El agua embotellada: practicidad con riesgos
La industria de este producto ha crecido exponencialmente en los últimos años, satisfaciendo la demanda global del liquido, pero con consecuencias ambientales.
En los años 70 comenzó el boom del envasado en botellas de plástico y la oferta de agua embotellada comenzó a crecer de manera sustancial. Años después, por el año 1993, el comercio japonés mostró un aumento en los niveles de venta de este producto logrando en el 2004 una venta de 195 millones de dólares, exportado agua en botellas a países europeos y norteamericanos, como en el caso de Estados Unidos, que pasó de consumir en 1990, 115 millones de botellas de agua al año, a tomar 10.400 millones en el 2008, un promedio de 110 litros por persona.
Luego, grandes compañías como Danone y Pepsi, comenzaron a hacer parte de los grandes emporios del agua embotellada, logrando en el 2008 ventas aproximadas a los 2.9 mil millones de euros, con el 47% en Europa, 31% en Asia y el 22% en el resto de continentes; en el caso de América latina el mayor consumidor es México, luego Brasil, Argentina, Uruguay y por último Colombia. Por ese mismo año reconocidas marcas como Evian, Perrier, San Pellegrino, Oishii Mizu, Bonafont o Vittel, lograron vender el agua desde 0.20 euros por litro hasta 400 euros por las ediciones especiales del producto.
Para hacer aún más cercano el impacto del mercado del agua embotellada, en el caso de Colombia es considerado como uno de los sectores menos explorados, entendiendo que el mayor consumo por persona lo tienen los argentinos con 112 litros al año cada uno, luego los brasileños con 25 litros y los colombianos con apenas 15,5 litros, según un estudio de Euro Monitor. Pero aun siendo el país con menos consumo, en Colombia, según un grupo empresarial que realiza investigaciones de mercado y análisis de consumidor (Raddar), se vendieron en el 2011 más de 176 millones de dólares en el mercado de agua embotellada.
Causa curiosidad que en realidad exista una necesidad de consumir agua en botellas, que suele ser 1000 veces más costosa que el agua de la llave. Por ejemplo, según estudios del el Earth Policy Institute, el agua en botellas puede tener un precio superior al de la gasolina llegando a costar 1.500 veces más de su precio real. Sin embargo, razones como la contaminación o escasez de las fuentes de agua potable en las ciudades suelen ser un motivo para que las personas la consuman, como es el caso de San Andrés y Providencia donde la cobertura del acueducto público es limitada y no tienen otra fuente de aprovisionamiento.
Otras de las razones por las cuales las personas han decidido consumir este producto es que el agua embotellada ha logrado expandirse y permear muchos de los espacios en la ciudad. Hoy la encontramos distribuida en grandes y pequeños supermercados, máquinas expendedoras, restaurantes, farmacias entre otros lugares de fácil acceso; todo esto acompañado de grandes ideas publicitarias que crean un percepción positiva del consumo, asociándolo con salud, bienestar, comodidad, pureza y estatus como es el caso de la Bling H2O, un agua embotellada considerada como la más cara del mundo, tiene en su botella incrustados cristales de Swarovski. Su publicidad dice que el agua usada se extrae de manantiales naturales no contaminados en Tennessee y es purificada en 9 pasos. Su precio va hasta los 40 dólares (casi 80.000 pesos) por una botella de 750 ml.
No siempre el producto de lujo es sinónimo de mejor calidad. Un grupo norteamericano sin fines de lucro llamado “Environmental Working Group”, publicó un informe a principios del 2012 en donde analizó las etiquetas y sitios web de 173 aguas embotelladas y encontró que “ Cerca de una quinta parte, incluyendo grandes marcas, como Aquafina y Crystal Geyser, no mencionan su origen, y solo se limitan a mencionar que es agua “de la primavera”, “de las montañas”, “fresca”, etcétera, sin que se conozca realmente su origen.
Además, hay que pensar también en qué tan comprometida está la industria con el reciclaje de con los millones de envases que son producidos cada año. De acuerdo con el Instituto de Reciclaje de Envases (CRI por sus siglas en inglés), con sede en Washington, en esta industria sólo se recicla el 14% de los envases; el otro 86% pasa a los botaderos donde tendrían que estar entre 400 y 1.000 años antes de ser degradados por completo.
Los agentes que regulan el agua embotellada son la Organización Mundial de la Salud OMS, quien junto con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), han formado un convenio marco internacional para aguas minerales y naturales envasadas llamado la Comisión Codex Alimentarius (CAC), en la que se determinan normas que exigen una descripción de los productos, su composición, los parámetros de calidad, higiene, envasado y etiquetado, entre otras especificaciones; así como cuando existe explotación de zonas naturales como acuíferos, manantiales y aguas subterráneas. Pero, son los gobiernos de las localidades los que determinan cual es el costo de la explotación y las exigencias a nivel ecológico.
Se sabe para obtener un litro de agua envasada se necesitan tres litros de la misma, lo que revela el impacto ambiental de la producción de botellas envasadas, y el uso irresponsable de algunas compañías que extraen de manera indiscriminada e inapropiada el agua de espacios naturales, causando un desequilibrio ambiental. Según una investigación de la Swiss Gas and Water Association (2005) el impacto ambiental de la extracción de agua de grifo es del 1% a comparación como el agua envasada en botellas.
Las botellas son fabricadas con de polietileno PET, un plástico derivado del petróleo, y su producción a gran escala afecta directamente en el ambiente puesto que solo una parte de toda la producción de envases suele ser reciclada.
Los impactos no sólo se relacionan con los ecosistemas naturales, sino que se han comprobado impactos sobre el ser humano, ya que los envases pueden segregar una nociva sustancia llamada Bisphenol-A (BPA), que según investigaciones médicas, puede incidir en la aparición de ciertos tipos de cáncer si se consume en grandes cantidades. Factores como los cambios de temperatura a los que son expuestas la botellas, como exposición al sol y luego refrigeración, aumentan el riesgo de ingerir la mencionada sustancia. Muchas de las grandes empresas se escudan en que ellos entregan un producto sin ningún tipo de contaminante y que es el mal uso de los usuarios el que provoca este tipo de riesgos.
Finalmente, conociendo el mercado, las afectaciones ambientales y los riesgos biológicos que causa el mismo, se debe tener una conciencia ambiental del consumo de agua embotellada y sus botellas, que en el caso de ser adquiridas deben ser recicladas.
Entre las alternativas, se recomienda hervir el agua del grifo o instalar un filtro que mejore la calidad del agua de la llave. Otra opción es la de rellenar botellas, pero se recomienda no usar el envase por mucho tiempo y tener en cuenta lo ya mencionado sobre los riesgos del mal uso de una botella plástica.
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