Las redes sociales: el ruido de la sociedad
¿Podemos encontrar un diálogo entre personas tanto en la vida real como virtual? Una necesidad que nos urge resolver.
Ruido de tenazas,
Ruido de estaciones,
Ruido de amenazas,
Ruido de escorpiones
Tanto, tanto ruido
Ruido de abogados,
Ruido compartido,
Ruido envenenado,
Demasiado ruido.
Joaquín Sabina.
Yo no soy un gran fan de Joaquín Sabina, pero desde el sábado por la noche no he podido dejar de pensar en la letra de esta canción. Porque finalmente han sido días de ruido. De mucho ruido.
Desde el ruido maldito de un petardo que se llevó la vida de tres personas, dejó varios heridos y llenó de miedo la Capital. El plan macabro de aquellos cuyo último fin no es (perversamente) hacer daño ni matar gente, sino llenarnos de pánico. De que la ciudad se descontrole.
Pero el ruido más preocupante es el ruido del odio que empieza a circular en las redes sociales, que se exacerba en momentos como estos, pero que esta ahí, siempre.
La famosa polarización del país no arranca de las redes sociales, o en los atentados. Ni siquiera en el proceso de paz o el plebiscito. Es un tema estructural tan viejo como el propio conflicto, y que no hay como explicarlo o entenderlo en estas pocas líneas. Pero como siempre pasa con las redes sociales, todo queda expuesto y todo se amplifica.
Llenaba de miedo meterse a las redes ese sábado. Entre la desinformación (tanto de la gente como de los medios), el terrible morbo de gente pendiente de poder sacar una foto de gente herida (y obviamente mandarla por la red) y las declaraciones de muerte a unos u otros. Los gestores del atentado lo habían logrado: el miedo y el odio se apoderaron de todo.
Las preguntas son: ¿podemos evitarlo?, ¿podemos encontrar un diálogo entre personas tanto en la vida real como virtual?, ¿está la sociedad en capacidad de entender que si seguimos resquebrajándonos, el terrorismo logra su último objetivo?, ¿podemos tener un mejor uso de las redes?, ¿podemos evitar este ruido que no nos permite oírnos?
Quiero creer que sí. No tengo la receta mágica pero una forma de empezar es hacer el esfuerzo de escuchar al otro, así pensemos que sus ideas son inadecuadas, o incluso peligrosas. Abrirnos al debate diario así nos cueste. Asumir que todas las posiciones tienen un por qué. Incluso no desfallecer ante una respuesta salida de tono. Buscar la armonía con tu opositor ideológico no es fácil, pero tampoco imposible. Yo eventualmente lo he logrado.
De todas las cosas que esperamos en el futuro de este país nada es más importante que la de entendernos, y estar unidos ante los que quieren que siga el ruido, porque así nunca nos escucharemos. Y si eso pasa, ellos ganan.