Así se vivió el Festival Internacional de Cine Golfo de Morrosquillo
En la memoria del Golfo de Morrosquillo están incrustados teatros como el Cine Caribe o el Teatro Colón. Hacia la década del 70, cada noche se reunían en estos espacios cientos de personas alrededor de la proyección de películas en formato de 35 milímetros. Este espacio de encuentro y de diálogo, poco a poco se fue esfumando cuando cada familia se metió en sus casas para sentarse enfrente del televisor.
En días recientes, entre el 2 y el 7 de diciembre, tuvo lugar el Festival Internacional de Cine Golfo de Morrosquillo (FICGO) en los municipios de Coveñas, San Onofre y Tolú: un espacio que busca recuperar ese espacio de diálogo cultural y cinematográfico, para así convertirse en una plataforma de exhibición, promoción y formación alrededor del cine.
La presentación de las películas estuvo dividida en dos segmentos. Por un lado, “Cine Caribe”, que tuvo como centro relatos y expresiones cercanos a la cotidianidad de este territorio mágico y diverso. Se proyectaron cinco películas nacionales y una extranjera de República Dominicana. El segundo segmento se llamó “Cine Coco”, que tuvo como objetivo el público infantil.
El encuentro contó además con actividades académicas, que buscaron fortalecer el talento local a través del arte y la construcción de nuevas historias audiovisuales. Hay que mencionar dos en especial: la clase central y magistral de la productora de cine y televisión dominicana Desiree Reyes Peña y el taller sobre Derechos de autor en material audiovisual dictado por Ricardo Cuesta Garnica, de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano.
Con el fin de reflexionar sobre lo que fue esta experiencia, hablamos con su director Rodolfo Franco Ricardo, quien nos dio algunas conclusiones y visiones de un espacio que apenas arranca este camino con el que se quiere fortalecer las dinámicas propias del territorio a través del cine y el audiovisual con una mirada 100% Caribe.
Históricamente, ¿cuál ha sido la relación del Golfo de Morrosquillo con el cine?
Se remonta a los años 70, cuando las pantallas de cine se encontraban en municipios de San Onofre, Tolú y Coveñas. Las personas se acercaban a vivir la experiencia bajo un cielo de estrellas y frente a una pantalla que tenía unas banquitas de madera donde las personas llegaban y se sentaban.
Me contaban mis papás y mis abuelos que anteriormente esta experiencia no era solamente ir a ver cine, también era encontrarse con los novios o aquellas personas que querían hablar de otros temas. Era un espacio de convivencia que definitivamente marcó a una generación.
¿Qué pasó con estos espacios?
Con la llegada de la televisión, ese espacio fue desapareciendo, se fueron vendiendo estos teatros y convirtiéndose en iglesias, en hoteles, en parqueaderos. Hoy en día el Festival nace por esa motivación, por ese impulso de traer nuevamente la experiencia cinematográfica a todos estos territorios que realmente lo necesitan y que han sido claves en el proceso de formación de público.
¿Por qué es importante recuperar este espacio?
Porque es una experiencia que muchas personas de este lugar no han vivido. Muchos me comentaban que la última película que vieron en un cine fue La estrategia del caracol (1993). Cuando hacía cine en los barrios, algunos niños se me acercaban y me preguntaban cuándo íbamos a volver.
Creo que esa necesidad de espacios culturales está presente, se necesitan en un territorio, porque no solo es la experiencia de estar al aire libre disfrutando de una película, sino también la memoria y la identidad que se construye a través de estos espacios.
Para nosotros es muy importante reafirmar que el territorio de Golfo de Morrosquillo no solo es playa y mar, es también un territorio de cultura donde las personas pueden venir y disfrutar de una oferta diferente que involucra a todos los sectores económicos que habitamos acá.
¿Cómo fue organizar la programación y la agenda? ¿Cómo fue la elección de la línea curatorial?
La línea curatorial del Festival fue con base en el territorio. Al ser el Golfo de Morrosquillo un pequeño rincón del Caribe, sabíamos de la importancia que tienen las historias que logran conectarse con el público. Por eso, para nosotros desde un inicio la línea curatorial siempre tuvo que estar muy marcada hacia historias de la cotidianidad que lograran compenetrar muy bien con la idiosincrasia Caribe.
Creo que lo logramos. Tuvimos una selección de cinco películas del caribe, que enmarcamos dentro del slogan “un viaje por el caribe”. Este viaje involucró diferentes regiones del territorio como Santa Marta, Barranquilla, Montería, San Andrés, Providencia y Cartagena.
Creo que al ser un festival que nace en este lugar tan maravilloso había que hacerlo de esa manera. Por eso son películas habladas en español casi todas, sobre la familia, sobre la condición humana, sobre las dificultades cotidianas que están en la realidad de los caribeños.
¿Cómo reaccionó el público? ¿Qué conclusiones sacan de esta experiencia?
Una de las mayores sorpresas que nos llevamos fue la reacción del público, porque realmente no esperábamos tanta acogida. Sí contábamos con una buena asistencia, pero no con las más de 3 mil personas que llegaron. Si lo comparamos con cifras de otros lugares y eventos cinematográficos del país, podemos concluir que se necesitan estos espacios.
Esto es una labor para todos los realizadores y cineastas de Colombia y del resto del mundo. Poder encontrar un lugar de exhibición diferente y llevárselo a poblaciones que lo piden a gritos. La gente se quedaba hasta los créditos, dialogaba, discutía, reía y lloraba. Se metía en las películas. Es la mejor sensación que uno puede tener como exhibidor.
¿Qué funcionó? ¿Qué hay que mejorar?
Siempre va a haber fallas y errores, somos humanos, pero de estos aprendemos. Para mi, como director, siempre ha sido importante poder abrir espacios en los que las personas puedan disfrutar de las películas. Quizá, para una próxima versión, funcionaría una pantalla itinerante. No colocarla en un lugar fijo, sino moverla a esos lugares donde es mucho más difícil el acceso a la exhibición cinematográfica. Ese será el reto: llegar a más rincones y a más lugares del Golfo de Morrosquillo.
¿Cómo ven el futuro del Festival?
Lo vemos como un Festival que se va a consolidar como uno de los más importantes de Colombia. Estoy seguro que lo vamos a lograr, porque tenemos a la gente de nuestro lado. Hemos logrado conectar muy bien con el público y creo que no hay mejor aliado que la gente, que el mismo pueblo que te respalda y que va a defender este festival como suyo.
Queríamos lograrlo desde el principio y lo hicimos. Al ser algo tan de la gente vamos a tener un evento muy fuerte con muchas actividades que van a marcar un hito en la cinematografía colombiana. Esta primera versión nos demostró que hay un público listo para ver y producir películas. El festival será esa plataforma.
¿Algún mensaje que quieran enviar para la gente que quiera participar de este evento cultural en un futuro?
El mensaje para las personas que quieran participar del Festival Internacional de Cine del Golfo de Morrosquillo es que el próximo año estén muy pendientes de nuestras redes sociales en Instagram y Facebook. Ahí vamos a estar publicando próximamente la convocatoria a nivel nacional e internacional, con la que esperamos que lleguen cortometrajes y largometrajes de toda Colombia y del resto del mundo.
Queremos que el próximo año las personas participen masivamente y podamos tener una gran variedad de contenidos en la selección oficial del Festival. Así que también, quiero invitarlos a todos a que vengan y disfruten de esta experiencia, del cine, del territorio y de lo que ofrece este mágico lugar del Caribe. Los esperamos en el año 2022.