[Entrevista] 'Wajib, invitación de boda', cine palestino en salas colombianas
Haber acompañado durante cinco días a su esposo y a su suegro a entregar las invitaciones a la boda de su cuñada, fue lo que inspiró a la directora Annemarie Jacir a escribir esta historia con elementos de drama, romance y hasta comedia.
“En Palestina hay una tradición que sigue siendo una parte importante de la vida actual: cuando alguien se casa, se espera que los hombres de la familia, generalmente el padre y los hijos, entreguen personalmente las invitaciones de boda a cada invitado. Enviarlas por correo o encargar la tarea a extraños se considera una falta de respeto. No conozco ningún otro lugar que se adhiera a esta tradición tanto como los palestinos que viven en el norte de Palestina, donde se establece Wajib”, explica Annemarie Jacir.
El término wajib, que le da el título a la película, se puede explicar como “deber social”, pero la historia y los problemas que nos plantea van mucho más allá, pues además de mostrarle al espectador diversos aspectos de las costumbres de una familia palestina y su relación con el entorno israelí, la película aborda aspectos propios de cualquier familia en el mundo, como lo son las diferencias generaciones, políticas e ideológicas entre un padre y su hijo.
Estos personajes son interpretados por los actores Mohammad Bakri y Saleh Bakri, padre e hijo en la vida real. Saleh es Shadi, un joven que regresa a casa después de varios años de vivir en Roma para acompañar a su padre, Abu Shadi, a entregar las más de 300 invitaciones de la boda de su hijamenor, Amal. Y mientras hacen el recorrido por las estrechas calles en un carro viejo, los tensos detalles de su relación llegan a un punto crítico.
El hijo ha pasado los últimos años de su vida en el extranjero y es muy poco lo que echa de menos del lugar que dejó años atrás debido a sus actividades políticas de adolescente; ahora es arquitecto y vive con su novia, la hija de un ex líder de la OLP en Europa. Es muy consciente de que su padre nunca ha apreciado mucho su estilo de vida.
Abu Shadi intenta conectarse con su hijo, mientras que también siente resentimiento con él por haberse puesto del lado de su madre después del divorcio. Shadi ha perdido el contacto con su ciudad natal, una ciudad plagada de violencia creciente y falta de recursos y tierras. Pero él sabe que también ha perdido el contacto con su familia.
En ese recorrido dentro y fuera del carro, acompañanados o no, de visita en visita, los dos hombres comienzan una nueva relación mientras tratan de lidiar con las viejas tensiones. Abu Shadi defiende la realidad política y social de aquellos palestinos que no se convirtieron en refugiados en 1948 y se quedaron en su tierra natal mientras Shadi se desespera por lo que ve como una comunidad apática que sufre una crisis de identidad.
De Annemarie Jacir, hay que decir que ha dirigido 16 películas y es una de las nuevas caras del cine independiente mundial y parte de la nueva ola árabe según Variety.
Wajib, invitación de boda (2017) es una coproducción colombiana, fue Cristina Gallego (Pájaros de Verano) la encargada de traer esta película a salas colombianas, su equipo concersó con Annemarie Jacir y a continuación nos comparten la entrevista:
¿Es cierto que su relación con Colombia no es tan lejana como se creería? Y no hablo solamente de que Wajib sea la primera película entre Palestina y Colombia...
Es verdad, el hecho de que Wajib sea la primera coproducción entre nuestros países es una de las cosas más increíbles acerca de este filme y estoy muy orgullosa de ello, especialmente porque mi abuela nació en Barranquilla y los palestinos tenemos relaciones muy cercanas con Colombia.
¿Alguna vez imaginó que este drama romántico con elementos de comedia lograra mostrar tanto de la cultura palestina?
Me encanta que lo llames un drama romántico. Es romántico porque aun cuando es sobre la relación de padre e hijo, es acerca de dos personas que se quieren y que están luchando por conectarse. Para mí, esta fue la manera en la que pensé y quise mostrar la película, los otros elementos de la vida palestina salieron a flote naturalmente.
No es una película con tintes políticos pero muchos de los diálogos llevan por ese rumbo.
Mi forma de trabajo es mantener lo más orgánico y verdadero de los personajes y lugares, en este caso es Nazaret. Me enfoco en historias humanas, con sus fallas y conexiones. El hecho es que nosotros vivimos en un mundo político, en donde todo a nuestro alrededor gira en torno a la política. Como palestinos somos personas luchando por liberarnos de una entidad colonia.
¿Y el ingrediente de la comedia?
La comedia fue algo que no agregué pero es algo muy palestino. Nosotros tuvimos que manejar nuestro sentido del humor a pesar de las circunstancias. Encontré que este humor seco está muy presente en nuestra sociedad y también en la mayoría de las personas que se encuentran en situaciones difíciles, algunas veces es todo a lo que nos podemos aferrar. Además en el caso de Palestina, sin mantener nuestro sentido del humor, la realidad de nuestras vidas es más depresiva de sobrellevar, por eso lo necesitamos para sobrevivir.
La película nace de una tradición de boda pero termina tocando temas universal que se dan en cualquier familia ¿era consciente de eso cuando escribió el guion?
En el desarrollo me llamó la atención la historia de estos dos hombres, quienes tomaron diferentes opciones de vida y la manera en cómo vivirla. Se dice mucho sobre Palestina en estos últimos días, sobre nuestras contradicciones, nuestros deseos y fue una historia muy personal para mí. Pienso que la película es bastante específica sobre Palestina - y en general la vida en Nazaret - pero también pienso que cualquiera que sienta el dolor de la familia, o de personas muy cercanas, incluso estando lejos, puede conectarse con la historia.
¿Qué limitantes tuvo que superar en el rodaje de la cinta en Nazaret?
Durante el rodaje, nosotros manejamos un perfil bajo para no tener complicaciones fuera de lo normal, tal como sucede con las películas independientes trabajando en una ciudad donde a las personas no les gusta ser perturbados por este tipo de filmes. Realmente como en todas mis películas, el mayor problema es el financiamiento. Siempre es una lucha, por eso que hay un tiempo entre 5 o 6 años entre cada una de ellas. Una vez ya segura, es gratificante tener un buen equipo de trabajo que me ayuda y me apoya.
Ahí es cuando entra el apoyo de Colombia en escena…
Sí. Cuando mi productor, Ossama Bawardi, me dijo sobre la posible colaboración del Ministerio de Cultura colombiano, Proimágenes Colombia y Ciudad Lunar, pensé que era una extraña propuesta porque el filme no era acerca de Colombia, por lo que no parecía ser posible.
Estoy tan feliz de haber recibido el apoyo que nos dieron, gracias a esto la película se hizo una realidad y no puedo estar más orgullosa de esta primera coproducción oficial y esperando muchas más.
¿Cómo ha sido la recepción internacional de la película, fue lo que esperaba?
He sido muy afortunada de haber encontrado una audiencia tan generosa y estoy muy feliz de lo mucho que ha trascendido la película. Es un filme pequeño y no esperé que llegara tan lejos. Podríamos ser más afortunados si tuviera distribución en muchos más lugares porque podemos ver que hay una audiencia deseosa por algo más que el cine convencional al cual nos enfrentamos diariamente.