Daniel Ferreira, el santandereano que exorciza los demonios de la guerra con literatura
El pasado 29 de abril presentó en la Feria del Libro de Bogotá, FilBo 2017, su más reciente libro ‘Viaje al interior de una gota de sangre’. Daniel Ferreira es una de las promesas de la literatura Santandereana y nacional.
Este autor ha aprendido a exorcizar los demonios de la guerra a punta de letras. Nacido en San Vicente de Chucurí , Santander, conoció desde muy niño los estragos de una violencia que le hizo daño a su pueblo desde la guerrilla y el paramilitarismo, que encontraban allí un lugar para hegemonizar su poder.
Daniel Ferreira se ha convertido en una de las promesas de la escritura santandereana y nacional, debido a su gran talento para contar historias, que se traducen en novelas que reflejan la huella de la violencia en nuestro país.
Pentalogía de Colombia es el reto que se impuso este hombre para contar un país que ha tenido que soportar los estragos de los fusiles. Parece duro de asimilar, pero como afirma el artista “el arte nos permite darnos cuenta de eso de forma lúdica, casi jugando a imaginar lo que ya vive con usted ya para siempre”.
“Pentalogía de Colombia es un ciclo de cinco novelas que aborda las connotaciones sociales que pasaron la guerra en diferentes épocas. Cronológicamente empieza con un soldado que no sabe por qué terminó en la guerra de los mil días, y así, desde cada uno se busca explorar todos los matices en una sociedad presentada por odios, desigualdades, impunidades, y que aborda todo eso en medio de una técnica renovadora”, afirma el escritor.
Y es que si bien su literatura es ficción, aquellos que hemos sentido la guerra de cerca podemos vernos retratados allí. El temor, la rabia y en medio de todo, la cotidianidad que viene de construir una vida en medio de balas que provienen de cualquier bando. Mientras San Vicente de Chucurí se convertía en uno de los municipios santandereanos más atormentados por la guerra, Daniel, quien entonces era un niño, anotaba en un cuaderno con inocencia y curiosidad las historias de asesinatos que veía a diario.
Su pasión por leer y escribir se convirtió en su modo de interpretar lo que vivía. “Siempre que intento contar una historia trato de ubicarla en un pueblo, un río, un bosque o una iglesia una plaza. Todo eso proviene de ese pasado, de mi infancia en un pueblo. La infancia es todo para un escritor y allí fue donde descubrí mi verdadera pasión”.
Su Pentalogía ya tiene tres partes: La balada de los bandoleros baladíes, Viaje al interior de una gota de Sangre y Rebelión de los oficios inútiles. Sus otras dos partes ya se encuentran en producción, y ya genera expectativa conocer cómo terminará esta historia que, aunque no tiene relación directa entre un libro y el otro, sí tiene una obligación ética y literaria, que es la de aprovechar la imaginación para dejar una memoria de este país.
“Lo más difícil es escribir sin desgracia donde solo hay desgracia, sin decir asco donde solo hay asco, sin decir rabia donde solo hay rabia, sin decir amor donde solo falta el amor, sin decir mezquindad donde solo hay mezquindad. Yo no escribo denuncias públicas, yo escribo novelas, escribo sobre la codicia de un hombre, sobre las mujeres que esperan la llegada de un muerto, sobre borrachos que esperan la venida de una revolución que nunca llega, sobre los buenos tiempos que para algunos siempre fueron otros. Y el punto más alto que espero es que una novela se convierta en la memoria de un lector”.
Sus trabajos lo han hecho merecedor de premios como el Premio Latino-americano de Primera Novela Sergio Galindo en 2010, Premio Latino-americano de Novela Alba Narrativa en 2011 y el Premio Clarín de Novela en 2014. Parece contradictorio que en medio de tanta desesperanza se pueda gestar el arte más fino, pero así puede ser. Del mismo modo en el que la violencia puede llegar a dejar huellas que nunca parecen sanar, también puede ser combustible para que la imaginación y las letras curen el dolor.
Este escritor, nacido en 1981, tuvo que pasar por todo esto para encontrar en la literatura un refugio, pero su principal anhelo es que sus historias sean solo eso, historias. Que la Pentalogía de Colombia se mantenga viva como ficción y no como una realidad actual, es su anhelo.
“Vivimos en la obediencia, ignorancia, esclavitud, falta de amor y la esperanza y no nos damos cuenta y la literatura refleja eso. A quienes han leído mis historias y se sienten reflejados en ellas les diría que en mis sueños todas las guerras son la misma guerra. Que hemos olvidado cosas peores, y les diría que vuelvan a amar, si han perdido esa capacidad”.