Infodemia: ¿La otra pandemia?
El COVID 19 fue declarado pandemia por la Organización Mundial de la Salud el pasado 11 de marzo de 2020. Aunque el virus comenzó en diciembre de 2019, tras los primeros casos en China y el contagio inicial en Estados Unidos a mediados de enero de 2020, las personas comenzaron a difundir información diversa relacionada con la enfermedad provocando insospechadas ideaciones de la mente cual hechiceros de la palabra: tejieron teorías conspirativas, reenviaron cientos de noticias falsas y sentenciaron catástrofes humanitarias que transmitieron entre sus familiares y amigos.
“Me voy a devolver con mis hijos para Urabá, porque dicen que en el calor es más difícil contagiarse”, explicaba una mujer a su vecina; “Leí que se quieren deshacer de nosotros porque los países están en quiebra y no tienen para nuestra mesada”, expuso con preocupación un pensionado; “hacer gárgaras con vinagre y sal mata el virus y no deja que pase de la garganta”, escribió alguien en una conversación familiar; “Si se bañan todos los días en alcohol antiséptico, no se van a contagiar”, advertía un mensaje en Twitter.
Como esos ejemplos sobre la información relacionada al COVID 19, muchas personas han divulgado (y lo siguen haciendo) noticias a través de cadenas falsas de WhatsApp, WeChat, Facebook, Messenger y otras redes. Y eso es nutriente de lo que algunos académicos y la OMS han llamado “infodemia”, una dinámica proliferada por estos días con la popularización del Smartphone y las múltiples aplicaciones donde se puede acceder a la información sobre salud, compartirla y hasta escribir artículos y postearlos en un blog; como argumenta CNN, “la desinformación se volvió el mejor aliado del coronavirus”.
“De la combinación de los términos información y epidemia surgió el término infodemia para describir la proliferación en Internet de noticias sobre salud totalmente falsas o parcialmente incorrectas”, así lo explica el experto en contenidos y telecomunicaciones, Gabriel Levy. ¡Así que padecemos la infodemia!
Pero no ahondaremos en esa definición; la intención aquí es evidenciar la conexión de ese término a uno que simula un ‘malestar’ anclado a las redes sociales, otros canales crossmedia de información y los contenidos allí publicados: la infoxicación; si bien esa palabra no es nueva en la jerga del mundo digital, hoy cobra indudable trascendencia.
La palabra es un neologismo que fue acuñado “por el especialista en información Alfons Cornella para aludir a la sobresaturación de información, como acrónimo de intoxicación por información”, explica Fundéu, y agrega: “es una palabra adecuada en español para referirse a una sobrecarga de información difícil de procesar”.
¿Hay exceso de información en este crucial episodio de la vida en sociedad? ¡Todos tenemos la respuesta! Y no es necio preguntarlo porque el bombardeo informativo es pan de cada día, muchas personas se despiertan y lo primero que hacen es extender el brazo para agarrar y revisar su teléfono celular. En síntesis: ¡Estamos infoxicados cual infección silenciosa y ensordecedora a la vez, despertando estrés, desasosiego, pánico y sobre todo, incertidumbre y desinformación! Pero entonces, ¿qué hacer?
Hay un primer llamado elemental: ¡No compartir todo lo que nos llega a las redes sociales y a otras herramientas de mensajería! Como ese, hay consejos en páginas web oficiales de la OMS, el gobierno dispuso el sitio coronaviruscolombia.gov.co, el Ministerio de Salud de Colombia hace lo propio y nosotros, como radio pública y de servicio, hemos desarrollado y acompañado la creación de contenidos convergentes (radio, web, redes sociales, televisión), asesorados por expertos que nos entregan datos fiables y conformes a la realidad.
Como una plaga que parece incontrolable, la información sobre la pandemia genera miles de tuits, memes, videos, artículos, audios y oferta de productos (…), creando una crisis en aquellas personas que son importantes para nosotros, quienes a su vez tienen sus cercanos: abuelos, hijos, primos, padre y madre, parejas, tíos, cuñadas, amigos, compañeros de trabajo, jefes, vecinos, el tendero, la cajera del supermercado, quien entrega los domicilios… en fin, la infoxicación nos afecta a todos.
¿El reto? Según un reciente estudio publicado por la Revista Semana y realizado por el Centro Nacional de Consultoría, el 80 por ciento de los colombianos usan tecnologías digitales, aunque explica que “casi todos los demás indicadores del informe son para prender alarmas. La mitad utiliza el mundo digital para el entretenimiento y la comunicación, léase, pasan horas en YouTube y en WhatsApp”. El informe agrega que solo un 27 por ciento está en un nivel intermedio en el que también explotan las ventajas educativas y de participación; pero apenas un 6 por ciento está en un nivel avanzado de utilización para la productividad, los negocios y otros frentes.
Lo anterior, exige una apropiación digital de ciudadanos críticos con los contenidos que consumen, crea y comunica; porque en un siglo hiperconectado que permite estar en varias plataformas o redes sociales a la vez –una sociedad de la ubicuidad-, sea en Instagram, TikTok, Badoo o las mencionadas en este artículo (entre otras), la compulsión de publicar y compartir –que nos inocularon sin darnos cuenta (al entregar nuestros datos, pero de eso no hablaremos acá)- es necesario controlarla por la salubridad de todos; recordemos lo explicado por El País de España (2018) citando a la revista Science, cuando señaló: “las informaciones falsas se difunden significativamente más lejos, más rápido, más profunda y ampliamente que las verdaderas”.
El Estado, la comunidad internacional y los científicos hacen esfuerzos para detener el COVID 19, por eso, es prudente reflexionar sobre nuestra corresponsabilidad como usuarios, pero sobre todo, como cómplices de un mañana común:
¿Estamos preparados para desinfoxicarnos y vencer esa ‘otra pandemia’?