Recordando la Langosta Azul
“...Un viaje ocasional de Álvaro Cepeda a Bogotá me distrajo por unos días de la galera de las noticias diarias, llegó con la idea de hacer una película de la cual solo tenía el título: La langosta azul. Fue un error certero porque Vicens, Grau y Nereo se lo tomaron en serio. Algo puse yo, que hoy no recuerdo, pero la historia me pareció divertida y con la dosis suficiente de locura para que pareciera nuestra. La langosta azul es una obra elemental cuyo mérito mayor es el dominio de la intuición, que era tal vez el ángel tutelar de Álvaro Cepeda”.
El anterior párrafo corresponde al libro Vivir para contarla de Gabriel García Márquez y hace referencia a una surrealista película de ficción que vio la luz en 1954 dirigida por el escritor Álvaro Cepeda Samudio, el pintor Enrique Grau Araújo, el librero catalán Luis Vicens, y el ya mencionado García Márquez. Todos próximos a convertirse en protagonistas de la cultura en Colombia.
Este cortometraje marca un antes y un después en el cine nacional, dado que se trata de la primera película en su género realizada en Colombia. La historia, basada en un sueño de Cepeda Samudio, narra la llegada de un agente secreto, llamado el Gringo, a un pueblo del Caribe con el fin de investigar la aparición de unas langostas radiactivas.
Después de registrarse en un hotel, un gato le roba una de las langostas, por lo que el espía sale en su búsqueda por las calles y casas del pueblo. Inicia entonces un recorrido por las calles del pueblo en donde se encuentra a personajes como "la hembra", quien lo lleva a un ritual indígena donde "el brujo"; o "el vivo", quien trata de engañarlo con langostas diferentes; y "el niño", quien finalmente pone a volar para siempre en una cometa el objeto de su búsqueda.
La película, rodada en La Playa, un corregimiento de Barranquilla, es silente, a blanco y negro y tiene una duración de 29 minutos. Fue producida por Nueve-Seis-Tres y se rodó en 16mm, sobre película irreversible, sin negativo. La cámara fue manejada por Guillermo Salvat y el guión fue escrito por sus cuatro directores.
Se trató de un experimento con poco presupuesto,donde todos los actores de la película son naturales y que tiene como marco de referencia el neorrealismo italiano, aunque en definitiva está inspirada en el cine de Luis Buñuel y en la manera como el surrealismo representaba lo onírico en imagen.
Para Hernando Martínez Pardo, historiador y autor del libro Historia del cine colombiano, esta pieza surge en un contexto en el que una mirada renovada se tomaba el periodismo y la literatura, por lo que es congruente que “se decidiera filmar una película que abriera nuevos caminos al cine colombiano”.
Tuvo varios estrenos en Barranquilla y participó en los festivales de cine de Biarritz, Huelva y Lyon, décadas después de su aparición, dando la vuelta al mundo de manera sigilosa. Durante muchos años la existencia de esta película prácticamente fue una leyenda ya que por su formato era muy difícil la reproducción además de el deterioro que sufría la cinta cada vez que se reproducía. Un asunto que narró recientemente la filósofa y literata Tita Cepeda -esposa de Álvaro Cepeda- para El Espectador. El punto es que hubo algunas pocas copias rondando por ahí y ya en los años 90 se logró su restauración que garantizara su posteridad.
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