Made in Colombia: De la apropiación a la apreciación cultural
¿Qué tal que un afamado diseñador europeo llegara de visita a nuestra casa y se llevara, sin pedirlo, los vestidos que bordaba nuestra abuelita para luego venderlos como diseños propios?
El sentido común nos indica que sí deseamos tomar algo prestado no podemos simplemente tomarlo, primero debe existir un reconocimiento de lo ajeno y luego la solicitud de “pedir el préstamo”. Al hacerlo, esperamos una respuesta por parte del “dueño” y acatarla sea cual sea.
“Bajo las lógicas de la apropiación cultural existe un amparo en esta cuestión moderna de la diversidad reconocida como un atributo exótico que se desprende del valor de –propiedad- desconocer ese origen es también desvirtuar de allí en adelante todo el curso de la acción” indica la socióloga Karen Mercado. Pero, identificar esa delgada línea entre inspiración y apropiación, puede ser un camino espinoso en el mundo de la estética.
En la industria de la moda, tanto diseñadores como portadores, desean llevar la vanguardia a otro nivel. A partir de distintos movimientos culturales y artísticos, la moda y el estilismo recogen motivos para inspirarse y expresarlo a través del arte textil. Sea al diseñar o al vestir, se debe tener mucha precaución al momento de usar una prenda proveniente de las tradiciones culturales minoritarias. Por eso, es importante hablar sobre la apropiación cultural en Colombia. Es una discusión importante y que se mantiene viva porque aun las líneas parecen difusas.
“Las visiones de la postmodernidad pueden confundir una toma de referencia o inspiración en las tradiciones y más bien, la estética se expone desde una lógica más extractivista desde el aprovechamiento con un sentido lucrativo. De esta manera, se desvirtúa la importancia que tienen las tradiciones, prácticas o rituales en las comunidades étnicas del país. Pues no solo se está retirando una manifestación y haciéndola ver como propia, sino que se omite todo el crédito. Y este crédito no solamente es nombrar, sino reconocer económicamente y permitir que las caras de los actores sean visibilizadas” puntualiza Karen Mercado. La representación, como lo hemos dicho antes, importa.
Esto no se limita a la industria de la moda pues en las representaciones artísticas también existe una insivilización de los actores. Muchas veces hemos escuchado que acceder a los conocimientos desde las propias comunidades puede resultar difícil.
“Tiene algo de algo cierto, pero eso tiene una razón y es lo que ha venido pasando, van y toman el conocimiento, que casi siempre quieren que sea gratis, y entonces lo van a replicar y luego si se convierte en un negocio, en el tema de la danza casi siempre creen que uno se presenta por un refrigerio o se presenta por un almuerzo, y no, el que hace danza ya lo definió también como una profesión, en mi caso, yo soy profesional en otra área, pero decidí apostarle a la danza como un estilo de vida y a partir de ello generar ingresos, porque la organización que nosotros tenemos también necesita recursos para sostenerse” indica Julián Rodríguez, profesor de danza tradicional, investigador, coreógrafo, bailarín y fundador de la Corporación Cultural Bambuco Viejo, quien ha dedicado más de 15 años de su vida a la danza en la ciudad de Cali y tuvo el honor de aprender de los mejores, Oliva Arboleda y Samuel Caicedo, dos jóvenes que llegaron a Cali desde su natal Guapi en 1980 con la esperanza de poder mostrarle al mundo las danza de su amado Pacífico.
La moda internacional
Algunos ejemplos nos dan muestra de intentos fallidos de dicha “inspiración” que resulta siendo una muestra clara de la falta de entendimiento sobre los conceptos de reconocimiento cultural, y en cambio, nos sumerge en un debate más vivo que nunca: el del racismo.
La marca Victoria's secret, en 2012 fue acusada de apropiación cultural, cuando Karlie Kloss desfiló con un tocado de plumas en la cabeza, tomado de las tradiciones bindi en representación de piezas propias de los nativos americanos. Por su parte, Marc Jacobs, fue acusado de “blackfishing”, exclusión y racismo, cuando en la semana de la moda de NY de 2016, utilizó modelos blancas vestidas con atuendos coloridos y usando dreadlocks o rastas falsas y de colores. No se quedan por fuera marcas como Gucci que, en 2018, lanzó una referencia de turbantes llamada Indy Full Turban, haciendo alusión a los turbantes usados por la comunidad Sij con un diseño qie se vendía por casi 800 €.
“Cuando compañías como Gucci se apropian de artículos de fe, como el turbante con el que intentan generar ganancias, no toman en consideración la discriminación que enfrentan los Sijs al adherirse a los principios de su fe”, fue uno de los principales pronunciamientos de la coalición Sij.
Made in comunidades étnicas
En Colombia, un país completamente atravesado por el fantasma del racismo que se invisibiliza como si no existiera, y que incluso es negado por algunos sectores desde sus privilegios, se nos presentan algunos casos lamentables en los que no solo se toman sin autorización las manifestaciones culturales de etnias indígenas o comunidades afro, sino que además se presenta como un rasgo que debería ser alabado por haber tenido en cuenta a estas representaciones dentro de sus muestras artísticas o colecciones de moda.
Recordamos el caso de la portada de una revista colombiana en 2019, que de manera irrespetuosa utiliza una modelo blanca con atuendos de las mujeres afro del pacífico para homenajear al Festival Petronio Álvarez. En un acto que bien pudo ser representado por una mujer negra, para invitar a la representación, pasó de ser un acto de reconocimiento a una acción directa de apropiación.
La discusión permanece abierta de la misma forma en que siguen abriéndose las heridas del pensamiento colonialista, cuando en el mes de febrero una marca de ropa presentaba su nueva tienda en la ciudad de Cartagena. En el evento, concurrido por celebridades blancas del país, se incluyó una muestra artística de mujeres africaribeñas exhibidas como una suerte de ‘adorno’, en el exterior de la tienda, con un vestuario que solo se utiliza dentro de la ritualidad de la tradición palenquera.
Esto, “ahonda los estereotipos ligados con la esclavitud y exacerba el racismo” indica la organización para la justicia racial ILEX. Cartagena tristemente continúa siendo un escenario colonial, racista y clasista, donde se revictimiza a mujeres negras, que a través de su ritualidad bailan alrededor de mujeres blancas. Nada tiene esto que ver con las realidades de la ritualidad afrocaribeña.
¡Qué no nos quiten lo bailao!
La salsa y la música del pacifico comparten varios genes en Cali, son músicas foráneas que esta ciudad ha sabido resignificar y les ha dado un lugar diferente, sin embargo, y pese a los esfuerzos para potenciar el arraigo de las tradiciones culturales del Pacífico en la ciudad, las instituciones territoriales generan procesos que cuestionables alrededor de las manifestaciones.
En enero del año 2023, las Secretarías de Cultura y Turismo de la Gobernación del Valle del Cauca participaron en la Feria internacional del Turismo – FITUR, realizada en Madrid España, una gran ventana turística para Iberoamérica y el mundo. Por supuesto, lo que se busca es poder llevar las mejores muestras y representaciones de la cultura local para incentivar el turismo hacia el departamento.
Para el evento en mención, la entidad llevó un grupo de bailarines de salsa y estos también interpretaron las danzas del Pacífico. El problema es que en la conceptualización de la interpretación, esta entidad que fue a mostrar sus valores culturales como un baluarte para atraer turismo, se olvidó de la importancia de ser fiel a la manifestación tradicional y consideró que los bailarines de salsa podían incluir al pacífico en su representación.
“Me parece algo muy preocupante porque esto que está sucediendo es simplemente desvalorizar el trabajo que han recorrido otros maestros y hoy personas como yo, que nos encontramos en el proceso de mantener ese legado. Ahorita como es “moda” entonces todo mundo quiere estar en la “moda” sin saber, lo más grave, es que esas personas que se apropian de esos procesos son los que tienen los medios a su favor. Entonces están mostrando, una representación que nada tiene que ver con el Pacífico.” indicó con Julián Rodríguez, añadiendo que “se está desinformando y lo más grave es que las escuelas o las personas que venimos haciendo proceso, seguimos relegadas, cuándo somos los verdaderos portadores del conocimiento”.
Sanar las heridas
Al reivindicar las luchas de comunidades que históricamente han sido oprimidas en el país es importante tener presente que no es gratuito que las minorías defiendan afanosamente su propia cultura. Sin embargo, tampoco se puede observar esto como una resistencia a avanzar en un mundo globalizado.
“Desde la generación de colaboraciones armónicas y consensuadas entre todos los autores de una obra o colección, en la que se incluyan los representantes de las comunidades étnicas del país, creando diálogos horizontales, podríamos combatir y cerrar la brecha del racismo y sobre todo de la apropiación cultural” indicó la socióloga y creadora de la marca Baobab Turbantes, Karen Mercado, puntualizando la importancia de la creación de vínculos colaborativos que visibilizarán el trabajo artesanal y no presentándolos como prendas como propios de su marca.
Y es que a las mujeres afro no les molesta la comercialización de, por ejemplo, los turbantes, pero muchas sí se oponen a la explotación económica que grandes emporios están haciendo de este accesorio, que ellos mismos rechazaban. “Para generar una relación de horizontalidad en el intercambio, es decir, que éste sea justo, equilibrado y respetuoso, debe reconocerse lo enquistado del vicio colonial en gran parte de las estructuras sociales, lo cual hace que las relaciones, en muchos momentos se den bajo esas lógicas. Después de reconocer y asumir de manera consiente que no puedo apropiarme de lo que no me pertenece, es cuando comienza el reconocimiento. Y cada vez que se genere una relación de intercambio cultural que no reconozca de donde proviene dicha obra, inspiración, practica o representación está incurriendo en apropiación cultural, aún más si este ‘préstamo’ le genera un lucro de tipo económico. La apropiación sucede cuando de manera consiente se reproducen lógicas coloniales sobre un grupo históricamente oprimido sin otorgarles visibilidad y reconocimiento” comenta Karen Mercado.
Estética, tradición y artes ancestrales
Para pensarnos de maneras distintas, donde la participación y la representación sean las principales estrellas de toda gala, es necesario tomar como punto de partida algunos principios de sustitución para exhortar a prácticas más consientes. Es necesario comprender los orígenes de cada tradición, las razones de la ritualidad, los marcos en donde se celebran, ser receptivo a toda manifestación cultural, dar créditos apropiados las veces y de las formas que sea necesario y sobre todo entender que en la pluralidad de nuestros saberes es donde encontramos verdaderas riquezas.
Una muestra de la representación estética de las comunidades afrocaribeñas son los turbantes. “Para las mujeres que tenemos herencia africana, hablar del turbante es hablar de resistencia, de lucha, elegancia, amor y cuidado. Es importante reconocer al turbante no solo como un accesorio sino como un protagonista visible. Considero al turbante como un aliado, un espacio de refugio, un atributo de la estética de las mujeres afro y de la fuerza del hombre. El turbante es una pieza que tiene una voz política contundente, pues ha acompañada las revoluciones más cruentas y ha acompañado a la liberación de las mujeres negras y sigue estando presente en nuestra estética, en nuestras prácticas y en nuestras voces”, comenta la cabeza creativa de la marca caribeña Baobab turbantes, Karen Mercado, quien diligentemente no solo fomenta el uso del turbante dentro de las comunidades afro, sino que desde sus conocimientos genera un diálogo intercultural para que quienes adquieran sus productos entiendan la verdadera importancia que representa este elemento en la ritualidad afro.
Las visiones de la apropiación desde el arte se encuentran un poco dispersas. En el Pacífico colombiano, “desafortunadamente aún en la danza y especialmente en la folclórica carecemos de ese de ese proceso de asociación para defender porque resulta que como no hay espacios verdaderos de participación donde uno pueda mostrar lo que se hace, los que tienen esos espacios quieren conservarlos y son siempre los mismos que participan, entonces frente a eso callan. La salsa apropia los procesos dancísticos del Pacífico y creen que todo tiene que ir a un ritmo acelerado o tiene que ir con el movimiento a la velocidad de la luz, que todo se baila igual y no es así. Entonces yo tengo que conocer, tengo que entender lo que estoy haciendo, porque si no, entonces estoy dando mala información” indica Julián Rodríguez.
Podemos cambiar algunos conceptos que tenemos instalados como parte de conociemientos adquiridos. “En lugar de apropiación, valoremos la apreciación. Sustituyamos explotación por reconocimiento. Remplacemos la dominación por la reivindicación” finaliza Karen Mercado.
Cuando nos comencemos a revisar desde la reflexión y el reconocimiento de las diferencias como espacios de encuentro y no de división empezaremos a establecer relaciones horizontales de intercambios. Si adquirimos la capacidad de construir escenarios más conscientes frente a la naturaleza del otro, empezaremos también a reconocernos desde las historias que compartimos y las tradiciones que nos hacen distintos.