
Enrique Bunbury lanza 'Cuentas pendientes', un disco con vocación latina
Después de los sencillos "Para llegar hasta aquí", "Las chingadas ganas de llorar", "Te puedes a todo acostumbrar" y "Serpiente", Enrique Bunbury nos trae finalmente Cuentas pendientes; un álbum donde la leyenda del rock explora sonidos hispanos y latinoamericanos con un enfoque más cálido y acústico.
Este álbum marca un punto de inflexión en su trayectoria, reafirmando su talento para evolucionar sin renunciar a su identidad artística.
"Cuando me preguntan qué lugar ocupa este nuevo álbum, 'Cuentas pendientes', en mi discografía, en mi cabeza se produce un corto circuito. Es un puzle difícil de resolver todavía, porque espero que me queden todavía piezas que acaben de aclarar la imagen final. Pese a la dificultad que me produce hablar de un disco recién sacado del horno, consigo establecer algunas certezas y no pocas dudas.
Tengo claro que, después de cuatro discos ('Palosanto', 'Expectativas', 'Posible' y 'Curso de levitación intensivo', entre 2013 hasta 2020) que miraban a la música contemporánea y se esforzaban por aprovechar las posibilidades técnicas de lo digital, los sintetizadores y el Pro-Tools como instrumento en sí mismo, con mi anterior, 'Greta Garbo', y con este nuevo álbum, me he esforzado por revisitar las técnicas de grabación más austeras y aprovechar el valor del instrumento y el intérprete", afirma el cantautor español.
Según Bunbury, aunque Greta y Cuentas pendientes son discos que tienen diferencias clarísimas en cuanto a los géneros que visitan, son discos emparentados en las formas. La búsqueda del arreglo adecuado y la instrumentación cálida han sido piezas clave.
"En la grabación, hemos enfatizado el arreglo, y la búsqueda de la excelencia de músicos y colaboradores. En 'Cuentas pendientes', a diferencia de mis últimos siete u ocho discos, la mirada se vuelca hacia la música hispana y latinoamericana, eligiendo como instrumentación básica el piano, la guitarra española, el contrabajo y la percusión. No es un disco de rock, no hay electrónica".
Hay que retroceder hasta Licenciado cantinas en 2011 o incluso antes, a sus discos con el Huracán Ambulante (Pequeño, Flamingos, El viaje a ainguna parte) para encontrar conexiones más o menos cercanas a lo que suena en este álbum.
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La diferencia principal sería que, en esos discos se buscaba el mestizaje y la combinación de elementos, a veces imposibles o disparatados. Además, en todo momento la mirada provenía de músicos surgidos del rocanrol. En este caso, el disco disfruta en el género, se recrea, sin sentir la necesidad de introducir elementos adversos. Los músicos escogidos son conocedores en profundidad del lenguaje que se maneja, intérpretes sensibles e ilustrados.
Sebastián Aracena es el maestro chileno de la guitarra, Luri Molina aporta su contrabajo desde los clubes de latín jazz de la ciudad de México y Johnny Molina nos seduce con sus percusiones, desde Cuba con amor. El piano y el Hammond de Jorge Rebenaque se revelan en este disco con matices insospechados y poco comunes en su registro habitual y Ramón Gacías (también coproductor del álbum) está comedido y aparece y desaparece en su batería.
"Los textos del álbum se debaten entre lo popular y lo literario, buscando un equilibrio complicado que espero haber encontrado. ¿Y cuáles son mis dudas? Cuando uno se acerca de forma tan purista a géneros que tantos maestros dominaron antes, uno se pregunta si realmente queda algo que se pueda aportar a la tradición. Espero que mi personalidad como autor e intérprete se entrevea lo suficiente para que, aunque sea un disco con vocación hispana y latina, sea, claramente, un disco de Bunbury", concluye el artista sobre su álbum.
Finalmente, recordemos que Enrique Bunbury se estará presentando en Bogotá y Medellín el próximo 28 de junio y 5 de julio, respectivamente. Aquí más información.