Sedimentos en Urabá: la necesidad de recuperar una conciencia ambiental
Muchos de los destinos turísticos a los que acudimos, cuando tenemos vacaciones o días libres, son la playa, el mar o por supuesto el paraíso costero que nos rodea en este país. Ahora, encontrar una playa libre de sedimentos, plásticos y demás elementos que la contaminan visual y ambientalmente, es un reto difícil.
El Golfo de Urabá, se encuentra en el extremo noroccidental del país y es el punto de unión entre Centroamérica y Suramérica. Es una zona bastante apetecida para llevar a cabo estudios de diversos temas debido a sus condiciones climáticas y ecosistemas marinos y costeros. Sin embargo, el número de estudios oceanográficos, particularmente aquellos de dinámicas costeras, son un poco más reducidos.
Isabel Vargas, es una mujer, ingeniera, nacida en Arboletes, Antioquia, que desde pequeña creció al lado del mar. Las tortugas eran esos reptiles que la asustaban y por eso no le gustaban y, aunque siempre trató estar alejada de ellas, más adelante, serían el motivo por el que las playas de Arboletes, y en un futuro Necoclí, Turbo y ojalá, todas las playas del Golfo de Urabá sean un lugar perfecto para desovar y turistear sin ningún tronco de madera obstaculizando el paso.
“Melania Mendez, Andrea Doria y yo, somos tres mujeres que tienen una pasión y un amor incalculable por el territorio. Tanto así, que desde hace unos pocos años decidimos comenzar a investigar sobre la memoria ambiental y la situación por la que pasaban nuestras playas. ¿Cómo es que las playas están tan sucias y aun así son el principal activo turístico de la región?”, cuenta Isabel.
Los ríos Atrato, Turbo, León, Chigorodó, Carepa, Vijagual, Apartadó, Currulao y Guadualito arrastran al mar alrededor de 15,4 millones de toneladas de sedimentos al año, según datos del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras –INVEMAR– en el año 2015. Pedazos y restos de madera que afectan directamente a las cuatro especies de tortugas marinas en vía de extinción que llegan a desovar en el Urabá: la tortuga verde, tortuga carey, tortuga caná y tortuga cabezona.
Isabel, Melania y Andrea, decidieron comenzar a estudiar más a fondo qué era lo que sucedía en su región ya que, aunque es normal divisar algunos troncos de madera en las playas, la velocidad con la que estos aumentaban, las preocupaba bastante. Fue en ese momento cuando supieron que la pérdida de bosques y árboles en el país ha estado creciendo por fenómenos como el acaparamiento de tierras, la deforestación, el incremento de cultivos ilícitos, el desconocimiento ambiental de la región y la minería ilegal.
Según datos del Ministerio de Ambiente, el 47% de la madera que se vende en Colombia es ilegal. Se comercializan 2,5 millones de metros cúbicos de manera ilícita por medio de ríos y transporte a tierra para evitar los controles de las autoridades.
No obstante, cuando esta madera termina en las playas, genera otros impactos en la población. Melanie Méndez, en conversación con El Colombiano, cuenta que “Uno es a la pesca artesanal, que sigue siendo el sustento de muchas familias de la región; otro es que la aglomeración de los troncos de madera en las playas afecta el paisajismo, porque crearon el estigma de que las playas de Urabá (que suman 425 km entre los municipios de Turbo, Necoclí, San Juan y Arboletes) son sucias y peligrosas, ya que por el oleaje hay gente que ha sido golpeada por troncos mientras se baña; y el tercero es que se afecta la actividad turística, y en el norte de Urabá no hay muchas empresas generadoras de empleo, por lo que el turismo es esencial”.
Madera Salada es un proyecto en el que estas tres mujeres decidieron unificar fuerzas, conocimientos y pasiones para recuperar, transformar y crear conciencia ambiental en la región. Esto, recuperando los trozos de madera para luego, convertirlos en piezas mobiliarias y souvenirs que poseen una historia detrás.
Isabel cuenta que, “a través de la narrativa de Madera Salada quieren contar de dónde vienen. Un ejercicio de orgullo y pertenencia. Lograr consolidar esa cultura urabaense a través del génesis de como empezó el cuento. De como casi Urabá hace parte del chocó, o de córdoba”.
Es importante resaltar que de toda la carga de madera que llega a las playas, solo el 30% y 35% es aprovechable. Especies como Cedro, Roble, Campano, entre otras, hacen parte de la lista de las 42 especies maderables en peligro de extinción del país y que se encuentran, tristemente, en las playas del Urabá Antioqueño.
Finalmente, el departamento de Antioquia se planteó la meta de sembrar 25 millones de árboles a 2023, con el objetivo de recuperar los ecosistemas. "Esta meta tiene un propósito primordial, el de sembrar vida, mejorar la calidad del aire para todos los colombianos y restaurar nuestras áreas protegidas”, afirma el ministro de Ambiente, Carlos Eduardo Correa.