“A mí no me gusta Soda Stereo”
En cuanto a este legendario trío argentino qué puedo decir, no hubo click, no tengo la sensibilidad necesaria, o cómo me dijo alguna vez en chiste con altas dosis de seriedad un amigo: “Usted no entendió”.
Nunca entendí a Soda Stereo, nunca logré tomarle ese gusto visceral a un trío argentino al que, con el corazón en la mano lo digo, le hice la tarea, le pedaleé, lo puse en distintos estados anímicos, intenté meterle actitud cuando mis amigos se quedaban sin voz cantando las canciones y terminaban con una lágrima incipiente asomándoseles en el ojo… Nada, nunca pasaba nada. Un día incluso, ¡casi escucho una canción completa!
En los albores de mi adolescencia, momento en el que emprendí la consolidación de mis gustos musicales (principios de los 90) y mientras me pelaba las rodillas montando tabla, pasaron por mis manos y oídos, canciones de Rage Against the Machine, Bad Religion, Pennywise, 2 Minutos, The Offspring, Metallica y SOAD, entre otras. Vi películas como Rodrigo D no Futuro (1990), La Gente de la Universal (1991), Reservoir Dogs (1992), Lock, Stock and two Smoking Barrels (1998) y otros tantos filmes que me fueron, necesariamente, dando un ritmo un poco más vertiginoso y encaminaron mi lenguaje y mi gusto. Incluso ahora lo pienso, qué triste hubiera sido volarse unas escaleras en tabla mientras al fondo sonaba algo como:
“Mira el reloj. Se derritió rebobinando hacía adelante, te alcanzó ecos de antes rebotando en la quietud. Oh, no” Déjà Vu
¡Oh no! Digo yo.
Otra cosa que me molesta, y esto no tiene nada que ver con la banda, es lo radicales que pueden llegar a ser muchos de sus seguidores, no pasa únicamente con los fans de Soda Stereo, obvio no.
En la cultura popular hay tabúes, hay sacrilegios que es mejor no hacer en público para así evitar la quema en la plaza pública por hereje: “la verdad no sé que le ven a Radiohead” ¡tenga! “Pues a mi El Padrino (1972) me parece una película muy normal” ¡toma! Hay cosas que simplemente no tienen buena receptividad, a mí por ejemplo me pasa con cosas como esta:
“Oye el arco, suena a lágrimas cada vez que lo tensas” Efecto Doppler
En mi época más radical llegué a pensar que Soda Stereo era una banda que recibía más atención de la que merecía, para mí era a la música, lo que El paciente Ingles (1996), Driving Miss Daisy (1989) o Crash (1996) eran para el cine.
Hoy siendo menos mordaz, debo confesar que cualquier atisbo de acorde de la banda me produce una desazón que me afecta el ánimo y me pone a cerrar el ojo, pero no con tanta mística como a los seguidores de la banda cuando les dan sorbos de esta Soda, a mi me indispone, nunca nos entendimos, nunca hubo comunicación:
“Comunicación sin emoción, una voz en off con expresión deforme, busco algo que me saque este mareo, busco calor en esa imagen de video” Nada personal
Obviamente los seguidores entenderán la profundidad de tan encriptadas letras, yo en cambio veo a una pareja en flota intermunicipal sin aire acondicionado, a la que se le acabó el mareol y les tocó ver una película de Adam Sandler.
Tal vez lo que menos paso de Soda Stereo es esa metáfora pretenciosa en las letras que quieren decir mucho pero nunca concretan nada. Todo tiene que ser tejido con compleja minuciosidad. Por ejemplo: ¿por qué no decir: “Haremos el amor hasta amarnos más”? No, Soda prefirió: “no morirá lo que debe sobrevivir a una terapia de amor intensiva”.
Crecí, y el desagrado se fue convirtiendo en indiferencia, (incluso le di una oportunidad a Cerati en la Plaza de toros por allá en el 2007) no me gustan pero respeto y admiro no solo a los que les gusta Soda Stereo, también a todos aquellos que se apasionan en campos literarios, musicales, cinematográficos, pictóricos y hasta deportivos en donde yo tengo marcadas discrepancias.
En cuanto a este legendario trío argentino qué puedo decir, no hubo click, no tengo la sensibilidad necesaria, o como me dijo alguna vez en chiste con altas dosis de seriedad un amigo: “Usted no entendió”. Tal vez.
Quiero terminar con una línea que para mí describe esta incompatible relación:
“No encuentro nada, nada. Nada personal, nada, nada personal, nada especial, oh, oh, oh”