"El fútbol en esencia no es culpable de la violencia y no la fomenta"
El periodista y escritor mexicano Juan Villoro Ruiz se unió a #AsíSíSeJuega y en la entrevista que pueden leer a continuación nos habla de la relación del arte con el deporte, de la violencia en el fútbol y de literatura. Por: @profeastronauta
¿Cómo percibe la relación entre el fútbol y la literatura?
El deporte es una forma del juego que nos remite a la infancia, a la posibilidad de tener héroes, de establecer una balanza entre el bien y el mal, de encontrar el triunfo, eso que se suele perder cuando pasamos a la edad adulta y ya no creemos en estas cosas. Pero podemos recuperar esa ilusión primera por el juego a través del arte o a través del deporte, de modo que no es raro que se mezclen, son dos formar del juego. Una es muchísimo más cerebral e intelectual y requiere de un oficio muy diferente al de atletismo, pero no deja de tener puntos en común, de modo que no es casual que algunos de los grandes escritores hayan tratado de explicar su visión del mundo a partir del fútbol, es el caso de Albert Camus, que fue un gran portero y escribió uno de los mejores alegatos contra la pena de muerte, que quizá solo podría surgir de un hombre que sabe lo que significa ser fusilado desde el manchón de penalti.
¿Hay algún texto que tenga como favorito o algún autor que lo haya inspirado en esa búsqueda como periodista y creador literario?
Me gustan muchos escritores que se han relacionado con el fútbol, pero destaco a uno en especial por no ser tan conocido en el ámbito de habla hispana, es Nelson Rodríguez, extraordinario cronista brasileño, que fue quien bautizó a Pelé como 'El rey' y a Didí como 'El Príncipe', fue un gran mitógrafo de aquella grandísima selección brasileña, un hombre extraordinariamente apasionado, reaccionario en política, muy buen dramaturgo, en fin, una figura muy colorida que dejó frases extraordinarias como la siguiente: "Si los datos no nos respaldan, pues peor para los datos". Esta frase tiene que ver con la fe y las ilusiones no siempre avaladas por la realidad y los aficionados al fútbol.
En alguno de sus libros, en 'Los once de la tribu', usted entrevistaba a un narrador futbolístico, a Don Ángel Fernández, este señor decía: "La mujer es todo, lo demás es paisaje".
¿Usted siente que se ha perdido ése romanticismo en el deporte?
Uno de los grandes problemas del fútbol es que cautiva tanto a la gente, que se ha convertido en un negocio inmoderado y esto lo vemos en muchos aspectos del fútbol, que puede ir por ejemplo desde las camisetas, que antes no llevaban anuncios, y que ahora en algunos países como México pueden llevar hasta 8 o 10 anuncios, lo cual verdaderamente hace pensar que el aficionado ya no sigue unos colores definidos con los que se identifica, sino un conjunto de anuncios comerciales.
Lo mismo pasa con la radio y la televisión, donde muchas veces los partidos se interrumpen con pautas publicitarias y donde se ha tratado de crear un tipo de narración cientificista, cosa bastante absurda, porque las estadísticas son orientadores, pero nunca nos pueden explicar cabalmente la realidad y muchas veces la falsean. En una isla hay dos personas, y de esas dos personas una se come 2 pollos y la otra ninguno, estadísticamente en esa isla, cada persona come un pollo, porque dos pollos fueron comidos y hay dos personas y esto no tiene que ver necesariamente con la realidad.
Lo mismo pasa con el fútbol, vemos cronistas que hablan de un equipo que avanza el 75% de las ocasiones del lado derecho, y eso no significa mayor cosa porque muy posiblemente el gol lo va a meter por el lado izquierdo el de las pocas oportunidades, entonces sí, desgraciadamente la comercialización de el fútbol y la pretensión de ser relativamente científicos, más confiables, más subjetivos, creo que le ha rebajado la poética al fútbol, aunque hay algunos grandísimos narradores de la vieja escuela como Víctor Hugo Morales, un uruguayo que desde hace mucho ejerce la magia de la palabra en Argentina.
¿Cómo observa el fenómeno de la violencia en el deporte?
El deporte cataliza y condensa muchas de las pulsiones sociales que tenemos, entonces cuando hay una rivalidad entre dos países o entre dos grupos étnicos, o entre dos iglesias, un partido de fútbol puede ser un detonante de estas pasiones, que no son generadas por el fútbol, pero que ahí adquieren un sentido de mayor apremio, a veces el fútbol es como esos espejos de la feria, que distorsionan la realidad agrandándola un poco.
Pienso por ejemplo en la famosa guerra entre Honduras y El Salvador que se derivó de un partido de fútbol. En realidad la guerra no tenía que ver con el fútbol, y no se hizo para redimir el marcador del partido, sino que tenía que ver con agravios entre los dos países.
Yo creo que el fútbol en esencia no es culpable de la violencia y no la fomenta, por el contrario, yo creo que el deporte es una forma incruenta de la guerra, es una ejército desarmado que cristaliza en los futbolistas y en la inevitable violencia que tiene el ser humano, somos una especie depredadora, no hay que olvidarlo, se regula, se controla y se canaliza positivamente a través del deporte.
¿Pero qué pasa cuando la sociedad misma está suficientemente corrompida y hay una podredumbre muy fuerte que impide controlar aspectos que van a dar a los estadios, por ejemplo, el nacionalismo, la xenofobia?
Pues entonces el aficionado aprovecha el fútbol como un foro para cobrar venganza. Esto no es provocado por el fútbol, pero es una plataforma pública en donde muchas veces se cristalizan estos problemas sociales. Y la solución está en atacarlos de raíz, hay que decir que los directivos han sido cómplices en muchos países de esto, porque no han puesto suficiente atención para controlar a las barras bravas, a los hooligans, los han apoyado porque consideran que son parte esencial de la manera de amedrentar a los contrarios y esto es muy grave.
Por ejemplo en México hubo recientemente casos de violencia en el estadio de las Chivas, son terribles y tienen que ver, a mi modo de entender la situación, no tanto con que la gente piense que el fútbol es un espacio para la violencia, sino con el desencanto que la gente tiene ante la forma en que le brindan el fútbol. Si los directivos no respetan los colores, venden los jugadores, muchas veces venden la franquicia entera, hay casos de corrupción en un club, ¿Cómo van a hacer los aficionados a tener una conducta íntegra para respetar lo que propios directivos no respetan?.
Yo creo que institucionalmente hoy en día, la mayor violencia del fútbol es fomentada indirectamente por los directivos