Carlos Posada: una causa llamada 'Rock Nacional'
El 23 de abril del 2018 partió una de las voces más importantes del rock nacional, más exactamente en la década de los ochenta. Este es un homenaje el hombre detrás de bandas legendarias como Compañía Ilimitada y Sociedad Anónima.
Los ochenta en Colombia fueron la muestra efectiva de un desajuste social, político, económico y cultural que por años ha sido objeto de estudios por todo tipo de personajes y disciplinas del conocimiento. Fue una década que abrió con la llegada de la televisión a color en un país en el que solo se tenían tres canales. Y esta misma década cerró con la existencia de las antenas parabólicas, los sistemas de cable, el betamax y el VHS como sistemas caseros de grabación y reproducción de video. Ellos acompañaron la narración visual de una sociedad compleja y caótica como la colombiana.
Pero aún así, la década fue narrada con canciones que tuvieron un lugar y una realidad en una sociedad con medios de comunicación que han sido tan anquilosados como aventurosos. Los ochenta tuvieron una juventud bajo la presión del estado de sitio y con ansias de conocer el mundo. Y este fue un mundo que se cantó en la lengua de Cervantes afortunadamente.
Fue uno en el que las canciones sirvieron como telón de fondo para una realidad que no ha cambiado; solo se ha transformado o adaptado. Persiste el narcotráfico, la corrupción, la ansiedad juvenil y ante todo subsiste la resistencia y el humor. Y afortunadamente quedaron canciones que han servido para sentir que la historia estuvo narrada y cantada desde el mismo momento en que sucedió.
Un repaso por esto, nos lleva a recordar a La Pestilencia con Vive tu vida, a Hora Local con Orden público alterado, Signos Vitales con Más allá, Pasaporte con Castillos en el aire, Distrito Especial con CAI- Policía, Compañía Ilimitada con La calle, Alerta Roja con Cajas de cartón y Sociedad Anónima con La causa nacional y Río Bogotá.
Todas estas fueron - ¿o son? - canciones que sirvieron para descifrar la realidad de un país y una ciudad que cada vez se convierte en un tema complejo para quien lo aborde. Pero no por ello deja de ser inquietante.
Por eso, con la noticia del fallecimiento de Carlos Posada, quien fuera integrante de Compañía Ilimitada y Sociedad Anónima surge la imperiosa y nerviosa necesidad de seguir escuchando las mejores y únicas versiones de nosotros mismos. Las que fueron sencillos y reflejos de genialidad criolla que quedó en canciones. Posada fue parte de aquellos jóvenes que en los ochenta le apostaron al rock, como en los noventa y en este milenio otros le siguen apostando a él, sin que él se oponga.
Trasegar con el rock bien lo supo hacer. Entre los bares, estudios de grabación, toques y espacios que pudieron existir para las bandas en vivo, Posada formó parte de aquellos que se sintieron llamados a hacer del rock la expresión para decir lo que bien se sentía y vivía. Desde la presión política de un hombre común, pasando por la risible pretensión cosmopolita de la capital colombiana (ahora visible con la proliferación de palabras anglosajonas) y para terminar con el inconmensurable amor por ella.
Las historias de los artistas ilustran mucho las historias que vivimos pero que muchos no se atreven a contar. Cuando esas obras, (llámense canciones) nos llegan, se habla de identificación. Y cuando estas tienen que ver con una sociedad como la nuestra, esas canciones son narraciones que se heredan. Lo que para algunos fue una grabación y un trabajo de momento, para otros sigue siendo la mejor manera de reunirse a recordar, proyectar y vivir el momento histórico.
Hay quienes pretenden encuadrar y darle parámetros al rock colombiano con tesis de maestrías; hay quienes lo desprecian por anquilosado, los que lo critican por anquilosado, pero no importa. Las canciones están, aún si no suenan como se quisiera, debiera o necesitara.
Pero por gente obstinada y convencida como Carlos Posada, aún hoy, hay quienes creen y hacen rock, aún si el rock solo quiere ser cantado, escuchado y apreciado en medio de las cientos de opciones sonoras de la actualidad.
Por lo que queda, por lo que a lo mejor quedará, gracias Carlos Posada por la canciones que se escucharon y las que se escucharán vigentes aún si fueron escritas décadas atrás.