Jaime Ocampo, el metalero que quiere una educación diferente
La música llegó a su vida gracias a su familia. Por su papá, un melómano consumado, amante de Daniel Santos y Pérez Prado, aprendió de boleros y de música romántica. De sus hermanos aprendió de rock, pop y música disco. Sin embargo, en su casa se oía de todo, música gogó, yeyé, twist, boleros, rock, pop, funk, porros, cumbias, salsa, música colombiana y además, su casa, fue un epicentro de bailes en el tradicional barrio Manrique en Medellín.
Desde pequeño, Jaime estuvo rodeado de música, siempre había una banda sonora diferente en cada baldosa de su casa. Cuando tenía siete años, vio la película Grease y desde ese momento empezó a prestarle más atención a cada uno de los sonidos que le rozaban el cuerpo. Pero antes de eso, escuchó la primera canción de rocanrol en la radiola de su padre, fue "Rock around the Clock" de Bill Haley & His Comets. “Qué es eso tan bacano”, dijo, y ese momento fue pirotecnia en su cabeza. Hoy, muchos años después, recuerda con nostalgia ese momento que lleva en el corazón y ese disco que giró en la radiola de su padre lo guarda como un tesoro valioso dentro de su colección musical. Luego, con la llegada de agrupaciones como Abba, Bee Gees y The Beatles, se convirtió en un gomoso desenfrenado.
Uno de sus hermanos, el que creció con el sonido rock vieja guardia y agrupaciones como Led Zeppelin, Black Sabbath y AC DC, empezó a estudiar guitarra. Pero cuando las clases acababan y el instrumento quedaba arrumado en un rincón, Jaime tomaba la guitarra y en soledad empezaba a surrunguearla sin tener ni idea de la manera en que debía hacerlo, y así, de manera simple y sin salir de casa, se empezó a construir la personalidad de uno de los músicos más importantes del sonido fuerte en Colombia.
Cuando apareció el heavy metal su vida cambió. Muchas horas en soledad y con los audífonos a todo volumen cultivaban su sueño sonoro. Luego, a los años, finalizando los ochenta, empezó a hacer música, justo cuando estaba por graduarse del colegio. Su intención era simular la música que escuchaba, pero no sabía cómo y además no tenía una guitarra eléctrica para lograrlo.
Pero a los años llegó una guitarra genérica, similar a una Les Paul acompañada de un amplificador marca Marlboro. Ese regalo de uno de sus primos de la USA fue la materia prima para empezar esa odisea musical que había soñado durante tantos años: Athanator.
Con esta banda, formada en 1989, ha logrado darle vida a sus deseos de niño y a sus anhelos de adulto. Ha vivido historias maravillosas que han construido parte de la memoria del metal en Latinoamérica, y además, ha forjado con vísceras el ADN del metal colombiano.
Pero Jaime no vive solo del metal, de las guitarras y la distorsión que se convierte en polo a tierra y válvula de escape para su vida, este metalero amante de las motos y de su adorada Honda Shadow VLX600, es un docente de más de veinte años de experiencia y que hoy en día es el rector de una escuela normal superior. En su día a día lidera a más de ochenta profesores y a cientos de estudiantes que ven en él un referente distinto para afrontar la vida.
Al colegio llega en su moto, con chaqueta de cuero, pañoleta, cabello largo y sonrisa siempre dispuesta para trascender con su sueño de ser un metalero que gira por el mundo con canciones como Metabolic Damage, Redemption, Architect of disaster o Raise the death; sin embargo, si una canción fuera a acompañar su partida sería Comfortably numb de Pink Floyd o The trooper, de Iron Maiden.
Hablamos con él, le preguntamos sobre los retos educativos de la actualidad, las aspiraciones de los jóvenes, la deserción escolar, el futuro de los estudiantes y muchos más temas.
Acá pueden escuchar la entrevista.