‘Benedetta’: amor, religión, poder y blasfemia
“Todos tienen derecho a pecar”, dice una de las hermanas de la orden de los Teatinos, mientras Benedetta, una de las jóvenes monjas de ese convento, la ayuda a prepararse para dormir. La primera hermana, mucho mayor, enferma y cercana a la muerte, mira su pasado analizando ese cúmulo de recuerdos buenos y malos que conforman la vida, pero entre este ejercicio de nostalgia, invita a pensar acerca de las limitaciones y barreras, bien sean estas impuestas por uno mismo o por el contexto, y cómo estas, a veces, pueden llevar al arrepentimiento, que puede ser una condena peor que la propia muerte.
Benedetta la escucha mientras reflexiona profundamente. Ella se encuentra ante una disyuntiva. En los últimos días han llegado a su mente pensamientos nuevos, los cuales no entiende del todo porque están marcados por el deseo. Un deseo que nunca había sentido, el cual en la Italia del siglo XVII está prohibido. Por eso lo intenta destruir, quemarlo desde la raíz, pero su esfuerzo es vano, este deseo es algo que no puede combatir. La joven monja no tiene opción, si quiere conocer la felicidad y el amor, debe desafiarlo todo y entregarse a ese deseo.
Por eso mientras ve a su compañera de claustro acostarse en su lecho para esperar la muerte, reflexiona acerca de cómo hacer para consumar esa pasión que carcome su interior. Y la respuesta llega de forma muy clara, con la fe.
Dirigida por director holandes Paul Verhoeven, responsable de aclamadas obras como Robocop (1987), El vengador del futuro (1990), Basic Instinct (1992) y Showgirls (1995), Benedetta (2021) es una película desafiante, provocadora y reflexiva que ha despertado elogios y críticas casi que por igual, que se estrenará el 17 de febrero en los cines de Colombia.
Ambientada en el convento de un pequeño pueblo de la toscana llamado Pescia, cuenta la historia de Benedetta Carlini, quien fue una monja que vivió en el siglo XVII la cual a los 30 años fue nombrada madre superiora y luego fue juzgada por fingir estigmas, casarse con Jesús y sostener una relación lésbica con otra de las monjas del convento. Ella fue sentenciada a pasar su vida enclaustrada y los registros de este hecho histórico quedaron plasmados en el libro Immodest Acts: The Life of a Lesbian Nun in Renaissance Italy (Studies in the History of Sexuality), escrito por la historiadora y académica, Judith C. Brown.
En la película vemos cómo desde muy niña, Benedetta aseguró tener una conexión mística con lo divino. A los 9 años fue entregada al convento y desde su llegada cosas fuera de lo común comenzaron a pasar con ella. Como por ejemplo, en su primera noche una estatua de la Virgen le cayó encima, pero milagrosamente no la aplastó.
Con el pasar de los años, ella se convierte en una monja devota, hasta que comienza a tener visiones en las que Jesús le hablaba de amor. La primera de estas llega en medio de una obra de teatro, en la que mientras Benedetta actúa, ve al hijo de dios, quien aparece pastoreando un rebaño de ovejas, y le asegura que ella es su esposa.
Benedetta empieza a pensar sobre qué puede significar esto y curiosamente, o tal vez premonitoriamente, la paz del convento es interrumpida cuando un rebaño de ovejas llega acompañado de Bartolomea, una joven campesina que huye de los abusos físicos y sexuales de su padre.
Al principio la madre superiora del convento no estaba dispuesta a recibirla, pero Benedetta logra que la acepten. Ahí comienza una relación prohibida entre las dos. Entre provocación y juegos, ambas mujeres se van acercando, empiezan a buscarse, a desearse a escondidas, pero la dulce Benedetta se niega a caer en la tentación. Hasta que las visiones de Jesús regresan y cada vez son más confusas, más violentas, no parecen mensajes de lo divino, sino de la maldad.
De repente Benedetta comienza a sentir dolores terribles cuyo origen son desconocidos. En el convento empieza a reinar la confusión y la incertidumbre. La madre superiora decide nombrar a Bartolomea como la cuidadora de Benedetta que no sabe que significa su calvario. Hasta que una noche llega la respuesta.
En sus sueños, Jesús regresa, pero esta vez no carga una espada ni decapita bandidos como en sus otras visiones: el hijo del dios está crucificado y le pide dos cosas. La primera es que lo desnude. Ella accede y descubre que entre las piernas del mesías hay una vagina, luego él le pide que se acerque a su pecho.
La monja una vez más despierta gritando pero sus compañeras quedan anonadadas cuando ven que en sus manos y pies están los estigmas de la cruz. ¿Un milagro? ¿un engaño?, sea cómo sea, las autoridades de la orden deciden nombrarla como nueva madre superiora, lo cual usa para al fin tener privacidad con Bartolomea y vivir a plenitud su amor.
Pero su antecesora no está convencida, cree que algo está mal y las espía. Escandalizada descubre cómo las mujeres están entregadas al pecado y no solo eso, han osado transformar una estatua de madera la Vírgen María en un juguete sexual. Indignada huye a Florencia en busca del Nuncio, el representante del Papa, para que las juzgue como herejes y las condene a la hoguera.
Más que una crítica al catolicismo o una obra blasfema y provocativa, Verhoeven propone una reflexión acerca de los vacíos de la iglesia y cómo la codicia y el poder desvían las enseñanzas de Jesús.
Benedetta invita a pensar en la frase de “la fe mueve montañas”, la cual se puede analizar desde dos orillas. Por un lado se puede ver como la voluntad del individuo para realizar las cosas. Es una fe en uno mismo unido a la fe en la divinidad para crear una especie de impulso energético ligado al poder lograr los objetivos. Pero el otro lado es más oscuro, ya que es usar la fe de los demás como herramienta de manipulación para acumular poder y hacer lo que se quiere sin importar las consecuencias.
Esta película se centra en la segunda. Por ejemplo, cuando Benedetta muestra sus supuestos estigmas a los líderes de su orden religiosa, estos no los investigan a profundidad porque más que ver un milagro, ven una oportunidad para atraer peregrinos y por ende donaciones.
O cuando la madre superiora va a buscar al Nuncio y lo encuentra muy cómodo aislado en un castillo, comiendo abundante comida mientras afuera la ciudad estaba atormentada por la peste bubónica. O cuando Benedetta se aprovecha de la devoción y el miedo de la gente de Pescia para evitar la hoguera.
Verhoeven también invita a reflexionar acerca de cómo el poder puede corromper a las personas. Al principio la relación entre Benedetta y Bartolomea muestra a dos mujeres jóvenes explorando su sexualidad y sus sentimientos. Ambas están entregadas al amor y a la pasión más que a la lujuria. Pero a medida que Benedetta va creyéndose su cuenta de estar tocada por lo divino, la relación se vuelve de abuso y manipulación. Al final Bartolomea termina atrapada, de nuevo, bajo el yugo de una persona violenta que la usa a su gusto.
Si bien la blasfemia está muy presente, está es usada de una forma muy interesante ya que son metáforas que denuncian la censura y la represión que históricamente han tenido las mujeres en relación con su cuerpo y su placer. Cuando en Nuncio juzga a las monjas no lo hace por lujuria, lo hace porque ellas buscan el placer sin contar con la presencia de un hombre, algo que Verhoeven leyó en el juicio real de Benedetta.
A pesar de que esta es una historia del siglo XVII y de qué en muchos países las personas homosexuales gozan de derechos y aceptación, hay varios elementos que son muy de esta época. El miedo a una plaga asesina y cómo este se usa a favor de ciertos intereses del poder. El fanatismo desmedido, el odio a lo que no entendemos, las relaciones tóxicas, el desdén de las clases pudientes hacia las empobrecidas.
Por eso es interesante ver Benedetta más allá del escándalo y disfrutar de una obra directa y cero mojigata, muy bien producida capaz de producir reflexiones que van desde la indignación hasta el asombro.