La deuda de los bumangueses con la cultura
En Bucaramanga tenemos la costumbre de decir que en la ciudad no hay nada para hacer. Pero, ¿qué pasa cuando hay eventos y aun así no asistimos? ¿A quién culpamos entonces?
Hace algunos meses la ciudad bonita recibió un fuerte tirón de orejas en el área cultural. El Teatro Corfescu, único escenario de este tipo en la ciudad, anunció que bajaría el telón por falta de respaldo. Los bumangueses reflejaron su indignación en las redes sociales y a través de internet podía leerse el apoyo a este emblemático lugar donde confluyen diferentes artes. ¿Dónde estaban esas personas cuando el teatro no podía llenar ni siquiera la mitad de su sala para sus funciones?
Por fortuna, a pocos días de su cierre, la Alcaldía de Bucaramanga anunció que aportaría recursos para evitar que la ciudad perdiera este espacio. Aun así, el panorama no es alentador, pues este es solo un ejemplo de la realidad que viven cada día casas de cultura, gestores independientes, academias de baile, músicos jóvenes, por citar algunos ejemplos.
Hablaba con el director del Instituto Municipal de Cultura y Turismo, Néstor José Rueda Gómez, sobre la realidad de este espacio y de otros tantos gestores culturales que se rompen el lomo por traer una variada programación cultural y la conclusión es obvia: somos una comunidad que reacciona muy mal a la oferta cultural. Qué público tan difícil.
“El tema de la cultura en Bucaramanga es un asunto de una construcción de públicos, que ha sido una cosa de largo aliento. Es algo que tenemos que formar desde las escuelas pero también desde la casa. Las empresas culturales fracasan porque subvaloramos la cultura y pensamos que todo tiene que ser gratuito”, asegura este funcionario mientras me cuenta que en la ciudad se organiza por parte de la alcaldía un promedio de 350 eventos al año.
Eso es casi una actividad distinta por día y ni siquiera así los santandereanos asistimos. Ahora imaginen lo que significa esto para los organizadores de eventos que comprometen su dinero para traer a algún artista de rock nacional, o que le apuestan a una gran obra de teatro.
A través de Radiónica he tenido la oportunidad de conocer a algunos de los protagonistas de la gestión cultural en Santander y el semblante siempre es similar. Preocupación porque la gente no asiste, porque las cuentas no cuadran, porque saben que levantar el evento será una tarea compleja. Y claro, el apoyo de organizaciones públicas y privadas es clave para la generación de públicos, pero no podemos hacer de lado nuestra responsabilidad como espectadores y consumidores de cultura.
Y entonces en medio de todo esto, encontramos a personas que dicen que los eventos que traen no son relevantes, que es que “esa banda de garaje” no la conoce nadie, o peor, que si no tienen entradas de cortesía para ver la función, no van. Queremos eventos de gran calidad, pero nos está doliendo demasiado dar dinero por ello. Como si la cultura fuese algo que no mereciera reconocimiento, o como si nuestra escena local no valiera la pena.
A propósito del tema, dentro de unos meses se inaugurará el imponente Teatro Santander, un lugar que está en plena remodelación, al que se le ha invertido mucho dinero por parte del Estado y que ofrecerá un espacio digno para eventos culturales de gran magnitud. Si queremos que este lugar despegue como debe, es momento de mejorar nuestros hábitos desde ya.
Así que después de este regaño, quiero invitarlos a reflexionar sobre la ciudad que queremos y construimos todos. Si hay talento, ideas, gestión y agenda cultural, ¿cuál es su excusa para decir que la ciudad no tiene nada para ofrecer?