 2004 en el primer concierto. Nosotros hemos asesorado al festival en todas las versiones, en los comités, hemos sido jurados, hemos dictado charlas, nos hemos presentado a convocatorias y hemos sido invitados por trayectoria. Fuimos la primera banda en llevar una mesa, un toldo, mercancía para vender, donde hoy en día es la zona de servicios y el corredor de intercambio del festival.
Cuando el festival se queda sin Santiago Arango, se queda unos tres meses con un equipo transitorio, y dijeron, “bueno, quien ponemos de esta ciudad que sepa de rock, que sepa hacer eventos, que conozca esta cultura, que entienda lo que hay que salvaguardar, que lo saque de semejante problema en el que está por ese disturbio que se presentó en el 2011, y que mejore las relaciones con las instituciones”, y ahí se empezaron a barajar posibilidades y nos propusieron a Viola y a mí. Obviamente, uno se lleva una gran sorpresa cuando entra, porque la carga administrativa es brutal y entonces sí hay un trabajo sobre el cual no sabíamos nada, algo que solo lo sabría una persona con estudios específicos en finanzas, en todo el tema de licitaciones, pliegos, y de subsanar todos los procesos para que lleguen a término sin demandas para la alcaldía, sin problemas de ejecución del presupuesto y que los interventores no tengan ningún problema.
Por eso no fue un trabajo que hiciéramos solos. Cuando yo me encontré con eso, dije “ay juemadre”, pero en la Secretaria de Cultura de Medellín hay un equipo que está detrás de uno, que le dice “por aquí no se puede técnicamente”, o “corrige esta parte presupuestal”. Técnicamente es responsabilidad y deber de uno sacar eso adelante y jalar eso hasta que suceda. Pero no pasa sin ayuda de los demás. Yo pienso que es difícil un perfil de una persona que conozca de rock, que conozca la cultura urbana a la que pretende dar respuesta el festival, y que conozca además de finanzas, de derecho, y sea disciplinado y que reúna todas esas características. Es imposible. Nosotros reuníamos algunos, el equipo reunía las otras, y así hicimos el festival los dos años que estuvimos.
¿Cómo dieron ese paso de la "anarquía” a trabajar por la cultura?
Cuando éramos estudiantes, no pretendíamos nada y justamente queríamos tocar ya, vivir ya y punto, porque a lo mejor no llegábamos a ninguna parte ni como banda, ni como personas, ni como país ni como especie. Siendo los adolescentes diversos que fuimos, no encontramos al pasa el tiempo una alternativa que nos hiciera más felices que la música, a pesar de haber estudiado y haber transitado muchos caminos. No encontrábamos otra opción que nos hiciera más felices que I.R.A, que los conciertos, y entonces nos fuimos quedando y ratificando, y nos pusimos en un lado en que interrogamos absolutamente la sociedad desde otros puntos de vista. Dijimos “acá era el refugio”. I.R.A era como una complicidad con otros seres de este universo que estaba sintiendo la misma angustia, y que tenían la misma interrogación frente a las mismas cosas que nosotros. Eso nos fue dando mucho valor. Y al unirnos Viola y yo como pareja, conformar nuestra familia, también nos ayudó mucho, pues él no tuvo que estar peleando con la señora para que lo dejara escuchar música, o para poder irse a tocar, ni yo tuve que estar dándole gusto a un esposo que tuviera otras pretensiones sobre el matrimonio, sobre mí, o sobre la familia. Nosotros hicimos fue la pareja I.R.A. Nosotros nos dedicamos a vivir juntos con I.R.A. Somos un trío: él, yo, e I.R.A.
¿Y qué es I.R.A 30 años después?
Nuestro hijo, nuestro proyecto, en lo que invertimos nuestra plata. Nos resulta una plata y ahí mismo pensamos en el disco de I.R.A, en la gira de I.R.A, en las cositas de I.R.A. No estamos pensando en el estudio de los hijos, ni en esas otras cosas tan valiosas y tan importantes, pero pues no son las que finalmente concretamos. Todo eso nos fue dando mucho piso. Nosotros empezamos a tomar caminos también de sobriedad y de tranquilidad con el tema de la farra y todo eso, porque cuando jóvenes si éramos muy chiflados y tomábamos mucho traguito y todo. Nosotros nos fuimos apartando porque nos fuimos dando cuenta que uno gastaba mucho tiempo y plata, que se metía en problemas, que el otro día se levantaba al otro día vuelto mierda y nos fuimos apartando de eso.
Madrugamos, y nos ponemos de una en sintonía con hacer la música, con hacer los medios, con hacer ejercicio para tener capacidad para cantar y para ensayar. Entonces nos fuimos viendo fuertes. Aquí no encontrabas ni a Viola ni a Mónica ni trasnochados ni amanecidos, ni bebidos ni drogados, ni tirados, ni metidos en un lío, porque nosotros estamos sobrios trabajando en I.R.A, tranquilos.
Se fueron sumando muchas cosas y fue pasando el tiempo cuando fuimos a ver, estábamos cumpliendo 20 años, 25, y ya próximamente 30.
¿Y ponerse más serios, digamos, en qué cambió la percepción de la gente?
Eso lo empezó a ver la gente y quienes nos contratan para tocar, las personas que nos entrevistan, los amigos. Quienes van a un concierto saben que cuando I.R.A se compromete a hacer algo es porque lo va a hacer y se pone en la tarea. Nos fuimos convirtiendo en un referente para bandas nuevas, para rockeros que no tienen que estar drogados ni locos, para punkeros que ya se les pasó la adolescencia. Incluso le tuvimos que cambiar el nombre a la banda y todo, de “Ideas de Revolución Adolescente”, a “Infexión Respiratoria Aguda”, porque cuáles adolecentes ya con 40 años (risas).
Eso empezó a verlo la gente y llegó a oídos incluso de la secretaría de cultura de Medellín y del Ministerio de Cultura. Es decir, el eco que ha tenido I.R.A en términos de su responsabilidad, de su decisión absoluta y férrea de vivir con este modelo, ha llegado a todas partes. Cuando han tenido que barajar decisiones tan importantes como entregarle el festival Altavoz a una banda de rock, han llegado a I.R.A por consecuencia natural, por los hechos.
Salimos muy bien calificados y sin problemas, y creo que ha sido una mezcla de persistencia, con la certeza de que este es nuestro proyecto de vida, de confianza que hemos dejado que se libere por ahí, que se distribuya, que se viralice.
Mónica Moreno. Fotos: Wanderley Vélez
¿Y la música debía estar a la par de todo esto, verdad?
Es que la música de I.R.A ha viajado sola, como si tuviera vida propia. Nosotros nunca le invertimos un montón de plata, porque ni a tenemos ni tenemos contratos con nadie, y esa música ha llegado a unas partes que no lo podemos creer. Ha tenido vida propia. La otra vez me contaba "El Profe" que el primer número uno de Antioquia en Radiónica fue I.R.A. Yo decía “¡cómo carajos I.R.A hizo eso!” ¿De dónde salió con semejante cosa? Esos son los fenómenos que nos han pasado. Entonces, como que le hemos dado tanto que ya nos lo ha devuelto y es como una bolita de cristal que ya está por ahí rodando. Yo a veces ni la entiendo.
Cuando publicamos que I.R.A iba para Rock al Parque, en Facebook, 13.000 personas lo vieron. Me dije, “¿pero por qué le interesa eso a tanta gente?”. Entonces, yo digo que I.R.A se metió como a nivel molecular en mucha gente. Ya no es ni por nosotros. Quieren es como a la música, ni siquiera a nosotros sino a la música.
Intactos es el primer sencillo de I.R.A Pura
Rock al Parque en agosto 17 es el comienzo de la celebración de sus 30 años. ¿Qué va a pasar allí?
La confirmación de esa invitación para nosotros surgió después de concretar una propuesta que nos pidió el festival, cosa que me parece muy sana porque como todos queremos tocar ahí, y que haya un criterio de selección así de claro, me parece muy sano. Entonces, vamos a lanzar I.R.A pura, presentando las canciones por primera vez en un escenario a nivel nacional, luego una presentación de los grandes éxitos de la banda e iniciar la celebración de los 30 años, con el festival como punto cero el 17 de agosto como primer día, así hasta el 17 de agosto de 2015. Todo el año lo vamos a celebrar. Para eso también vamos a hacer nuestro primer tour por Europa y vamos a hacer nuestra quinta o sexta gira por Estados Unidos, y queremos recorrernos Colombia desde Ipiales hasta la Guajira tocando este nuevo disco. Además, queremos celebrarle a Rock al Parque estos 20 años de tanta felicidad y de tanto aprendizaje.
Yo he dicho que Rock al Parque es todo. Es desde el cielo hasta el infierno. Es el sujeto más grande y la alegría más grande. Es un premio y si uno no lo aprovecha, se le vuelve un riesgo muy grande. Es como una fiesta pero que hay que prepararla demasiado. Es una gran oportunidad de formarse también como banda, porque desde los papeles que te piden para presentar tu propuesta son difíciles. Desde ahí, si la banda está floja, ya ahí se queda. Ya desde el desayuno se sabe cómo va a ser el almuerzo. Entonces Rock al Parque te pone como banda a aprender a escribir, a tocar muy bien, a organizar tu performance, a ver qué vas a hacer con tu pelo, con tu ropa, cómo vas a responder una entrevista. Qué es lo que quieres hacer sentir al que va a leer, al que va a escuchar. Todo eso te lo posibilita Rock al Parque . Además montarse en esa tarimota, tan maravillosa y tan miedosa, con ese montón de público que es exigente y es cariñoso, es que es todo. El público de Rock al Parque es divino pero no la vayas a cagar, porque te tragan también. Entonces es un momento digamos… es como un examen final el berraco para un banda, porque tienen que torear muchas cosas.
¿Cuándo fue la última vez que tocaron en Rock al Parque?
La del 2014 será la tercera. Estuvimos en los 15 años, en el año 2009, que fue la última vez. Estuvo larga la espera, pero muy merecida, porque mirá el tiempo en el que nos la repiten. Una vez estuvimos en un Tortazo. Inclusive ahí hay una anécdota muy interesante, de cómo se volvió a poner el punk en las tarimas del Instituto Distrital de Cultura y Turismo (hoy IDARTES), porque había estado por fuera por muchos años, por asuntos de confianza.
En el 2003, Francisco Tapieros estaba muy asustado, junto a Checho de Los Elefantes. Ellos estaban al frente del Instituto y nos decían “los queremos invitar, pero tenemos que tener todo el cuidado porque hemos tenido experiencias muy pesadas con conciertos de punk las últimas veces”. Nosotros con esa responsabilidad de un concierto de I.R.A y que todo saliera exitoso para el Distrito también, nos fuimos al Parque Renacimiento, que estaba recién hecho. El cementerio lo habían arreglado hace como seis meses y fue lo máximo. Fue la primera vez que la Alcaldía de Bogotá nos invitaba a participar oficialmente en algo. Habíamos ido a Bogotá muchas veces pero a parches independientes. Eso fue en el 2003.
¿Qué trae I.R.A Pura después de su último disco Firmes, de 2009, casi 5 años después?
Después de Firmes, lo único que lanzamos fue El Próximo Tren en 2011, como un sencillo aparte, y le hicimos el vídeo Locomotora. No fue parte de ningún disco de estudio. Cuando salió Firmes, celebramos los 25 años de I.R.A con una gira y luego de eso Viola sufrió un accidente en 2010 que nos sacó un rato de combate.
En la finca, después de terminar la gira de conciertos de los 25 años, Viola y yo nos pusimos a poguear solos y a tirarnos a un charco. Estábamos pasándolo lo mas de bueno cuando de repente Viola gritó y cuando lo fui a ver, un árbol se le había pasado de lado a lado de una pierna. Se empaló la pierna derecha y nosotros vivimos muy lejos de un centro médico. Este hombre estaba perdiendo tanta sangre, que sinceramente pensé que se moría en esta casa. Impresionante. Eso nos mandó al hospital, pues tuvo una infección muy grave. Luego, una rehabilitación muy larga y un tiempo de alergias, reaccionando a plantas y a medicamentos, y no sabíamos ni a qué. Entonces digamos que 2011 fue todo un susto del hospital, de la recuperación, de las terapias, de que la infección cediera. Eso tuvo a I.R.A muy a la espera de que el papá se aliviara. Ya para 2012, empezamos a dirigir Altavoz. Lo dirigimos en 2012 y 2013, con las consecuencias de las que te hablé de tiempo y de entrega absoluta.
Volver a estar en el 2014 con un buen estado de salud, con el tiempo disponible para I.R.A después del nivel de exigencia que habíamos tenido con Altavoz, dijimos “vamos a hacer el disco” y teníamos mucho material entreverado, canciones a medio hacer ya con sus dos o tres años de ser una maqueta. Entonces nos sentamos en la disposición absoluta de resumir esas ideas y de materializarlas.
Es un disco que tiene de todo un poco en el sentido de recoger todas esas experiencias. Es un disco de punk abiertamente, que tiene una canción de metal, porque nosotros somos muy metaleros también. Viola por ejemplo hizo la letra de Aullido Sepulcral de la banda Astaroth en la década de los 80, cuando sonaban Parabellum, Astaroth, Tander, Mierda… Ahí tocaban unos amigos nuestros y Viola se compuso un sacrilegio, la cosa más miedosa en Aullido Sepulcral.
¿Cómo es ese lado metalero de I.R.A?
Nosotros hemos sido hermanitos así de sangre con Masacre. Inclusive Viola y Alex han sido unas de las razones por las cuales en Medellín no hay tropel entre punkeros y metaleros. En Medellín no tienes el problema de que si un punkero se ve con un metalero se cascan, no. Porque Viola y Alex han tocado juntos, han salido abrazados, les dicen “la trapeadoray la escoba”, porque el uno es con la cresta y el otro es pelilargo. Ellos se aman. Son súper amigos. Viola tiene como 60 tatuajes en el cuerpo, y todos se los ha hecho Alex. Ellos se quieren y se respetan mucho. Entre bandas nos respetamos mucho y hemos compartido tarima e intimidades. Eso lo hemos hecho público y ha sido un ejemplo. Mucha personas acá en Medellín han dicho “Masacre con I.R.A todo bien, entonces por qué nosotros no’”. Somos amiguísimos de Posguerra, de Atanator, de Tenebrarum, de Daycore. Nosotros no tenemos ningún problema con ningún metalero.
Tenemos también mucha amistad con el parche ska y rasta de Medellín. Somos muy amigos de Mojiganga, de Providencia, de De Bruces a Mi. I.R.A tiene una canción que se llama Rocker Army que tiene como invitado al trompetista de La Mojiganga. Son canciones muy bien interpretadas y compuestas con mucho juicio. Inclusive este disco lo grabamos con metrónomo.
Intactos es el primer sencillo de I.R.A Pura
¿Antes no grababan con metrónomo?
No nunca habíamos grabado con metrónomo, y aunque I.R.A no ha sido la banda más despelotada en tiempo, de todas maneras cuando uno experimenta con metrónomo, sí se sorprende de la diferencia, del control que da y la firmeza que da el tiempo a la banda.
Viola empezó a decir el año pasado (2013), cuando todavía trabajábamos en Altavoz, pero ya teníamos planes de retirarnos del festival, empezamos a “acariciar” este disco y Viola dijo “vamos a grabar este disco con metrónomo, vamos a ponernos en esa tarea de que esto suene muy bien”. Uno sí siente en Firmes (2009) un acelerón el berraco. Yo digo “ay juepucha nos emocionamos y nos aceleramos mucho” y por eso en Décadas de libertad, siento también un jalón muy fuerte. Nada grave, pero ya con la agudeza del tiempo uno siente y nos pusimos a estudiar. Eso nos puso a tocar mucho, porque no es nada fácil, sobre todo para el baterista que es el que en últimas tiene un instrumento lo suficientemente ruidoso como para ser el que le dé a la banda el beat. Si viola va con el metrónomo, no es capaz de arrastrarme a mí, porque la guitarra no me va a dar a mí esa fuerza sonora. Soy yo con la batería la que soy capaz de marcar y de arrastrarlo a él.
Entonces a mí me tocó ponerme muy juiciosa para lograr aprender a manejar ese aparato y que la música sonara igualmente viva, con energía, porque las primeras veces de un metrónomo intenta uno como tocar pasito para poder oírlo. Pero fue un proceso de mucho aprendizaje, entonces el disco tiene también, además de lo bonito y la temática, también esa exigencia de que suene muy bien y que musicalmente esté muy bien presentado.
¿Cuál es la metalera del disco?
Se llama Lobo Solo, pero ya habíamos hecho un par. Cólera, por ejemplo. Firme es un disco muy punk con esa versión metalera que es como la oveja negra (risas).
¿Por qué el aviso de “punk HC” en I.R.A Pura?
Ese HC en realidad tiene una doble acepción. Siempre se ha escrito en Medellín “Punk HC” en una cruz que quiere decir “punk medallo hardcore”. Para los que fuimos punkeros de los ochenta y noventa en Medellín, eso significa hardcore, pero hardcore como Roosevelt, como S.O.D, no el hardcore neoyorquino de Agnostic Front o el hardcore en Colombia de Grito. No. Es punk hardcore que se entiende muy bien si has pertenecido a la escena punkera de Medellín.
Pero además ese “HC” quiere decir “haciendo conciencia” porque nosotros sí estamos verracos y sí tenemos interrogada a la sociedad, pero también, hemos descubierto que existe la vida y que la vamos a vivir con la banda, y que de uno provienen muchas acciones que ratifican esos discursos.
Uno puede partir de hechos concretos de la toma de conciencia. Uno no debe repetir lo que lo tiene mamado. No consumir lo que odia. No hacer lo que está criticando. Entonces nosotros estamos en esfuerzo, aunque nos contradecimos mucho, porque la cotidianidad conspira fuertemente contra uno. Haremos el esfuerzo grande, por eso somos vegetarianos; por eso no consumimos drogas, por eso nos mantenemos juntos como familia. Por eso luchamos contra las dificultades. Por eso le invertimos el billete a la música y no a otras cosas. Entonces eso quiere decir también "punk en Medellín haciendo conciencia".
Esa convivencia de diferentes “tribus” en Medellín sorprende, sobre todo en un momento en el que Rock al Parque en Bogotá fue blanco de críticas por incluir a La Etnnia en su cartel. ¿Con la experiencia que tienes como gestora cultural, qué se podría hacer para que este tipo de situaciones cambien?
Pues ustedes tienen una característica distinta a nosotros, en términos de que tienen dos festivales específicos para dos músicas específicas. Altavoz por ejemplo, no tiene esa marca. Inclusive así se diseñó porque acá no había ese problema, ni siquiera entre raperos y metaleros, o punkeros. Nosotros también con los raperos somos todo bien, y también somos parceros de ellos. Inclusive hacemos colaboraciones con bandas de rap y todo.
Creo que Bogotá tiene algo que para mí que es patrimonio, como tener un súper festival de rock y un súper festival de rap, pero los pone ante el riesgo de que la gente quiera poner aquí el rock y allí el rap. Aun así, entendiendo que eso no es del todo disparatado, pienso que ya la presión sobre una banda, sobre una organización, sobre un movimiento y sobre cultura en general, casi que sobre un país porque es que eso lo hemos sentido aquí, pues nosotros sabemos todo lo que está pasando con la Etnnia, pienso que hasta allá no debería ir la delimitación conceptual de los festivales. No sé, pero pensaría que podrían hacerse colaboraciones entre estos, como tener colaboraciones rock y rap en Rock Al Parque, y rap and roll en Hip Hop al Parque y que se vaya institucionalizando. Algo así como haber oído a Beastie Boys, o haber oído a Cypress Hill, que era sí o sí una mezcla entre rock y rap, y ahí no había discusión. O haber oído a Plasmatics, o a Motorhead que era una mezcla entre punk y metal. Algo así como una estrategia didáctica para que a la gente le vaya calando un poco esas uniones. Pero sigo pensando que de todas maneras, las concepciones de los festivales, serán siempre un límite para Bogotá. Ahora, no sé cómo lo tome un rapero, porque no conozco tanto de ellos, pero ya sé que para los rockeros está siendo difícil. No sé cómo sería si resulta una banda de rock en Hip Hop al Parque, cómo sería la reacción, me imagino que sería la misma.
Yo creo que ahí toca conciliar, mediar y saber que Rock al Parque es Rock al Parque y Hip Hop al Parque es Hip Hop al Parque, pero que podrían hacer una valoración desde unos momentos de unión de esas músicas así como ha sucedido alrededor del mundo. Así como en Medellín sucede. Incluso, me dice Viola, que aun cuando La Etnnia es rap, es más antigua que el mismo Rock al Parque. Entonces es una banda de culto y hay que respetar. No es justo someter a unos artistas que son un símbolo, que son un emblema, a ese maltrato. De pronto con una idea creativa podría uno hacer ese tipo de experimentos, que son bacanos a mi modo de ver, muy lindos, y que la gente los comprenda. No es que el rap va a empezar a quitar el festival, no. Es que vamos a tener un momentico para compartir, porque hemos compartido inclusive las temáticas.
Yo por ejemplo en Altavoz aprendí mucho de lo que trata el rap, porque en Altavoz está ahí con el rock, con el reggae y con el punk. Tuve que escuchar mucho de ellos y sus músicas y conocerlos. Ellos son como unos punkeros en el sentido de la temática. Yo sé que su estética y su onda es distinta, tocan más despacio y con más cadencia, y yo sé que la energía es distinta, pero las letras de una banda de hip hop, si la pones y la sincronizas con un tema de punk, te salen perfectas. Es más lo que une que lo que nos divide.
¿Recuerdas un momento en estos 30 años muy complicado, en el que pensaste que se iba acabar la banda? Y al revés ¿uno muy importante?
El momento de llegar a donde no la creíamos, ha llegado varias veces. Yo le estaba diciendo a Viola esta semana que cada vez que I.R.A logra concretar un disco nuevo, hecho a mucha conciencia, atrae un montón de cosas. Alrededor de nuestros discos, ha habido giras, conciertos, invitaciones como la de Rock al Parque que siempre ha coincidido con Epidemia de infexión respiratoria aguda (2003), Décadas de libertad (2005), y ahora I.R.A pura (2014). Los discos atraen mucha energía y momentos maravillosos para los grupos. A nosotros nos han dado muchas posibilidades de manifestar lo que queremos decir, y nos han puesto en lugares que siquiera que pudimos conocer, y siquiera que pudimos llevar el mensaje.
Los momentos más duros, son justamente lo que hablábamos de La Etnnia. Cuando le cae a uno encima un “mierdero”… lo correcto sería decir, cuando le cae a uno encima algo así súper pesado, como todo injusto, algo que no han racionalizado, es una ligereza inhumana que a veces, o muchas veces, las bandas tenemos que soportar, y sé que todas, porque me he hablado inclusive con Superlitio Litio en Estados Unidos, con Pestilencia en Estados Unidos, soy íntima amiga de Miseria, de Grito, de muchos grupos y todo nos dicen, “que malo que circule esa onda tan pesada a veces alrededor de las decisiones que se toman con las bandas.” Eso es lo más maluco. Cuando uno ve que llegó alguien y lo atropelló como con una tractomula, y uno no tuvo defensa, uno quiere hasta llorar. Eso es muy poderoso, pero de eso se empieza uno a reponer y todas las bandas nos volvimos ya especialistas en comprender que también hay opositores y que eso también enriquece, porque si a uno todo le sale bien y ya, uno se va desbocado, se equivoca y no tiene la posibilidad de reconstruirse ni de observarse.
Fotos cortesía de Mónica Moreno.