Del ciclo montañismo a los campos eliseos: la historia de Egan Bernal
El altiplano cundiboyacense fue testigo. La pasión de Egan Bernal por el ciclismo comenzó a los 8 años de edad cuando empezó a practicar mountain bike. Su gran desempeño lo llevó incluso a un mundial de éste deporte en Noruega, donde obtuvo la medalla de plata.
Tarde o temprano se fijarían en él y le pedirían probarse en la ruta. El equipo Androni-Simertec se fijó en sus condiciones y lo contrató. Momento histórico. En el 2016, el cundinamarqués daría el salto que cambiaría su vida para siempre.
El mismo Egan reconoce que no fue fácil al comienzo. La ruta no solo precisa de un gran despliegue físico. También requiere una dosis de estrategia, trabajo en equipo y dosificación de fuerzas. Le costó, pero lo logró. Y los resultados empezaron a llegar: fue campeón del Tour del Porvenir y de la vuelta a California entre el 2017 y 2018. Fue también profeta en su tierra: el año pasado ganó la Colombia 2.1 dejando relegados en el segundo y tercer lugar a Nairo Quintana y Rigoberto Urán respectivamente. Todo un presagio de lo que vendría después.
Un 2019 inolvidable. Comenzando porque en la Vuelta a Cataluña sufrió un desperfecto mecánico al final de una de sus etapas, teniendo que llegar a la línea de meta con la bici en el lomo y a pie. Y después, el Tour. Una locura.
Ganar la Grande Bouclé significa lograr algo que por años buscaron leyendas vivas del deporte de las bielas; un sueño no cumplido para Fabio Parra, Lucho Herrera, Santiago Botero, y esquivo de momento para Nairo y Rigo, quienes una vez más terminaron detrás del criado y formado en Zipaquirá.
Felicidades, Egan. Una de las hazañas más grandes del deporte colombiano viste de amarillo. En el Tour más disputado y abierto de los últimos tiempos, un ciclomontañista de nacimiento logró el sueño de millones: escuchar los acordes del himno nacional, en los campos elíseos de la cuidad luz.
Foto tomada de Le Tour de France en Facebook