Energías renovables en la Guajira
La Guajira, contrario a lo que comúnmente se piensa, es un territorio muy diverso. Son 20,848 km² de diferentes ecosistemas como el desierto semiárido, la sabana seca y la sabana húmeda, divididos por una franja de selva seca en la orilla del río Ranchería y con bosques nubosos en el macizo nevado, la serranía del Perijá y la Macuira. Tan sólo hace falta recorrer un poco su territorio, para notar la evidente biodiversidad. ¡En solo un departamento se pueden encontrar cuatro parques naturales nacionales!
Diversidad medioambiental
Desde el momento en que se llega a Palomino, en el sur del departamento, se puede admirar la biodiversidad del bosque andino tropical de las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, que se entretejen en un cambio gradual de paisaje con ríos, lagunas costeras y paisajes semidesérticos que albergan flamencos y una pesca comercial artesanal de importante sustento para las comunidades locales.
Foto: Rafael González Granados
Ya en Manaure y Uribia, empieza a vislumbrarse el desierto de La Guajira, encontrando su mayor expresión hacia el norte, en Puerto Estrella y Castilletes. Los 340 kilómetros de costa albergan las praderas más extensas de pastos marinos del país, hogar de múltiples especies de invertebrados y vertebrados marinos.
Todo esto y otros aspectos de su potencial natural, han propiciado bonanzas económicas para los inversionistas a lo largo de los años.
Energías limpias.
La firma de los acuerdos internacionales de París de diciembre de 2015, ha estimulado el desarrollo de energías más limpias en el mundo, a la par de avances tecnológicos que lo propicien. Para Colombia, es importante debido al potencial que ofrecen la energía solar, la energía eólica, de biomasa y de hidroenergía.
Desde hace varios años se anuncia una nueva oportunidad para el departamento de la Guajira: la de energías renovables y limpias. Este territorio ha sido considerado el de mayor potencial e incluso es calificado como el territorio propicio para generar toda la energía que necesitaría Colombia. Por eso, en el marco de esta transición energética, ya comienzan a materializarse varios proyectos que han venido gestándose desde hace algún tiempo.
Foto: Rafael González Granados
El Parque Eólico Guajira I estará localizado en el corregimiento del Cabo de La Vela, municipio de Uribia, en la Alta Guajira, aproximadamente a 11 km al occidente de Puerto Bolívar, a 12 km al oriente del Cabo de La Vela y a una distancia del casco urbano del municipio de Uribia de 65 km. Tendrá una capacidad de 20MW, 10 aerogeneradores y una extensión de 5,5 hectáreas.
Se espera que el parque Guajira 1 entre en operación comercial en este primer trimestre de 2022 y pueda brindar energía a unas 33 mil familias colombianas.
Esta es una noticia positiva para el medio ambiente puesto que se reducirán las emisiones de gases de efecto invernadero, a través de la reducción en el uso de energías fósiles y la implementación de energías cuyo impacto al medio ambiente es mínimo.
Sin embargo, a pesar del potencial existente, el uso de energías limpias en el mercado de la generación de energía eléctrica en Colombia no llega al 1%, en especial por la dificultad de las empresas para asegurar el financiamiento de los proyectos, determinado por las expectativas de rentabilidad de los mismos en el mediano y largo plazo. Es de destacar que el potencial eólico de La Guajira podría permitir una generación de 20.000 megavatios, capaz de satisfacer la demanda nacional, pero lo importante sería priorizar los aspectos de viabilidad de los proyectos y de garantías a través de subastas de largo plazo, según lo afirma la Asociación de Energías Renovables (SER).
Foto: Isagén
Precisamente, la falta de políticas claras al respecto es lo que ha generado que todas estas bonanzas previas en el territorio, que incluyen industrias carboníferas y de gas, no hayan reflejado ningún efecto en la calidad de vida de sus habitantes.
La otra cara de la bonanza
El departamento de la Guajira sigue esperando soluciones estructurales a los problemas históricos del departamento. Algunos de los que más conocemos son el acceso al agua potable, la educación o la salud, que, si bien hacen parte de las agendas gubernamentales, las empresas que se benefician de los recursos naturales, deberían asumir compromisos sociales con la población.
La vida que recuerda la población guajira, en su mayoría indígena (48%) y afrodescendiente (14%) según estadísticas del 2018 del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), difiere mucho de la actual. Especialmente, con todo lo que les fue prometido por parte de las multinacionales que llegaron a finales de los años sesenta.
Foto: Rafael González Granados
El efecto de las industrias carboníferas como el Cerrejón ha sido “la desaparición de fuentes hídricas, la muerte de terrenos fértiles, el desplazamiento de las comunidades”, como lo han denunciado durante años las víctimas de la mina de carbón a cielo abierto más grande de América Latina El Cerrejón; empresa que actualmente acumula más de 14 fallos judiciales que ratifican la sistemática vulneración de los derechos de las personas que habitan ese territorio por parte de la mina y del Estado. “La operación minera, que usa 24 millones de litros de agua al día, ha ocasionado que el líquido vital que se hallaba a cinco metros de profundidad, ahora tenga que ser encontrado a 20 o 30 metros” según informó el informe de la Defensoría del Pueblo en 2016.
Por ello, algunos miembros de las comunidades muestran cierto escepticismo sobre la implementación de grandes industrias de energías renovables.
En Chévere pensar en voz alta, conversamos con expertos y miembros de las comunidades de la alta Guajira, sobre los beneficios medioambientales y las expectativas sobre la instalación de plantas generadoras en este periodo de transición energética.