Diario de viaje: emitiendo desde territorio Kogui
Tras una primera parada en Santa Marta, la Caravana Radiónica Caribe arrancó hacia Palomino, uno de los siete corregimientos del municipio de Dibulla, en La Guajira. Mítico, no solo por la tierra gruesa de sus playas claras y su humedad selvática, sino por hacer inolvidable el encuentro del río con el mar.
Palomino está ubicado a orillas del río Palomino -uno de los 32 que nacen en la Sierra Nevada de Santa Marta-, es el punto limítrofe entre La Guajira y Magdalena, está a 26 km de la cabecera municipal, 90 kilómetros de Riohacha y 72 km de Santa Marta.
Fue precisamente subiendo por la cuenca del Río Palomino que la Caravana llegó -tras unos 50 minutos de ‘trocha’- a Sewiaka, el primer pueblo kogui que se encuentra en la ruta. Allí Juan Carlos Pellegrino y Vanessa Gocksch (los cerebros detrás de Systema Solar) dieron vida a Selvatorium, un proyecto que tiene su semilla en la familia que ellos han construido: “Desde que yo quedé embarazada decidimos irnos a vivir fuera de la ciudad para que los niños pudieran tener una vida mas campestre, rural. El primer paso fue vivir en Taganga, allí hicimos nuestro estudio de grabación –donde se grabaron todos los discos de Systema Solar- y paralelo conseguimos este terreno en Sewiaka”.
Daudi de Jesús Cardeña Rodríguez fue el encargado de guiarnos, nació en Caimito, Sucre, a orillas del río San Jorge, vivió allí hasta los 17 y después comenzó a rodar, trabajado en fincas; estuvo en el Ejército un par de años, trabajó en seguridad privada y por recomendación de una prima, amiga de Pellegrino, terminó trasladándose de los Llanos Orientales a Santa Marta con su familia, en 2012, desde ese entonces trabaja con Juan Carlos, y hoy por hoy vive en Sewiaka, experiencia que le ha transformado la vida.
“Ha sido algo muy enriquecedor para nosotros, como pareja, como familia y como amigos. Tenemos una cercanía con los patrones, una relación mas de amistad que de empleado y empleador. Al principio mi relación con los indígenas fue un poco ruda, uno llega con la mentalidad de empatizar con ellos y su postura es un poco prevenida. Ahora pronuncio una que otra palabra de su lengua y puedo comunicarme con ellos, que me han enseñado. Con el tiempo y con paciencia me he ido adaptando a ellos y ellos a mí, he ido adquiriendo muchas de sus costumbres.”
Daudi recibió a las 17 personas que nos dirigíamos a Sewiaka mascando coca, y a quienes le pidieron les ofreció a manera de ofrenda un puñado antes de emprender el camino, explicándoles un poco la razón de ser de ésa, una de las muchas costumbres del territorio que como visitantes - algunos extranjeros- ignoraban. En la ruta nos cruzamos con unos cuantos indígenas, algunos intercambiaban una que otra palabra nativa con Daudi y éste terminaba dándoles de la coca que cargaba en su mochila.
Selvatorium era nuestro objetivo, no solo como territorio sino como experiencia, sabíamos que íbamos a un estudio de grabación y que no sería cualquier estudio; no solo por estar en medio de la selva, en la Sierra, sino por ser el de Juan Carlos Pellegrino, uno de los personajes más interesantes y talentosos de la actualidad musical colombiana, un tipo brillante y visionario.
Para los músicos que nos acompañaban el estudio y la experiencia musical sería lo más importante de la jornada, pero al llegar a Selvatorium todo cambió sin que nos diéramos cuenta. De forma natural nos dejamos envolver por el territorio que habitábamos, la ruta había sido larga y exigente, el Río Palomino es el dueño del lugar y se convirtió también el nuestro objetivo, sin embargo habían niños -algunos de ellos indígenas- en clase de teatro; así que allí nos quedamos muchos, observándolos, riéndonos con sus historias, las que improvisaban motivados por el hombre blanco y rubio que con una nariz de payaso los guiaba.
“Este terreno lo tenemos hace 10 años, empezamos a construirlo poco a poco con la idea de vivir acá, pero inicialmente no podíamos ni contemplarlo porque no había Internet y nosotros siempre hemos trabajado a nivel global. Los equipos de grabación tampoco podíamos tenerlos en esta humedad. Hasta hace cuatro año slogramos instalar Internet, así que decidimos quedarnos a vivir y la educación de los niños se convirtió en prioridad”.
Vanessa y Juan Carlos tienen un niño de 11 y otro de 7 años, las personas que trabajan con ellos también tienen hijos. El proyecto educativo no se dio solo al llegar a Sewiaka, de hecho desde Santa Marta ya habían montado una escuela pensando en educación alternativa y teniendo como principal referente la escuela llamada Fase que la mamá de Pellegrino tiene a las afueras de Bogotá, en Tenjo.
“Cuando los niños comenzaron a crecer montamos una pequeña escuela en Taganga y posteriormente en Santa Marta. Aquí comenzamos con un proceso de escuela en casa con nuestros hijos y los dos hijos de Daudi y Marleny, pero la parte social es muy importante para ellos, estar solos no les era agradable, así que los enviamos al colegio de Sewiaka, un colegio público liderado por Koguis y Arahuacos, pero no nos funcionó, así que decidimos montar un colegio aquí e invitar a más niños”.
Vanessa y Juan Carlos, como bien lo dicen ellos, no son los únicos que vienen de la ciudad a vivir en ‘el monte’, cada vez hay más personas provenientes de Colombia y otros países que compran territorios como éste, pero cuando empiezan a educar a sus hijos se ven obligados a irse por falta de opciones educativas. “Hemos visto una multiplicidad de proyectos educativos creciendo en Palomino, Minca y Puerto Colombia. Todo el mundo está buscando cómo educar a sus hijos, pero sigue siendo éste un aspecto relegado, menos prioritario que la siembra o el reciclaje.”
Selvatorium no es una institución, el proyecto que emprendieron inicialmente con la educación en casa sigue en construcción. Hay pocos referentes para ellos, sin embargo buscan replicar las experiencias que han visto funcionar cerca, pero su gran reto se focaliza en la presencia y participación de niños indígenas.
Según Vanessa: “Una vez que logremos definir la metodología como debe ser pasaremos a otro nivel donde podamos involucrar muchos más elementos de la cultura de los niños que nos acompañan, integrar un poco las dinámicas al territorio y a las costumbres de los indígenas para que realmente sientan que esta educación es para ellos. La siguiente fase será lograr que estos niños aprendan sobre energía solar, permacultura, piscicultura y demás. Que sepan cómo hacer una mermelada y todo lo que necesitan para vivir cuando tumbar el monte ya no es una opción y quemar y sembrar en un mundo que se está calentando tampoco lo es. Ellos tienen que ser la semilla que riegue un nuevo conocimiento, sostenible.”
El proyecto educativo es el principal objetivo de Selvatorium, y por ahora es financiado con donaciones, cada niño tiene un padrino, pero el ideal es sostenerlo a futuro con productos que se elaboren desde allí, ya sea música, canciones hechas por los niños (como ‘Ancestros Mayas’), camisetas, pinturas y/o cerámicas, “cosas que sabemos hacer. Tenemos que integrar todo lo que sabemos al proyecto educativo.”
El trabajo educativo va de 8:00 a.m. a 12:00 m., tiempo que consideran suficiente para los niños, pues estar en casa y aprender allí es también ideal para el proceso. Metodológicamente hay dos grupos: Tigrillos y Tigres, de 5 a 8 años y de 9 a 14, respectivamente. Hay clases de matemáticas, lectoescritura, arte, música, socio naturales e inglés. En ocasiones hay colaboraciones con algunos invitados residentes, por ejemplo en teatro. Hay maestros de planta, pero recibimos a quienes quieran pasar a dar clase. Hay talleres de padres, a quienes esperamos vincular mucho más en este proceso.
A Diana, Kevin, Andrea, Patricia y Alicio los vimos improvisando con nariz de payaso, interactuando con el medio que habitan: jugando en el río, agarrando a los animales con los que conviven, e interpretando algunas canciones tradicionales de los pueblos indígenas. Ellos fueron el foco de nuestro paso por Selvatorium, ellos y una charla con Juan Carlos Pellegrino que emitimos en radio a nivel nacional y se originó desde el laboratorio de experimentación sonoro que éste ha construido a partir del uso de energía solar.
En su estudio nos conectamos vía satelital para enlazarnos con el estudio central en Bogotá a través de Quantum (equipo de transmisión VOIP). Escuchen la entrevista a continuación, notarán en la calidad del audio algunas de las características de la emisión. Dos días previos a este encuentro una tormenta provocó daños en uno de los transmisores de Juan Carlos que redujo la calidad del audio, pero que no impidió nuestra emisión: