La importancia de los arrecifes coralinos para la vida
El mar, que extiende su superficie, infinita ante los ojos de quienes apreciamos su grandeza, se hace mucho más extensa y desconocida si nos atrevemos a vivir la experiencia de ver su interior. Más del 80% del océano está inexplorado por el ser humano. De hecho, la humanidad ha estado más veces en la Luna que en el fondo del mar. Por eso, surge tanta curiosidad en tanto nos sumergimos al azulado mundo submarino.
Uno de los medioambientes más biodiversos del planeta se encuentra bajo el mar. Después del bosque seco tropical, los arrecifes coralinos, son los espacios con mayor diversidad en su flora y fauna. En Colombia, se encuentran dispersos por la región Caribe e Insular.
Conversamos con el biólogo marino Luis Fernando Sánchez Rubio, doctor en ciencias del mar, quien nos explicó que los arrecifes coralinos son estructuras biológicas construidas por organismos coloniales. No son un animal, sino una colonia de organismos, muchas veces muy pequeños, microscópicos. Todos necesitan una estructura de carbonato de calcio para poder crear la estructura donde conviven, llamados pólipos. Este es el organismo vivo, pero son tan frágiles que necesitan vivir en comunidad, y por eso, entre muchos pólipos pequeños van acretando sales marinas, sobre todo de carbonato de calcio, con las cuales van construyendo una estructura calcárea, que es lo que normalmente llamamos los corales.
“Estos organismos van haciendo la estructura que sirve además como una barrera natural. Es una belleza de estructura, un hábitat inimaginable. Los que hemos podido bucear o los que vemos películas submarinas podemos apreciar esa belleza: cavernas, estructuras por donde viven muchos organismos que buscan lugares para protegerse, para renacer, para vivir. Algunos solamente pasan unas etapas larvarias. Esta es una de las razones por las que este espacio del mundo submarino es valiosísimo para esas etapas de peces juveniles que después van a mar abierto, crecen y se vuelven organismos o pescados grandes”, apunta el biólogo marino.
Se calcula además que más del 90% de las especies marinas dependen directa o indirectamente de los arrecifes de coral. Sin embargo, los arrecifes comprenden menos del 0,5 por ciento del fondo del mar.
El colorido del trópico
Colombia es uno de esos países con el privilegio de contar con arrecifes, pues estos crecen en zonas tropicales, donde está la temperatura ideal para que ellos crezcan.
Los corales son brillantes y coloridos debido a unas algas microscópicas llamadas zooxantelas que viven dentro de los corales. Las algas y los corales viven en una relación simbiótica ayudándose mutuamente a sobrevivir. Según indica la organización World Wild Life, cuando la temperatura del océano cambia, por ejemplo, si hace demasiado calor, los corales expulsan las algas. A medida que las algas se van, el coral se desvanece hasta que parece que ha sido blanqueado. Si la temperatura permanece alta, el coral no permitirá que las algas regresen y el coral morirá.
Los arrecifes de coral se encuentran distribuidos en su mayoría en el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, donde se ubican el 76.5% de estos frágiles ecosistemas; el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible ha avanzado en la actualización del Atlas de Corales en donde recientemente se incluyó el área denominada Varadero. Actualmente en Colombia se reportan 369 especies de corales y 22 formaciones arrecifales, la más reciente registrada es la de Varadero, según lo evidencia un trabajo realizado por este ministerio e Invemar en el 2017, organizaciones que aseguran que se ha venido trabajando en la formulación de lineamientos de restauración de arrecifes de coral, y, adicionalmente se publicó un portafolio realizado junto al INVEMAR con las áreas con potencial para restauración, que incluye manglares, pastos y playas.
Según datos de esta entidad, el 97% de los arrecifes coralinos se encuentran bajo una figura de conservación, así como el 64% de los corales de profundidad, la mayor proporción de estos ecosistemas se ubican en la Costa Caribe, no obstante, el PNN Gorgona y SFF Malpelo poseen formaciones tipo tapete de coral que, aunque solo equivalen a un pequeño porcentaje de extensión para el país, que representan unas de las pocas formaciones registradas en el Pacífico Sur Tropical. Por otra parte, el 29% de los pastos marinos se encuentran bajo un área protegida, y según el Atlas de pastos marinos actualizado en el 2015 (FONADE – INVEMAR), se registra un total de 66.132,47 hectáreas en el país.
El peligro de la extinción
Según nos indica el biólogo Luis Fernando Sánchez, las zonas donde están los arrecifes coralinos son áreas costeras cerca de donde desembocan ríos, “hay mucha sedimentación y cada vez que hay más erosión, debido a la deforestación en las zonas altas y medias de los ríos, hay mucha más agua dulce y eso arrastra contaminantes que oscurecen y dañan la calidad del agua. En zonas como Cartagena, los corales ya tienen esas limitaciones para crecer, como crecen cuando las aguas son transparentes y saladas y no tienen ningún contaminante”.
Entre otros riesgos que sufren estas áreas se encuentran la sobrepoblación, la ubicación de puertos con estanques para la acuicultura, la mayor producción agricultora, y el cambio de usos del suelo donde se destruyen zonas de manglar, protectores naturales en las orillas de los sedimentos y filtros del agua. “Cada vez más aguas dulces y contaminadas llegan a estos cuerpos de agua salados y con tan buena calidad del agua que están mejorándola y eso hace que haya muchos riesgos para la presencia y mantenimiento de las zonas coralinas.”
La UNESCO realizó el pasado mes de abril un llamado de alerta en el que advierten que si no se comienzan a realizar acciones, los arrecifes de coral como ecosistema corren el riesgo de extinguirse a finales de este siglo.
Sabemos que estos espacios marinos, están en peligro no solo por el calentamiento global, sino también por las malas prácticas de las actividades que se realizan en ellos. Es por ello que la organización internacional ha anunciado que priorizará el apoyo a 19 de los 29 arrecifes incluidos en la Lista del Patrimonio Mundial, entre ellos el Santuario de Fauna y Flora de Malpelo (Colombia), el Parque Nacional de Isla del Coco (Costa Rica), Islas Galápagos (Ecuador), entre otros.
Algunas acciones ciudadanas e institucionales se llevan a cabo para conservar estos medioambientes marinos, que están en riesgo gracias a prácticas como la pesca industrializada.
La jardinería coralina
Las granjas de coral hacen parte de las medidas implementadas para la restauración de estos ambientes submarinos. Se siembran corales, se reproducen y se mantienen pequeñas granjas donde se reproduzcan los corales, pues son organismos que crecen lentamente (por milímetros) y generan las estructuras que los pólipos van produciendo para poderse proteger. “La lentitud de su crecimiento requiere de un muy interesante plan de reproducción y cuidado de crecimiento inicial de pequeñas colonias de coral, como si estuviesen en una granja, que después se sembrarán en rocas donde ha habido coral y se ha destruido o en otras zonas nuevas para que el coral solito pueda pegarse y empiece a reproducirse. Así es que es un trabajo dispendioso, muy importante e interesante y que se está, que se está dando en algunas secciones del Caribe.”
Cuando se plantean estos criaderos en la naturaleza son fácilmente distinguibles los soportes metálicos que sujetan las colonias. Sin embargo, estos bastidores y mesas de acero que permiten mantener las colonias desaparecen con el tiempo ocultas por el desarrollo a velocidad natural de los corales duros. Cuando estos ejemplares de cultivo crecen, sucede algo mágico: las plantaciones se convierten en verdaderos arrecifes, pero de pequeño tamaño. Los corales se transforman en grandes colonias de corales maduros que forman parte de los ciclos vitales de muchos peces como ejemplares de peces mariposa que se alimentan de ellos y de otros muchos peces e invertebrados que directa o indirectamente dependen de ellos.
“Una de las características que más admiramos de los corales es su resiliencia, su capacidad de sanar y de replicarse si las condiciones se lo permiten. En restauración de arrecifes coralinos, se conoce a una colonia donante como aquella de donde obtenemos fragmentos para su propagación en viveros. Su importancia radica en que nos permiten propagar colonias resistentes a estresores o mejor adaptadas a las condiciones actuales”, indica Phanor Montoya, científico y biólogo marino de la organización Corales de Paz.
Aunque la mayor parte de las granjas de coral están en San Andrés Islas, estas plántulas son trasladadas hasta diferentes regiones del país. Algunas de las áreas en las que se recuperan los corales se encuentran ubicadas en el Distrito de Manejo Integrado del Área Marina Protegida Seaflower y el Parque Nacional Natural McBean Lagoon, en el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina; el Parque Nacional Natural Tayrona y Bahía de Taganga, en Magdalena; el Parque Nacional Natural Corales del Rosario y San Bernardo, Isla Barú, Isla Palma e Isla Fuerte, en Bolívar; el Rincón del Mar, en Sucre; el Santuario de Fauna Acandí, Playón y Playona, en el Caribe chocoano; el Parque Nacional Natural Utría (Chocó) y el Parque Nacional Natural Gorgona (Cauca), en el Pacífico colombiano. Otras áreas, tanto en el Caribe como en el Pacífico, podrán ser incorporadas, especialmente en La Guajira, Córdoba y el Urabá antioqueño.
En el caso de San Andrés, los pescadores nativos se han unido a estos procesos en el cultivo de los corales con la guía de expertos de Conservación Internacional Colombia, la Corporación para el Manejo Sostenible de los Bosques Masbosques y la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina Coralina.
A través de la campaña “Un millón de corales por Colombia”, un proyecto del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y Conservación Internacional Colombia que se realiza con asociaciones en cada una de las regiones, conocimos, a través de Corales de Paz uno de los aliados estratégicos en Providencia, el caso de uno de los jardineros de coral.
Casimiro Newball, es uno de sus jardineros de coral, que lleva más de 30 años buceando, 40 años pescando y más de 12 años cuidando los ecosistemas de su isla natal Providencia. Se define a sí mismo como un hombre del mar, pues creció frente a él y ha pasado casi toda su vida navegando y nadando entre sus aguas. A los 12 años, ante la muerte de su padre, se vio obligado a dejar sus estudios para cuidar de su familia, encontrando en la pesca la fuente de ingresos necesaria para mantener a los suyos, aunque este evento marcó un antes y un después en su vida, fue lo que terminó de sellar su vínculo con el mar pues fue en ese momento de mucho dolor en el que se convirtió en pescador y fue así que su amor por el mar fue creciendo, y luego de la mano de expertos encontró en la conservación de sus ecosistemas su más grande pasión. Hoy día lleva dos años trabajando con Corales de Paz y es parte fundamental del equipo, no solo por su pasión por el trabajo, sino por su gran capacidad para enseñar y transferir su conocimiento a la comunidad.
¡A cuidar los arrecifes!
Según los estudios del Ministerio de Ambiente, en el Caribe, la tasa anual de pérdida de cobertura de coral vivo en los últimos 25 años es de 9.2 %, mientras que la reducción de poblaciones del coral cuerno de ciervo y cuerno de alce alcanza el 97 %.
A nivel mundial también se requieren esfuerzos para su conservación, pues el 75 % de los arrecifes de coral del planeta se encuentran amenazados, el 19 % ha sido destruido y las proyecciones muestran que, si no se toman medidas efectivas, el porcentaje de arrecifes de coral amenazados aumentará hasta el 90 % en 2030 y cerca del 100 % en 2050.
Desde el cultivo de jardines submarinos, el buceo responsable, ahorrar energía en casa o en el trabajo, y hasta el uso de bloqueadores solares amigables con el medio ambiente, son algunas de las medidas que podemos adoptar para garantizar la supervivencia de estos hábitats tan importantes para la vida marina.
“Todos estamos obligados a entender, aprender y a trabajar en estos temas, a educar e incluir a las comunidades. Todos debemos ser responsables de la protección de las zonas coralina. Una forma es no comprando corales, por ejemplo. En las zonas donde hay personas que sacan los corales del mar, los blanquean y solo el esqueleto que a veces son muy bonitos, los venden. Otra forma también es crear un plan de educación para turistas y locales sobre la importancia de los corales, pues un coral vivo es una fuente de energía, captura de CO2 y escondrijo para organismos que más tarde podrán ser pescados y ser parte de la alimentación”, indica el biólogo Luis Fernando Sánchez.
Es necesario comprender la importancia de estos espacios submarinos, pues son vitales como reguladores en la lucha contra el cambio climático. No importa si vivimos cerca de la costa o a cientos de kilómetros de distancia, hay muchas cosas que podemos hacer para conservar la salud de los arrecifes de coral. Muchos de los peligros para los arrecifes de coral se producen directamente en el agua, pero muchos otros provienen de actividades que se realizan en la tierra, incluso lejos de las costas.