El disco de Estados Alterados que nunca vio la luz en los noventa
La década de los 90 fue un período complejo en la historia de Colombia, en lo político, lo social y lo económico. Pero en ese mismo contexto, el rock colombiano vivía uno de sus mejores momentos: nacían y se consolidaban proyectos en diferentes ciudades del país visibilizando una escena que tomaba forma con los años, los conciertos y los discos.
Fenómenos como Aterciopelados, 1280 Almas, Ekhymosis y Bajotierra ya eran referentes de un sonido que, como era de esperarse en el movimiento industrializado de la música, llamaba la atención de las disqueras. Así justamente nace esta historia que refleja, de cierto modo, el inicial encanto y el posterior desinterés de la industria discográfica con el rock colombiano en esa década.
Estados Alterados, una banda de Medellín que nace a finales de los 80 con un sonido novedoso que combina elementos del rock más oscuro con synth pop y algunos visos de la electrónica, había consolidado una propuesta sonora propia que contaba para 1996 con 3 discos y varios videoclips que ya habían rotado en canales musicales como MTV. Luego de terminar una etapa musical de exploración con ritmos latinos, plasmada en su álbum Rojo sobre rojo (1995) lanzado con Discos Fuentes, la disquera tropical por excelencia en Colombia, la banda paisa estaba lista para sumergirse en, hasta ese momento, el proyecto más experimental de su carrera, regresando a sus raíces sonoras más oscuras.
Para este álbum, y bajo el panorama esperanzador (desde la perspectiva de la banda) de alcanzar una proyección internacional a través de un lanzamiento latinoamericano, Estados Alterados decidió firmar con una disquera mexicana un contrato en el que se incluía la grabación de un disco, el último de la banda en el siglo XX. En las palabras de Elvis, vocalista del grupo, “ellos nos prometían que iba a suceder algo como con Aterciopelados”.
Una nueva etapa comenzaba con una formación distinta a la original, ya que Ricky (el baterista hasta ahora del grupo) se había ido del país a estudiar y llegarían músicos como Federico Goes (guitarra), Federico Lozano "elamarillo" (bajo), Alfonso Posada (batería), y John Henao "Heneas" (teclados) a aportar ideas en la composición musical de ese álbum; todo este combo, en compañía de Elvis y Tato Lopera.
“Nosotros quisimos hacer en vivo todo lo que hacíamos con las máquinas en el estudio, entonces eso nos obligó a ser muchos músicos”, recuerda Elvis.
Para el proceso de composición, de manera juiciosa los músicos se aislaron de la ciudad para crear cada una de las canciones que iban a hacer parte de su nuevo la grabación. Sin embargo, las jornadas de trabajo estuvieron marcadas por un acontecimiento que golpeó a la banda: “estábamos encerrados haciendo la pre producción del disco en la finca de un tío de Heneas, que era José María Valle, defensor de derechos humanos. En esos días (exactamente el 27 de febrero de 1998) justamente él fue asesinado y eso a Heneas lo afectó mucho”, cuenta Elvis.
Del impacto que tuvo esa pérdida en Heneas, y como homenaje a su tío Jesús María, quedó una canción llamada Cien fuegos: “es un disco muy tocado por esos últimos coletazos fuertes que produjo el narcotráfico, el paramilitarismo y las guerrillas”. Precisamente, para conmemorar esos 20 años de la partida de Jesús María Valle que se cumplieron en 2018, Heneas publicó una versión temprana de Cien fuegos.
En el mismo año que Colombia participaría en tierras europeas en un mundial de fútbol del que regresó con más penas que glorias, Estados Alterados fue a grabar a Guatemala (país donde tenía sus estudios la disquera con la que firmaron) un disco que nunca tuvo nombre, pero que a Tato se le había ocurrido llamar Luciferina. Para ese álbum, la petición de la banda fue trabajar con el argentino Tweety González como productor, “en Suramérica nos parecía lo máximo para nuestra línea de trabajo: un teclista, que además conoce muy bien el tipo de música que nosotros hacemos y con el que nos entendimos muy bien”.
Él, con su esposa de ese momento, Alina Gandini (quien fue teclista de Fito Páez) y los Estados Alterados como banda, completaron la tripulación que viajó de Medellín a Guatemala para vivir un mes intenso de grabación.
A Elvis siempre le pareció que la disquera era muy extraña, y sus sospechas se confirmaron luego de sus días en el país centroamericano: “nosotros estuvimos un mes allá y en los estudios que estábamos grabando no vimos a ningún otro artista grabar. Es más, no había ni técnicos, Tweety hizo de ingeniero y entre todos hicimos las labores técnicas de la grabación. No nos hospedaron en un hotel sino en una casa de campo donde no podíamos prácticamente salir porque al cruzar la puerta encontrábamos una autopista de camiones y no había mucha opción de ir a alguna parte”, recuerda Elvis de aquellos días.
Con un panorama así, a ellos sólo les quedaba dedicarse a grabar y a tocar días y noches enteras, en medio una convivencia que, cuando menos, se podía tornar monótona. Corrían los días, y con ellos se acercaba el momento de regresar, sin importar cómo estaban quedado las cosas en la grabación: “cuando se nos estaba acabando el tiempo, no habíamos terminado de grabar, y eso nos tenía muy estresados porque nos faltaban dos canciones. En medio del desespero, cuando ya estábamos a punto de tirar la toalla, hizo erupción un volcán en Guatemala, cerraron el aeropuerto por una semana, nos tuvimos que quedar allá porque no había más de otra, y esa semana fue justo el tiempo que necesitábamos para terminar el disco", dice el líder de la banda colombiana.
Al regresar a Colombia, y luego del encierro y las extensas jornadas de grabación, los Estados Alterados estaban listos para comenzar con el proceso de lanzamiento de la primera canción del disco: “volvíamos a Colombia y a la siguiente semana lanzábamos el sencillo del disco, y la disquera nunca apareció”.
Para la banda fue muy desconcertante que una disquera que había invertido tanto en la producción de un disco no moviera un dedo para lanzarlo, y luego de llamadas y correos que no tuvieron respuesta, alrededor de 6 meses después, la disquera volvió hablando de lanzamientos. Para el grupo fue inadmisible, y pidió garantías para seguir con el proceso, y ante una negativa de la empresa la negociación se convirtió en un proceso legal: “todo quedó en que la grabación es de ellos y no la podemos usar, pero las composiciones son nuestras pero debemos volverlas a grabar”, cierra Elvis el capítulo que, para ellos, sigue siendo, 20 años después, desconcertante.
Luego de esa determinación, y tras un proceso desgastante, la banda conformada se desintegró y sus miembros originales decidieron dedicarse a otras cosas: “después de eso quedamos algo bajados de notas, hubo conflictos personales y en algún momento decidimos quedarnos solos, pero Tato se fue a vivir a Bogotá y yo me quedé en Medellín, y era muy duro ensayar a la distancia”, recuerda Elvis de aquella época.
Cada uno se quedó en aquello que ocupaba su vida, además de la música: Tato Lopera, ya en Bogotá, abrió su estudio de grabación y se dedicó a la producción musical. Elvis siguió su carrera de investigador y docente, Ricky, ya en Estados Unidos continuó sus estudios y ejerció la psiquiatría.
Pasaron algo más de cinco años durante los cuales cada uno hizo música por su lado con unas condiciones anímicas y tecnológicas más favorables, cuando llegó una invitación por parte de Rock al Parque para reunirse y tocar en el cierre del festival, se reencontraron y en palabras de Elvis, “nos bajamos del escenario diciéndonos, -tenemos un compromiso con la gente, tenemos que volver a ser Estados Alterados-”.
Así inició la segunda parte de la historia de esta banda que, luego de ese regreso, ha grabado tres discos, siendo el más reciente uno que espera para ver la luz el segundo semestre de 2018 y que llevará por nombre Lumisphera (2018).
¿Y dónde quedaron las canciones? Algunas no vieron la luz luego de ese proceso. Otras, quedaron diseminadas en los proyectos que luego emprenderían los componentes de ese Estados Alterados: Heneas cuando formó después Planeta Rica tomó una canción llamada Deja y la reconstruyó en su nueva banda. Tato después formó en Bogotá la banda Supervelcro e hizo otra canción de ahí.
"Cuando nosotros nos volvimos a juntar en 2010, en el Romances Científicos hay dos canciones que son Sin prejuicios y Bajo el agua, que son retomadas de ese disco pero vueltas a hacer, muy modificadas”, menciona Elvis.
Sobre aquellas canciones que aún están en el ‘limbo’, y una posible re grabación de aquella placa musical, Elvis dice que “sería difícil, porque lo que era Estados Alterados en ese momento sería muy difícil volverlo a reunir”, y preferiría ‘rescatar’ ese material grabado que volverlo a hacer.