‘Memorias de un cuerpo que arde’ o los demonios de la tercera edad en película
La joven cineasta costarricense Antonella Sudasassi siempre quiso hablar de sexo e intimidad con su abuela y esa conversación, inconclusa, fue la semilla de Memorias de un cuerpo que arde, película recién presentada en Berlín y en el Festival Cinélatino de Toulouse.
Muchas cosas son inusuales en esta cinta de 1 hora 30 entre documental y ficción, empezando por el guion, una descripción directa y honesta de la sexualidad, en boca de una exbailarina anciana en su primer papel cinematográfico, y rodada superponiendo épocas distintas.
El guion fue elaborado a partir del testimonio real de ocho mujeres. “Nunca habían tenido la oportunidad de hablar tan abiertamente sobre estos temas con nadie” explicó Antonella Sudasassi.
A lo largo de dos años y medio, en pleno covid, Sudasassi se fue ganando la confianza de todas ellas. Y aunque al final solo tres se atreven a ser filmadas, todos los testimonios sirvieron de trenzado para el guion final.
En la pantalla la “joven” anciana (la exbailarina Sol Carballo) va desgranando recuerdos en su domicilio, y a medida que habla, en un sorprendente giro cinematográfico, aparecen y desaparecen sus otros “yo” que retoman el diálogo, para guiar y cautivar al espectador.
Es la historia de una niña educada con excesivo rigor y de una joven que se casó demasiado pronto. Una historia aparentemente banal de una mujer de clase media en una Costa Rica anodina de mediados de siglo, pero que oculta un pasado ardiente.
“Desde el primer día en que hice el casting me di cuenta de que la cosa estaba un poco más intensa o fuerte de lo que yo esperaba”, confiesa la realizadora. “Yo pensé que la peli iba a ser como de datos jugosos y puros, pero también me encontré con mucha violencia”, añade.
Violencia conyugal, y al mismo tiempo, la exploración sin tapujos del propio cuerpo, del placer. Una historia que no forzosamente tiene que acabarse con la llegada de la tercera edad.
"Tenía esos testimonios muy fuertes, muy importantes, y lo que me preguntaba era: ¿cómo hago para que la audiencia vea y sienta en la piel lo que ellas sintieron?", añadió.
El camino pasaba por mezclar constantemente pasados y presentes, sin interrumpir el relato ni el plano cinematográfico. "Demasiado ocupadas para recordar, hacer hablar a las protagonistas fue laborioso por otra razón inesperada", revela la cineasta.
Algunas simplemente no tenían tiempo. Con la edad "los recuerdos ocupan más sitio en la memoria, no me alcanza el tiempo", para ordenarlos y hacerlos brotar, confiesa la protagonista.
El guion no es un recuento de frustraciones. Las entrevistadas no lamentan su pasado ni el hecho de ser mujeres, sino todo aquello que no pudieron o se atrevieron a vivir.
"Ser mujer es muy bonito, pero también hay una parte fea: que eres muy vulnerable", medita la protagonista.
Memorias de un cuerpo que arde fue presentada en enero en el Festival de Berlín, y forma parte de un tríptico de Antonella Sudasassi sobre la condición femenina, que empezó con El despertar de las hormigas en 2019.
Esa cinta fue nominada a los Premios Goya en España, por primera vez para una película costarricense. Y ha ganado una quincena de galardones en distintos festivales internacionales, según la productora Substance.
Antonella Sudasassi tiene listo un nuevo proyecto, esta vez con personajes masculinos. “Las películas son para mí formas de responder a cosas que no entiendo del todo”, explica con una sonrisa.
Conoce el tráiler de Memorias de un cuerpo que arde aquí.
© Agence France-Presse