"No soy Católica, Apostólica ni Romana, pero lloré con la llegada del Papa": Simona Sánchez
Si con la visita del Papa Francisco a Colombia les surgieron muchas preguntas, como a Simona, ella misma responde algunas y da su mirada frente al tema del Sumo Pontífice en nuestro país. Invitados a leer y a pensar en voz alta.
No soy Católica, Apostólica ni Romana, es más, ni siquiera soy bautizada pero lloré apenas vi llegar al Papa. Su sonrisa y su mirada al descender del avión me inspiró profunda esperanza y confianza. Y creo que es eso precisamente lo que vino a hacer a nuestro país. A través de su presencia y sus palabras llega para inspirar a creyentes y no creyentes en alojar y alimentar en su corazón palabras como amor, perdón y reconciliación en un momento histórico en donde sin eso, es imposible pensarnos un mejor futuro como nación.
Mientras tanto en redes sociales crecen los comentarios de indignación, de señalamiento a la inversión, de manipulación de la información. Normal. Ese es el mal y el bien que nos acompaña como generación. Todo lo opinamos, todo lo criticamos, de todo nos indignamos, todo lo señalamos y al tener plataformas “libres” para hacerlo pues claramente en algunos casos, nos aprovechamos. Como diría una amiga periodista que encuentran en redes como @fuckyeahcherry: “A la gente le gusta indignarse y asocia la indignación como un ejercicio de mirada crítica e intelectual, pero sin manejar la autocrítica primero”.
Cuánto nos cuesta creer. Cuánta desazón y cuánta molestia ha creado la guerra física y simbólica y lamentablemente la religión muy mal administrada por el poder de la institución y de las iglesias.
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Pero Jorge Mario Bergoglio, “El Papa Francisco”, tiene algo diferente.
Su mirada no miente y aunque no está solo y representa muchos intereses, él desde su labor y su representación ha intentado ser lo más honesto, sencillo, humilde, noble, cercano y sincero posible. Algo me dice que tiene clara su misión más allá de su “poder en la institución”. Y a través de sus acciones, sus palabras y hasta su mirada es más que evidente.
En la historia colombiana esta es la tercera visita de un Papa. En la primera yo ni siquiera era un proyecto de vida, en la segunda tenía 3 años y ahora, en la tercera, tengo 33. De la segunda, la de Juan Pablo II, no tengo recuerdo alguno pero lo que sí tengo claro es que fue en medio de un periodo de muchísima violencia y también coincidió con un reciente proceso de amnistía para muchos presos políticos y militantes de grupos de izquierda. Es decir, en esa época también se hablaba sin parar del tema de la paz. Ahora, 30 años después, la situación aunque diferente es parecida. Tanto así que para aceptar la invitación hubo una condición: haber firmado la paz con las FARC.
¿A qué vinieron los Papas a Colombia? (vía Señal Memoria)
¿Es entonces su visita un compromiso político?, ¿religioso?, ¿por qué viene?, ¿quién lo invita?, ¿cuál es la finalidad de su visita?, ¿de qué dependía su aceptación?, ¿de dónde salen los recursos para su visita?, ¿cuánto es?, ¿cuánto se invierte?, ¿se recupera?, ¿cuáles son las exigencias?, ¿por qué ese dinero no se invierte en otras “causas”?, ¿por qué es tan importante una “visita católica” en un país como Colombia?, ¿al ser un “Estado Laico” por qué se financia una visita religiosa?, ¿con otras religiones aplica?, ¿qué es lo que tanto indigna?, ¿qué es lo que en cada uno moviliza?.
Las dos últimas preguntas son reflexiones personales, para cada uno, en el día a día. Pero seguramente el resto de preguntas también ha pasado por sus cabezas, sobre todo si hacen parte de mi generación, que en general no le ha dado mucha importancia a la fe y las creencias. Así que por eso decidí hacer el ejercicio, sin juicio alguno, de preguntarle a algunos cercanos expertos en el tema porque, de verdad, no entendía ‘ni papa’ sobre la visita del Papa. Estas fueron algunas de las respuestas.
Advertencia:
Si su respeto, comprensión, tolerancia y curiosidad les alcanzan, los invito a leerlas. Puede que no estén de acuerdo en lo más mínimo pero tal vez conocer algunas de las razones les funcione para esclarecer el tema y para sacar sus propias conclusiones. Pero si su rabia e indignación es más fuerte que cualquier entendimiento, les aconsejo pensar en qué están haciendo día a día por transformar lo que tanto les indigna. La rabia sólo entendida como energía útil y no violenta, puede ser una gran movilizadora de nuevas vías.
¿Por qué viene el Papa?, ¿quién lo invita?, ¿de qué dependía su aceptación?
Aunque no aparezca en ningún lado, no se haga bulla, nadie lo cuestione y ni siquiera se ponga el tema sobre la mesa, la Iglesia Católica ha sido fundamental en los esfuerzos de negociación de los diálogos de paz desde diferentes niveles. Y no es de ahora, es desde hace rato. En pueblos, corregimientos y hasta ciudades principales la Iglesia tiene una larga tradición tanto humanitaria como de presencia en las zonas de conflicto. Para muchas de las victimas y victimarios, la Iglesia, la fe, la creencia ha sido bálsamo en momentos de cruda guerra. Y no sólo aquí, en el mundo entero. Pero en el caso de Colombia ella ha sido muy importante en las zonas de conflicto y ha tenido un rol protagónico “invisible” en el posterior diálogo tanto con las FARC como recientemente con el ELN y otros actores armados.
Por estas razones y porque el Presidente Juan Manuel Santos también es muy creyente, el Gobierno Nacional empezó a acercarse al Vaticano para que fuera posible la visita del Papa. Pero claramente el Vaticano tiene sus propios intereses y ante la invitación determinó que sólo cuando fuese el momento propicio y hubiese un acuerdo de paz firmado, vendría. Esto claramente debía coincidir con la misión del Papa Francisco quien no quería “politizar su visita” (aunque esta estuviera enmarcada como Jefe de Estado del Vaticano) ni que esta condicionara decisiones políticas del país: plebiscitos, elecciones, etc. Por eso vino ahora y no antes. Recibiendo la invitación directamente del Gobierno Nacional y previamente enviándole a Timochenko una paloma-prendedor bendecida que el Presidente Santos le hizo entrega al líder de las FARC en el acto de la firma de la paz en Cartagena.
Después de ver esto podríamos decir que la visita es tanto política como religiosa. Y más teniendo en cuenta que cualquier situación es un acto político en sí (tema de otra conversación) y aclarando que en resumidas cuentas: él vino porque quiso, a él no lo obligaron.
¿Cuál es la finalidad de la visita del Papa?
Hasta en las situaciones más difíciles al más ateo de estas tierras lo he escuchado decir: ¡Dios Mío ayúdame!. No se sabe a qué dios se está refiriendo pero lo claro es que en medio de las más profundas dificultades no hay mente, ni filosofía que valga. La fe en algo superior se vuelve más poderosa y el único camino para tener calma, claridad y esperanza es elevada como plegaria.
Esta fe en algunos casos puede terminar traduciéndose en cualquier institución: catolicismo, cristianismo, budismo etc., en donde finalmente se le da forma al mensaje. Forma y poder. Jerarquías, sacrificios, rituales, plegarias, mantras, oraciones o como ustedes quieran llamarle. Esto no es nuevo, es casi tan antiguo como la humanidad misma y hace parte de esos comportamientos humanos que desde mil teorías hemos intentado entender y descifrar.
Lo claro es que en un escenario de guerra no queda más sino fe, fuerza y esperanza. Y por la religión (como el fútbol, vaya usted a saber por qué pero eso es conversación de otra columna y columnista) terminan uniéndose en su creencia víctimas, victimarios y en general actores del conflicto armado. De eso sabemos de sobra en Colombia y por eso después de lo que hemos vivido y lo que se ha logrado últimamente de la mano de muchos, el Vaticano consideró que era importante venir para reafirmar el mensaje. Esa es la finalidad de la visita del Papa. Hablar de reconciliación, de perdón y de la perseverancia en el proceso de paz. Impulsar eso en las regiones. Y que los feligreses escuchen y hagan caso de sus consejos. Más teniendo en cuenta que muchos de ellos (en un país con un alto número de católicos: 45 millones) han estado en contra del proceso de paz y se niegan ante el perdón y las propuestas que impulsan el diálogo y la reconciliación.
Entonces si no les habla “Dios” o su representante en la tierra, a quien ciegamente respetan, ¿quién podrá hacerlo?.
Además llevar el mensaje genera indiscutiblemente más fieles… seguidores. Toda una ganancia para la misión del Vaticano y para el Papa y el lugar que este ocupa en la iglesia. Ya que así como tiene fieles también tiene adversarios que están en contra de su “filosofía liberal religiosa”. Y labores como esta aumentan su popularidad no sólo en el mundo sino sobre todo en Latinoamérica.
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¿De dónde salen los recursos para su visita?, ¿cuánto es?, ¿se recupera?, ¿cuáles son las exigencias?
He aquí el principal punto de discusión, confusión e indignación de los no creyentes.
Como bien sabemos y vivimos, Colombia es un país con muchas carencias en materia social y de infraestructura. Tenemos pobreza, carencias en la educación, ausencias en salud, alimentación, vivienda… mejor dicho, la lista es larga. Ante eso, cualquier gasto o inversión pública se cuestiona porque los colombianos sentimos que literalmente nos quitan el pan de la boca. Lamentablemente eso se convierte en algo más importante que nubla las finalidades de visitas como esta. Termina el Papa quitándonos la papa y pagando por errores que no ha cometido. Termina su visita alimentando resentimientos sociales que nos alejan más de pensarnos como un colectivo en pro de un mejor país.
Esto también es tema de otra conversación pero lo claro es que aquí no se pone en juego el asunto de la “decisión de la inversión del dinero”. Algo así como: “¿Con esto que tengo será que como o me voy de fiesta?”, “¿Pago el arriendo o me voy de viaje?”, “¿Compro un televisor o pago el colegio?”, “¿Compro un disco o pago los servicios?”. El dinero de inversión (aproximadamente 30 mil millones de pesos) no vive “el libre albedrio” ciudadano. Es un dinero que hace parte de los recursos del Estado quien tiene autoridad (dada por nosotros al elegir a nuestros representantes) para decidir en qué lo puede invertir: posicionamiento de ciudades, visibilizar víctimas, divulgar, promover la reconciliación o sostener visitas de Jefes de Estado entre otras. Pero es el Gobierno quien decide, no nosotros. La decisión fue invertir en invitar al Papa porque, además, su visita contribuye al fortalecimiento de los otros procesos. Así que ¿por qué no aprovecharlo? Para el Gobierno esto no constituye un gasto sino una inversión. Inversión en el proceso de paz. En otras palabras, lo que no se está gastando en armas lo gasta en Papa. Pero eso sí, aquí aplica: el que invita, paga.
Por otro lado también se estima que así como hay inversión, también hay ganancias. Ganancias sobre todo representadas en el sector del turismo que aumentará en los cuatro días de visita del Papa. Esto se considera como ganancia para el país, no para unos pocos. Asunto difícil de entender y que pensando en voz alta, debería tener su propia ley para que en serio ese dinero fuera invertido en necesidades evidentes del país y no como beneficio de unos pocos empresarios. Pero eso sí que sería un verdadero milagro.
Claramente todo el gasto de la visita del Papa (como alegan los no feligreses) no corre por cuenta del Gobierno Colombiano. La visita del Papa es financiada por tres vías:
- La Iglesia. Que como bien sabemos no produce capital como tal sino que vive de los fieles. Diezmos, donaciones y ese mundo que los no religiosos desconocemos y hasta señalamos. Pero lo claro es que según cuentan, la iglesia es auto-sostenible y ha logrado una estructura económica muy rica y fuerte a punta de agradecimiento transformado en dinero. Cuando hablo de Iglesia me refiero directamente al Vaticano. Él por lo tanto cubre parte de su visita. Y tiene sus propias exigencias protocolarias. Sin embargo este Papa (por su personalidad y características) también renunció a ciertos privilegios y/o ofrecimientos para su estadía (porque ya se imaginarán que como buenos Colombianos fuimos nosotros los sobreactuados que queríamos, como raro, botar la casa por la ventana con su visita. Pero él no lo permitió).
- Apoyos de la empresa privada desde lo operativo y logístico. No sólo por creencia, donación, caridad y buen corazón sino también claramente por estrategia de mercadeo. Y por supuesto, reducción de impuestos a través de la responsabilidad social (Por ejemplo: la marca del papamóvil, la aerolínea en la que se movilizará el Papa etc., muchos de ellos “donan” su trabajo para obtener presencia y ganancias a largo plazo).
- Recursos del Estado. Para esto debemos tener claro que el Papa no sólo es un líder religioso sino que también es un Jefe de Estado. Sí, el Vaticano es un estado reconocido, es decir, opera como un país. Se le conoce como Estado de la Ciudad del Vaticano y tiene su bandera, escudo e himno. El Papa vendría a ser como “el Presidente” en el país más pequeño del mundo que tiene como líder político un líder religioso. Es decir, es la única Teocracia en Europa. Por todo esto pensar en una visita “Papal” es pensar en una visita de un Jefe de Estado y por tanto, como Jefe de Estado en calidad de invitado los gastos provienen de los recursos públicos, es decir, de los impuestos de todos nosotros. Que no sólo financian eso sino el presupuesto general de la nación. Todos pagamos entonces la visita del Papa, así como pagamos la de Obama, la de Trump o la de cualquier Jefe de Estado que decida visitarnos. Y esas decisiones presupuestales hacen parte de planes de Gobierno que no se someten a consulta popular. ¿O acaso a su tía, su mamá, su abuela, o su papá les preguntaron si con sus impuestos querían financiar un festival como Rock al Parque? No. Simplemente el Distrito utilizó esos dineros públicos para una causa social de los intereses de un sector de la población. Aquí ocurre exactamente lo mismo. A nadie le pidieron permiso para invertir este dinero en el Papa porque el Gobierno tiene el poder de decidir en qué se invierte y cuáles son las razones para hacerlo. No hay que olvidar que Colombia es la cuarta potencia más Católica de América, la séptima en el mundo y tiene aproximadamente 45 millones de feligreses. (según cifras del Vaticano) Muchos más católicos que rockeros que merecen también su “Papa al Parque”.
¿Por qué es tan importante una “visita católica” en un país como Colombia?, ¿al ser un Estado Laico por qué se financia una visita religiosa?, ¿con otras religiones aplica?
Vamos a hablar de verdades. Papá Noel no existe, el Niño Dios son los papás, el Ratón Pérez también y Colombia no es un Estado Laico. Muy lindo y todo lo que promueve el papel, la ley y la Constitución pero del dicho al hecho hay mucho trecho y la realidad es que este país es principalmente Católico, por no decir muuuuy Católico.
¿Ya hicieron la tarea de contar cuántas iglesias hay en su barrio, cuadra o ciudad?. ¿Cuántos de sus amigos están bautizados, confirmados y ultra confirmados?. ¿Cuántas bendiciones circulan al día?. ¿Cuántos colegios y universidades están manejados por curas y monjas?. ¿Cuántos días son festivo por celebraciones ligadas a los santos?.
Aunque existen otras religiones, son la minoría y el Catolicismo es la más popular de todas. 45 millones de fieles hay en Colombia, según cifras del Vaticano. Somos el cuarto país más Católico de América (después de Brasil, México y Estados Unidos) y el séptimo en el mundo. Mejor dicho aquí casi que nos rige la Santísima Trinidad y Ultrágeno hace rato compuso el que debería ser nuestro Himno Nacional: "¡Divino Niño ven guíame, ya no me queda más que hacer, Divino Niño protégeme encomiéndame a tu parecer!"
Cosas que hay que saber de la visita del Papa Francisco para moverse en Bogotá
Teniendo en cuenta esta realidad, que muchos discuten y discuten y discuten sin ponerse de acuerdo, una visita como la del Papa no se pone ni se pondría nunca en duda (ni la inversión que esta represente) y por lo tanto es absolutamente entendible la importancia, movilización y el cubrimiento de su visita en nuestro país. Firmamos la paz, hacemos acuerdos, creamos leyes pero en realidad un verdadero milagro apoyado por la Iglesia nos convertirá en mejores ciudadanos, que perdonen, sean perdonados, sepan convivir y tengan una mejor calidad de vida. En paz.
Es cierto que hemos visto que la creencia en la fe católica ha movido decisiones e inversiones en estos días como en años no se hacía. ¿O acaso no vieron cómo Peñalosa (Alcalde de Bogotá) tiró la casa por la ventana, utilizó presupuesto que en teoría negaba y a la velocidad de la luz por fin trabajó, arregló calles, limpió Bogotá y organizó la ciudad como nunca para la visita del Papa?. Un verdadero milagro, que pensando en voz alta, nos tiene a la gran mayoría profundamente indignados. Pero la realidad es que si no hubiese sido por esta visita nada lo hubiese podido movilizar.
Ojalá el Papa pasara por barrios en situaciones precarias para que el Alcalde allí también se avispara. Ojalá el Papa dijera que la Troncal de Transmilenio por la séptima es el mayor absurdo de la historia para que esa idea parara. Ojalá hablara sin parar de ríos y humedales para que el Alcalde no los secara. Y ojalá evidenciara públicamente los mil problemas de la capital para que por fin Bogotá sacara la cara.
Pero una cosa es una cosa y otra, otra. Los aciertos o desaciertos de una administración no tienen nada que ver con la alegría de muchos de tener al más grande ‘Rockstar’ de la Iglesia Católica en Colombia. Y muchos de los indignados ni siquiera entienden a ciencia cierta la inversión, física y simbólica, que representa traer al Sumo Pontífice y que este se comunique directamente con muchos que han estado sordos frente al proceso de paz y no han querido abrir ni su corazón, ni su mente, ni su entendimiento para la construcción de nuevas vías de comunicación, reconciliación y perdón.
Una vez más reitero, no soy Católica, Apostólica ni Romana, ni siquiera soy bautizada, pero lloré con la llegada del Papa. Lloré de emoción y de esperanza de saber que a través de su palabra tal vez muchos entiendan el presente que durante años gran parte de la población colombiana añoraba y ni siquiera imaginaba: un país en donde la guerra tiene fin, donde por fin se acaba. Y estamos en la construcción de ello y sólo depende de nosotros que se mantenga en el tiempo. Implica mucha valentía, mucho coraje y mucho riesgo. Claramente es más fácil el camino del resentimiento. Pero este, aunque difícil, trae todo lo bueno y como bien supo decirlo con toda la energía a sus 80 años El Papa Francisco: “No hay que dejarse vencer, no hay que dejarse engañar. Que nada les robe la alegría ni la esperanza. No pierdan la sonrisa”.
Y yo creo y creí en la suya un 6 de septiembre de 2017. Para eso no necesité religión, cruz, ni institución. Sólo observé cada uno de sus movimientos y el brillo en su mirada que hizo que no me ganara la indignación. Y que esa sonrisa iluminara la guerra, diluyera la rabia, la incredulidad, la desazón. Para sentir que hagamos lo que tengamos que hacer merecemos un país y un mundo mejor.
Sigan la transmisión de la visita del Papa a Colombia por Canal Institucional y Radio Nacional de Colombia.