La amenaza ambiental que se vierte sobre del río Magdalena
“En las Flores y Siape, y en general en todo este sector de la rivera, nuestras formas de pesca se dan con atarraya, trasmallo y palangre, pero hay algunos que pescan con cometas. La contaminación del río en este sector siempre ha sido un inconveniente, así que los pescadores nos tenemos que abrir camino y pescar aguas más adentro, porque aquí cerca lo que encontramos es tarulla, plástico y de cuanto aparato la gente tira en los arroyos. Si pescas aquí en la orilla uno tiene que separar la basura de los pescados”. Esto es lo que nos cuenta Luis Ernesto Benitez, un pescador de Siape, en Barranquilla.
Las basuras y residuos sólidos se han convertido en una amenaza constante para los cuerpos de agua, que hacen parte del bienestar y desarrollo de las comunidades, causando graves efectos que tardan mucho más tiempo en recuperarse de manera parcial. Los pobladores del sector Las Flores en Barranquilla, encuentran en la pesca la base principal del sustento económico para sus familias, es así como “el 62% de ellos se dedica exclusivamente a la pesca”, según el análisis socioambiental de la Universidad de Manizales.
De acuerdo con el Instituto Humboldt, la deforestación, desecamiento de las ciénagas y la contaminación ha ocasionado que el 78 % de la cuenca del río Magdalena presente erosión crítica y que, además, se haya presentado una reducción del volumen pesquero del 62,5 % en los últimos 40 años.
La economía rivereña
La cuenca del río Magdalena, es el principal afluente de Colombia, representa el corazón del desarrollo socioeconómico del país. La superficie de más de 250 000 km² es hogar del 77 % de la población, produce el 86 % del Producto Interno Bruto del país y el 50 % de la pesca de agua dulce. Sin embargo, es también la cuenca que mayor nivel de amenazas y presiones enfrenta actualmente.
Como Luis Ernesto, en Barranquilla, decenas de familias en todo el territorio nacional dependen de la economía pesquera que ofrece el río. Del mismo modo, gran parte del transporte y la comercialización de productos se produce a través del cuerpo de agua. De manera que, alrededor de los ríos y humedales, existen toda una serie de ecosistemas (naturales y económicos) que dependen de estos.
Su sector de trabajo, las Flores y Siape constituyen un área importante, debido a que cuenta con ecosistemas como la Ciénaga de Mallorquín, el río Magdalena y el mar Caribe que permiten el desarrollo de diversas actividades económicas que generan impacto sobre el sector. Allí, la pesca artesanal interviene de manera directa sobre estos ecosistemas, pues de ellos se obtienen los recursos para la subsistencia económica de los pescadores. “La pesca en Las Flores cuenta con diversidad de recursos hidrobiológicos (peces, crustáceos, moluscos); sin embargo factores como contaminación por vertimientos líquidos, residuos sólidos, vertimientos industriales, erosión costera y crecimiento urbano incontrolado han ocasionado pérdida de la calidad ambiental de los ecosistemas de este sector, traduciéndose en disminución de la productividad pesquera, especialmente en la Ciénaga de Mallorquín”, concluye el análisis socioambiental de la Universidad de Manizales.
Ana Carolina Santos, investigadora del Instituto Humboldt, ingeniera civil con maestría en recursos hidráulicos, analiza el caso remontándose un poco más a los hechos históricos y añade que “Los primeros centros poblados nacen alrededor del río, en la cuenca del río están las principales fuentes económicas, alrededor del río hay muchos oficios, pues además de la pesca, está el comercio y se convierte en el hilo conductor del país”.
El río Magdalena nace en el Macizo colombiano, en la Cordillera de los Andes, en la laguna de la Magdalena y finaliza en Barranquilla en bocas de Ceniza. “En todo este recorrido, muchas comunidades rivereñas que se benefician de las aguas del río, hay municipios en el que el río es clave para su desarrollo como en Honda o Barrancas, las hidroeléctricas a lo largo del territorio nacional, toman como principal fuente el Magdalena. Hay otros municipios que tienen un sistema de conexión más complejo como en Mompox, donde el Magdalena se encuentra con el río Cauca. De hecho, el canal del dique es una ruta que se fortaleció en el proceso de comercialización en época de la conquista” añade Ana Carolina Santos.
Los contaminantes
Desde que se construyó el malecón del río en la capital del Atlántico y la ciudadanía se ‘replanteó la mirada al río’. Se hizo mucho más evidente el triste paisaje de la contaminación: olores fuertes que se desprenden en las horas de mayores corrientes de viento y evidencia física a la vista de los sucios arrojados al río, que se arrastran a lo largo de más de 1.500 kms navegables del Magdalena, ha hecho caer en cuenta a la ciudadanía de la imperiosa necesidad de rescatar al río.
Al respecto, la investigadora del Instituto Humboldt ratifica que los puntos más críticos donde está la contaminación del río son Neiva, Barrancas y Barranquilla. “Las cargas contaminantes que vierte el río Bogotá (cargas residuales), son de enorme daño al ecosistema del río, la falta de conciencia por parte de las comunidades es evidente para que el daño generado, tenga un impacto que ha ido en aumento con los años. En Barrancas y Neiva también se generan grandes descargas de desechos, pues su sistema industrial llega al río. La sedimentación de los agrocultivos (agroquímicos) de todo el recorrido nacional del río y los contaminantes de medicamentos también requieren un tratamiento urgente, en lo que se refiere a la actuación de las personas y organizaciones privadas y estatales para mermar el daño hecho al Magdalena. Además, el cambio del uso del suelo que se tenían inicialmente, se cambia la cobertura de los elementos bióticos, al variar, el agua tiene un transporte más invasivo para el suelo, no se favorece la retención del agua lluvia. También la minería y la expansión de la frontera agrícola favorecen a la destrucción del desarrollo de la vida natural del río”.
En Barranquilla, por su parte, el río percibe todos estos desechos y se ve gravemente afectado por la contaminación que esto genera. Los arroyos y canales que desembocan en los cuerpos de agua de la ciudad, arrastran todos los residuos que son arrojados por la ciudadanía, lo que se ha convertido en uno de los focos del problema.
Si a esto se le suman “los principales contaminantes del río más nocivos que son los metales pesados, el mercurio, por ejemplo, que es acumulativo, es decir si cae una micropartícula, en Honda, por ejemplo, eso no se diluye, a diferencia de otros elementos. Este continua en toda la cadena alimenticia de quien lo consuma. El micro plástico que se acumula y que llega en grandes cantidades al río, especialmente a este punto donde ha recorrido ya gran parte del país, es también uno de los factores que pone en riesgo la ‘salud’ de esta fuente hídrica” comenta Elizabeth Noriega, bióloga de la ciudad de Barranquilla.
Expertos ambientalistas manifiestan que esta problemática viene desde hace años y que se vive a diario, pero que se magnifica cuando empieza la ola invernal.
¡A cuidar el río!
Es necesario crear conciencia en las comunidades sobre el daño ambiental que sufre el río, no solo por parte de la descarga de los desechos residuales de más de 700 municipios y veredas que se vierten directamente sin ningún tipo de control ambiental por parte de las autoridades competentes, sino por todos los factores que están en nuestras manos y que podrían evitar mayores daños irreversibles, de los que ya se han causado.
“Las comunidades deben ser conscientes de las afectaciones causadas al río y comenzar a empoderarse de las necesidades de este ecosistema. No se trata de despertar un día con un corazón ambientalista, sino conocer las necesidades de los cuerpos de agua y saber cómo desde cada uno de nuestros grupos podemos aportar a sus cuidados, participar en las distintas actividades en la sociedad civil que propenden al cuidado de este recurso hídrico o concentrarse en el uso adecuado de los desechos y el cuidado del agua, pueden ser los primeros pasos” comenta Elizabeth Noriega, bióloga y ambientalista. A lo anterior añade que “¿cómo no cuidar al río que más agua nos da junto al Amazonas? Su cuidado es primordial. Incluso, el país comenzó a tener el transporte hacia el centro del país desde el Magdalena…” apunta.
Por su parte, el biólogo ambiental Samuel Casseres aseguró que es “el momento de aprender a desaprender que los recursos son infinitos y que los ríos caudalosos del planeta nunca se secaran y que sus aguas nunca se contaminaran como ya sucede con el río Magdalena, la arteria fluvial del país. Todos nos culpamos unos a otros sin darnos cuenta que corremos juntos a un abismo sin retorno. Los cuerpos de agua no pueden seguir siendo el vertedero y la cloaca de los habitantes de la ciudad, desde los industriales hasta el ciudadano de a pie. Considero que la contaminación del agua debe ser tomado como un problema mayor y debe tomarse como una pandemia silenciosa con efecto sobre incontables organismos vivos y generando millones de muertes humanas y debería tener el mismo marketing mediático y la educación de buenas prácticas para su conservación que la pandemia del COVID-19”, puntualizó.
Por su parte, la investigadora del instituto Humboldt, apunta que “todos debemos ser conscientes en la contribución del cuidado del río. En todos los centros poblados debería haber una conciencia del tratamiento de las aguas, en infraestructura y en capacidad, reevaluar los criterios de diseños para ejecutar mejores planes de tratamiento de agua. Los peces y la población animal del río también se han visto afectados por los procesos de contaminación, ha habido migración de peces con la creación de las hidroeléctricas, la población de peces ha variado en sus tamaños y en su reproducción, reduciendo incluso su número, por ello es necesario tomar medidas urgentes que contengan el daño”.
Es necesario recordar que, a nivel cultural, el río también representa un elemento de conexión entre los pueblos. La música, los bailes, las leyendas, los mitos, se convierten en un patrimonio invaluable de lo que nace alrededor del río.
Por ello y por el rescate de los ecosistemas, el Ministerio del Medio Ambiente establece una herramienta para el cuidado del recurso hídrico, que “es una especie de portafolio en el que se proponen proyectos para favorecer la cuenca hídrica y los habitantes a su alrededor. Esta gestión esperamos que encuentre resultados en un futuro próximo porque es todo un proceso del que todos debemos hacer parte”, añade la investigadora.
De igual forma el Sistema de Medios Públicos iniciará el próximo 2 de Noviembre "La Ruta del Magdalena", un proyecto convergente que pretende recorrer los 1.500km del río con el fin de conocer aquellas comunidades que han crecido al lado del Río Magdalena, resaltar su cultura, su gastronomía y todas las historias que allí se esconden, pero a su vez hacer un llamado nacional para que todos los colombianos conozcan y ayuden el Río Magdalena.