[Análisis] Paul Gillman en Rock al Parque 2017
El Profe nos da en esta columna de opinión trece (13) aspectos para tener en cuenta y analizar el ambiente generado por la salida de Paul Gillman del Festival Rock al Parque 2017.
1. Antes que nada, quiero dejar claro que esta columna le corresponde, exclusivamente, a quien la escribe, no compromete a Radiónica, es un texto de un fan de la música, y en particular, de una persona que respeta y agradece la existencia de Rock al Parque, en cada una de sus etapas.
2. Jamás me ha gustado la relación que ha tenido el rock con el poder y mucho menos los discursos de algunas de sus estrellas, no le creo a Bono, Manu Chao, Rage Against the Machine, pero valido la calidad de su música, trato de abstraer ese aspecto que considero no consecuente para poder disfrutar de sus propuestas.
3. Nunca he estado de acuerdo con los músicos que juegan con el poder, que se aprovechan de él, que le sirven a un alcalde, gobernador, presidente, o a cualquier político. Soy romántico en ese aspecto, la música, por sí sola, tiene un fuerte poder político; el generar pensamiento y sensibilidad, pero es quien la escucha quien decide o no sobre lo que la misma le expresa. El discurso político en tarima es un irrespeto al asistente a un concierto.
4. No soy ni de derecha ni de izquierda, me representa el arte, la música, ejerzo con responsabilidad mi deber y a la vez mi derecho al voto, considero que el mismo es íntimo, personal, que debe respetar las diferencias para validar un ejercicio democrático en el que creo y en el que trabajo cada día para construir una mejor sociedad.
5. Más allá de mi intimidad política, reservada durante toda mi carrera, como ciudadano, desde hace mucho tiempo, me preocupa la situación de Venezuela; lo que ocurre en el vecino país nos afecta a todos en el continente, en el mundo. Estoy de corazón y de pensamiento con quienes cada día luchan por una democracia equilibrada, legítima, justa que respete cada uno de los derechos humanos, aquí nos sobrepasa cualquier ideología política. Como colombiano que ha vivido en tiempos de guerra, me duele la violencia, mis amigos venezolanos que viven allá o en el exilio tienen toda mi solidaridad, respeto y admiración, como pana, y sé que ellos entienden, así algunos no estén de acuerdo con lo que expongo en la presente columna.
6. Con respecto a la música venezolana, la misma nos ha dado grandes momentos. Artistas inolvidables como lo fueron Sentimiento Muerto, ellos nos proporcionaron un imaginario poético y único. Por otra parte, bandas como Spías, Claroscuro, Zapato 3, Desorden Público, entre otras, hicieron grande la música del vecino país en Rock al Parque, y finalmente, hoy tenemos una maravilla sonora llamada La Vida Bohème, quizás, una de las mejores bandas del mundo, lejos.
7. A mí no me gusta la música de Paul Gillman, respeto su propuesta artística, su trayectoria, pero como amante del rock tengo derecho a que algo me guste o sencillamente no me llame la atención, no obstante, a pesar de mis diferencias con los músicos que le han servido a la política, expuestas claramente en los puntos 2 y 3, considero que si fue invitado a Rock al Parque debe tocar en el mismo. El Festival está por encima de nuestras diferencias, es más, son esas diferencias las que lo han hecho único; que en un país como el nuestro, transversalizado por la violencia, un evento presente durante más de 22 años a artistas pertenecientes a diferentes propuestas estéticas y formas de vida, genera esperanza. Sí, la esperanza de poder tener un mundo en el cual puedan participar en su construcción los artistas, quizás ello evitaría tanta tiranía, tanto odio.
8. Rock al Parque es un espacio de Paz y Respeto. Apoyo la decisión curatorial del festival en su primer anuncio. El festival le pertenece a la música. El repertorio del presente año es diverso, equilibrado entre lo clásico y las nuevas propuestas. Sus curadores, en sus diferentes etapas, han hecho un gran trabajo. En la edición 2017, aún faltando lo más importante, los nombres de las nuevas bandas colombianas que participan en la convocatoria, están bien elaboradas, como siempre me genera ilusión el 1, 2 y 3 de julio.
9. Creo que uno de los grandes problemas de la sociedad, en particular la colombiana, se genera cuando se subestima la capacidad y la sensibilidad de su juventud, a ellas se les diseña un mercado del entretenimiento uniforme, homogéneo, pero olvidan algo fundamental: la juventud es un conocimiento dinámico, rebelde, curioso e inquieto en su esencia, y en particular el público que asiste a nuestros conciertos no usaría la violencia como respuesta ante algo que no les guste, por lo contrario, y ha pasado en muchos eventos, es propositivo a la hora de expresar sus gustos, afinidades, pasiones. En algunos casos el silencio generado por la ausencia de aplausos es más contundente que cualquier acto que pueda convertirse en agresión.
10. Valido el debate respetuoso como una de las garantías de la democracia, obviamente me preocupa encontrar en las redes sociales tanto odio, éste le quita legitimidad a cualquier argumento. Al leer Twitter en la presente semana, en los momentos álgidos dedicados al tema de esta columna, no me encontré con un debate serio, por lo contrario, un campo de batalla digital que produce pena ajena. Insisto, importante debatir, no agredir.
11. Reitero por si acaso, no soy “castrochavista” o algo parecido. Insisto, mi discurso está en el arte y gracias a él he entendido el peligro que representa para una sociedad el silencio de la música, no se puede dar una lección a la injusticia con una posible censura o un veto, sea cual sea la razón que trate de justificarlo.
12. Es “Chévere pensar en Voz Alta” y por eso en Radiónica, el próximo sábado 20 de mayo a las 10:00 am, realizaremos un programa especial dedicado al tema. Por supuesto, todos están invitados a participar, a debatir con ideas y respeto.
13. El tiempo se encargará de juzgar, si es el caso, a quienes se han aprovechado del arte sonoro únicamente para lucrarse, discriminar y acceder a un beneficio del poder. Esto aplica a todo el mundo, llámenlo Corea del Norte, Siria, Venezuela, en donde sea. Lo que sí es cierto, es que para nosotros los colombianos, quienes vivimos en un país que ha sufrido la guerra, la música es libertad y los espacios que hemos construido por años también deben ser libres.
Actualización
Como se indicó en el punto 12 de esta columna y como parte del análisis del tema, subimos a continuación el programa emitido el 20 de mayo de 2017 analizando la decisión tomada por IDARTES de cancelar la presentación de Paul Gillman en Rock al Parque: