Lo que no me gusta de mi artista favorito: Fito Páez
Hay tareas difíciles en la vida y hacer el ejercicio de ser crítico con esos artistas que llevamos en el corazón y que nos han acompañado en el amor, el desamor, el desasociego y la alegría.
Hoy me aventuro a contarles qué es lo que no me gusta de mi artista favorito: Fito Páez.
Ya sé, muchos leyeron el titular de esta nota y por sus cabezas pasaron cientos de cosas que le criticarían a Fito Páez, pero a mí no se me ocurre ninguna.
Sí, habrá quienes me digan que sus más recientes discos: Yo te amo (2013), Rock and Roll Revolution (2014) y Locura total (2015) con Paulinho Moska no se acercan ni un poquito a la magnificencia de obras como Giros (1985) y Circo Beat (1994) y puede que en eso tengan razón, sin embargo hay quienes no dejaron que su relación con Fito cruzara el milenio y por eso se han perdido de discos como Rey Sol (2000), Naturaleza sangre (2003) y Rodolfo (2007), entre otros, como para no ponerles un listado de nombres que al final no puedan entender.
Parece apenas obvio que de 23 discos haya unos cuantos que no nos gusten, porque además, vivir de la nostalgia es muy fácil, pareciera que el alma se aferrara a lo que ya fue y no volverá a ser.
Es muy distinto el Fito de hoy; un adulto de 54 años y dos hijos, que el Fito joven hijo de las dictaduras argentinas con dolores tan profundos como el brutal asesinato de su abuela y su tía a finales del 86, acontecimiento que inspiró un disco visceral como Ciudad De Pobres Corazones (1987). De hecho, el mismísimo Fito alguna vez afirmó que es "tal vez el disco que nunca quise escribir", porque sí, toda la rabia contenida y el dolor quedaron allí inmortalizados. Claramente uno no va a escribir sobre lo mismo y con el mismo sentimiento en cada momento de la vida.
Entonces no, no son sus nuevos discos lo que no me gusta de él, porque en realidad he aprendido a disfrutarlo y cantar cada canción sin importar el disco, porque sí, cuando uno es muy fanático de algo (al menos me pasa a mí con Fito), es suceptible a la música y el discurso de cada pieza. De hecho, conozco personas que la época ochentera y noventera de Fito no los conecta y que han sabido entender mejor su obra más reciente. Así que para los gustos, los colores.
También pensé en su relación con Cristina Fernández de Kirchner y las polémicas por sus millonarios contratos con el gobierno argentino, porque si bien tengo mis abismales diferencias con el kirchnerismo, no he dejado que las filiaciones políticas del músico que me ha acompañado tantos años desdibujen lo que es realmente importante para mí: su música. Creo firmemente que toda expresión artística es también un acto político en sí mismo, pero en las aguas de Fito y la ex presidenta argentina no navego.
Como por ahí no fue, indagué entonces en su fama de mala onda, mala clase, fastidioso, creído, picado o como sea que le digan. No es un misterio para nadie que se le conozca como un músico poco carismático. Incluso alguna vez escuché una canción de una banda paisa llamada Ciudad Pasarela que estuvo inspirada en un nefasto encuentro que tuvo su compositor con el ídolo argentino. Pero no, tampoco me aplica esa, porque he evitado a toda costa conocerlo por miedo a que mi amor por Fito se desmorone.
Pero este año la vida me obligó a enfrentar ese miedo, tenía que ir sí o sí a transmitir una entrevista que le iba a hacer el Profe a propósito de su más reciente libro Diario de Viaje (2017); me temblaba todo y estaba más nerviosa que un primer día de trabajo, fue tanta la ansiedad que terminé transmitiendo la entrevista torcida 90 grados. ¡Genia! ¿no? -_-
A pesar de mi embarrada, el encuentro estuvo bastante bien, corto, concreto y sin mayor alegoría, ni siquiera le pedí una foto porque quería guardar ese momento sólo para mí.
¿Entonces qué es lo que no me gusta de Fito Páez? como se han podido dar cuenta soy consciente de que hay más de una cosa que 'reprocharle' a mi artista favorito, pero nada es lo suficientemente grande para mí.
Entonces recordé una conversación que tuve hace varios años con un conocido que alguna vez me dijo: "Arjona es como el Fito Páez latinoamericano". En ese momento me pareció el peor de los sacrilegios y me enfrasqué en una conversación en la que argumenté de todas las maneras posibles por qué Fito era un genio, un escritor magnífico y que su comparación no era más que una falacia.
De repente se me iluminó la mente y me di cuenta qué era lo que más me molestaba de Páez: nosotros, sus fans acérrimos. ¿Por qué? porque podemos llegar a adquirir un nivel de soberbia injustificada nada más porque idolatramos al músico argentino. Quiero aclarar que no hablo de todos, porque seguro hay quienes se la toman con calma, de hecho yo procuro ser así hoy por hoy y guardar mi amor por Fito para mi solita. Pero sí, empecé a pensar en esa 'superioridad' que he identificado (y seguro no solo he sido yo) en los amantes de sus sonidos, porque creemos que sus letras son dignas de ser leídas como una novela y que su piano es la más grande proeza de la música.
¿Quién era yo para decirle a mi amigo que el trabajo de Ricardo Arjona no le llegaba ni a los tobillos al de Fito? ¡NADIE! Si hay algo mágico en la música es el poder que tiene de ser percibida de maneras distintas por cada quien. Así que la grandeza que interpreto de Fito es mía y de nadie más; no somos más ni menos por sabernos de memoria Cadaver Exquisito o Al Lado Del Camino.
Que odiosos podemos resultar a veces por creer que lo nuestro es mejor que lo de los demás. Cada quién elije a quién seguir, qué cantar y qué bailar. Tal vez si muchos le bajaran (o le bajáramos) al discurso 'Páeziano' no hastíariamos a tanta gente con nuestra idolatría y permitiríamos que más personas lo escucharan. Yo lo he hecho los últimos años de mi vida y he hecho que personas que jamás habrían indagado en su música lo hicieran, al igual que guardar con cariño y no con recelo este amor me ha permitido alegrarme cada vez que me encuentro con quién hablar de Fito.
A Rodolfo Páez Ávalos le agradezco por todo, porque nací a la par del Amor Después Del Amor (1992), porque que ha hecho parte de toda mi vida, porque lo he cantado, porque le puse su nombre a mi primer perro, porque lo he leído, porque lo he visto en concierto y porque he hecho mías sus composiciones. Así que espero que la vida siga sin encontrar suficientes motivos como para odiar algo de él, pero si llega a suceder, tengan por seguro que les contaré.