Embarazo adolescente, un análisis de la situación en Colombia
Por María Alejandra Londoño Villegas
A mis 17 años supe que estaba en embarazo. Podría romantizar la maternidad, pero siendo honesta debo decir que es la mayor carga de responsabilidad que una adolescente pueda llegar a tener. Saber que otra vida depende de ti para su desarrollo social, emocional y cognitivo no es tarea fácil, ni qué decir de la presión que esto genera. La angustia, el miedo, la confusión, la sensación de fracaso, sumado el rechazo social y estigmatización me acompañaron por mucho tiempo durante el proceso de gestación. Quizás aquellas madres adolescentes comprenden de lo que hablo.
Después de muchos años, recuerdo las charlas de sexualidad que daban en el colegio, las cuales se enfocaban netamente en los métodos anticonceptivos para evitar infecciones de transmisión sexual o un embarazo a temprana edad. Sin embargo, hoy en día considero que la educación sexual de aquella época era blanda, es decir, se quedaba en lo superficial, sesgada en un discurso sanitario. La falta de abordaje de temas como el autoestima, el amor propio, el poder de decisión de mi cuerpo y ese acompañamiento familiar. Este último, siendo sumamente importante, fueron los que quizás me faltaron para no haber sido madre tan joven.
Esa es mi historia y, en mi caso, podría resumir que la precariedad de una educación sexual integral y el poco acompañamiento familiar me llevaron a tomar decisiones que me convirtieron en madre a temprana edad. Ahora bien, es importante entender que el embarazo adolescente se da por múltiples factores que detallaré a continuación.
Factores que inciden en el embarazo adolescente
El embarazo en adolescentes es el resultado de múltiples factores como las desigualdades sociales, las dificultades económicas, la falta de acceso a la educación, desconocimiento sobre salud sexual y reproductiva, precariedad en el acceso a servicios de salud, normalización de este fenómeno, falta de acompañamiento de los padres, violencia sexual e intrafamiliar, falta de autoestima y la búsqueda de atención y aceptación, entre otros. Por lo tanto, estas variables inciden fuertemente en el ciclo de embarazo en la adolescencia.
Eva Rodríguez, psicóloga y máster en ciencias de la sexología con énfasis en sexología clínica, explica que un factor determinante que influye en que una adolescente sea madre es que “no se respeta el discurso sexológico. La educación sexual desde temprana edad en niños y niñas sería ideal para generar una autonomía corporal. Las familias aún hablan de la sexualidad desde el oscurantismo, el pecado y lo ven como algo malo, volviéndolo un tabú del cual no se puede a hablar”.
La psicóloga Rodríguez destaca la importancia del diálogo y enseñar en términos de educación sexual, teniendo muy presente y claro las edades y etapas de desarrollo y crecimiento de los niños, niñas y adolescentes. No se trata de ponerles saberes, que al no tener tantos significantes no van a entender.
Por ejemplo, antes de la adolescencia los niños y niñas hacen preguntas volcadas a ellos mismos, a su propio cuerpo, a la curiosidad del autoconocimiento; en cambio, los adolescentes producto de su desarrollo y crecimiento hacen preguntas enfocadas hacia el otro cuerpo tales como: qué es un orgasmo, cómo se besa, cómo se tiene un acto sexual, entre otras, comenta la sexóloga.
Ahora bien, es importante aclarar que los embarazos en niñas de 10 a 14 años son considerados un delito en Colombia, según el artículo 208 de la Ley 599 de 2000, donde se establece que cualquier tipo de acceso carnal con una menor de 14 años es considerado un acto delictivo, ya que se presume que la menor no tiene la capacidad para decidir ni dar consentimiento sobre el acto sexual.
Impacto del embarazo en las adolescentes
Si bien el embarazo en cualquier edad genera un impacto emocional, psicológico o social, en una niña o adolescente este impacto es mucho más fuerte y, en muchas ocasiones, acarrea consecuencias más graves que llegan a determinar el rumbo de la vida.
Yesenia Morales Vargas, psicóloga y especialista en intervenciones psicosociales de la Universidad Luis Amigó, nos cuenta que “el embarazo adolescente tiene varios impactos psicológicos no solo para la joven gestante, sino también para su entorno. Los trastornos más comunes que se evidencian en esta etapa son la depresión, la ansiedad y el estrés”.
Por otra parte, otros aspectos mencionados por la psicóloga Vargas también afectan y suelen ser el resultado de un embarazo a temporada edad, por ejemplo el abandono de los estudios, complicaciones en el embarazo y durante el proceso de parto, conflictos familiares, aumenta la dificultad económica, estigmatización y rechazo de su entorno social, entre otros.
¿Cómo está Colombia actualmente frente al embarazo en adolescentes?
El panorama en Colombia, según las cifras del DANE (Departamento Administrativo Nacional de Estadística), es complejo: en 2022, se registraron 569.311 nacimientos en todo el territorio nacional, de los cuales 4.169 son de niñas entre los 10 y 14 años y 93.096 en adolescentes de 15 a 19 años. Esta cifra, aunque muestra una ligera disminución en comparación con años anteriores, sigue siendo alarmante y plantea serios desafíos para el país.
Por otro lado, el Ministerio de Salud y Protección Social reporta que la tasa de embarazo en adolescentes ha disminuido en la última década, pero aún se registran aproximadamente 90.000 casos anuales. Esta tasa varía significativamente entre las regiones, siendo más alta en áreas rurales y comunidades con menor acceso a educación y servicios de salud.
De acuerdo con un estudio realizado por la Universidad Javeriana, Antioquia es el departamento que se destaca por tener un alto número de partos en adolescentes entre los 10 y 19 años, con 6.243 nacimientos en 2022; seguido de Bolívar con 5.867 nacimientos en el mismo año y Bogotá ocupando el tercer lugar con 5.373.
Ahora, el estado colombiano ha llevado a cabo diferentes estrategias para combatir esta problemática; una de ellas es la política de estado, fortalecida a nivel territorial con la implementación del Conpes 147 de 2012 y la estrategia nacional para la atención integral de niños, niñas y adolescentes con énfasis en la prevención del embarazo en la infancia y adolescencia 2015-2025.
Estas estrategias buscan brindar una respuesta a los determinantes sociales del embarazo en la adolescencia; mediante la ejecución de acciones como el desarrollo de la Política Nacional de Salud Sexual y Reproductiva, la cual se discrimina en los servicios en salud amigables para jóvenes y adolescentes; atención integral en salud para víctimas de violencia sexual.
Por otro lado, en términos educativos, se cuenta con el Programa de Educación para la Sexualidad y Construcción de Ciudadanía, el cual pretende fortalecer el sector educativo para garantizar una educación de calidad y pertinente, promoviendo el desarrollo de competencias básicas en relación con la equidad de género, la participación, la convivencia pacífica y el ejercicio de los derechos humanos, sexuales y reproductivos para todas las personas que se encuentran relacionadas con la comunidad educativa.
También, el Ministerio de Educación Nacional (Mineducación), juega un rol importante en la prevención del embarazo adolescente en Colombia, mediante la articulación con otras entidades tales como: Ministerios de Salud y Protección Social y el ICBF, apoyando acciones que les permita a los adolescentes tener una educación integral para la toma de decisiones informadas aportando de esta manera al fortalecimiento del proyecto de vida.
¿Cómo afecta el embarazo adolescente en la economía y desarrollo del país?
El último informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) determina que las madres jóvenes tienen un costo promedio de 1.242 millones de dólares anuales por país.
“Según las estimaciones realizadas para América Latina, el costo de oportunidad promedio del embarazo en la adolescencia es el 0,35 % de su PIB, el equivalente a 1.242 millones por país y por año. En el caso de los países considerados en el estudio, los porcentajes oscilan entre 0,22 % en Argentina y 0,58 % en Colombia”, dijo el informe.
Dicho lo anterior, el estado colombiano invierte grandes recursos en la atención médica de las adolescentes embarazadas y sus hijos. Además, esto también suscita una disminución en la productividad económica de un país ya que, como se mencionó antes, uno de los resultados del embarazo a temprana edad es la deserción escolar, por lo tanto, las jóvenes tendrían un grado de probabilidad mucho menor de tener un trabajo bien remunerado, reduciendo de esta manera su aporte a la economía del país.
¿Qué estrategias se pueden implementar para prevenir el embarazo adolescente?
Como se contextualizó, el embarazo adolescente es el resultado de diferentes causas, las cuales se determinan también por el entorno social en el que habitan las niñas y las adolescentes; por ende, las estrategias que se lleven a cabo deben ser integrales y continuas, apuntando a los distintos factores e involucrando a todos los actores corresponsables.
La psicología Yesenia Vargas hace las siguientes recomendaciones:
- Se debe trabajar de manera interdisciplinaria (adolescentes, familias y colegios).
- No se puede hablar solo de los métodos anticonceptivos. Además se debe entender que cada método funciona diferente.
- Se recomienda brindar una educación sexual desde los 4 años, a partir del autoconocimiento del cuerpo.
- Conversar con los adolescentes los riesgos que hay en la salud y el impacto de la economía a nivel país.
- Las familias deben de estar en sintonía en que se puede hablar libremente de la sexualidad, entendiendo que esta es innata del ser humano; esto genera que el joven esté en un entorno seguro y de confianza.
- El sector educativo debe entender que si se habla de sexualidad, no se está promoviendo, sino al contrario, esto ayuda a que los jóvenes tomen decisiones más conscientes.
“Los jóvenes que tienen más información y más acompañamiento frente a todo el tema de la sexualidad, postergan más el inicio de su vida sexual a comparación de los que no, por eso, la educación es tan importante”, concluye Vargas.
Ahora, desde la mirada de la sexología, la sexóloga Eva Rodríguez da las siguientes recomendaciones:
- Se debe respetar el discurso sexológico. La educación sexual desde niños y niñas es ideal para generar una autonomía corporal.
- La comunicación es clave: todo se debe decir y enseñar en términos de sexualidad. Es importante crear un ambiente de confianza donde los niños, niñas y adolescentes se sientan cómodos para hacer preguntas ya que, hablar de sexualidad no es una conversación única, sino un proceso continuo.
- Adapta el mensaje según la edad: antes de la adolescencia, los niños y niñas suelen hacerse preguntas centradas en su propio cuerpo. En cambio, los adolescentes producto de su desarrollo y crecimiento empiezan a lanzar preguntas centradas en el cuerpo del otro.
- Usa métodos de enseñanza de acuerdo a la edad: para la primera infancia se recomienda privilegiar el juego, el arte y lo pedagógico; mientras que, para los adolescentes apoyarse con la literatura y la inmersión en los medios digitales es fundamental.
- La educación sexual debe ser abordada desde un enfoque de género. Los niños también deben conocer qué métodos de planificación existen para las mujeres y cómo se utilizan.
- Hacer talleres donde las adolescentes sean motivadas a cuestionarse qué es ser mujer, qué es ser madre, qué es la masculinidad.
- Fortalecimiento de las habilidades para la vida o habilidades blandas. Una de ellas es el poder de decisión, ¿yo sí quiero ser madre en estos momentos?
En definitiva, a partir de mi experiencia, narrada al inicio de este artículo, y apoyada en las fuentes, cifras y el análisis hasta acá planteado, considero que el embarazo adolescente es un fenómeno complejo que requiere muchos esfuerzos y consciencia por parte de los diferentes actores, incluyendo al gobierno, instituciones, familias y la comunidad en general.
Además, creo que es necesario abordar esta problemática desde un enfoque integral donde se tenga en cuenta el contexto social, económico, educativo y cultural que habitan las niñas y adolescentes, para que de esta manera se pueda prevenir el embarazo a temprana edad desde unas acciones más aterrizadas de acuerdo a los factores determinantes, garantizando así que se respeten los derechos de nuestras niñas y adolescentes, brindándoles un desarrollo y crecimiento en bienestar.
También, creo que es importante que la educación sexual sea abordada desde todos los aspectos, no solamente hablar de métodos anticonceptivos, ni de infecciones de transmisión sexual, sino también incluir temas como el autoestima, el amor propio, la capacidad de decisión que tenemos como personas, los límites, el impacto económico que genera los embarazos adolescentes en el país, empoderar a nuestras niñas y adolescentes y fomentar en nuestros niños y jóvenes el respeto hacía la mujer. No solo es la prevención del acto sexual, al contrario, se trata de enseñar y educar sobre la responsabilidad que se debe asumir sobre las decisiones que se tomen en cada etapa de la vida.
Para finalizar, mi experiencia como madre adolescente a los 17 años fue un proceso muy difícil, no solamente a nivel económico sino también emocional, pero también fue una etapa llena de aprendizajes. Al pasar de los años aprendí a ser resiliente, consciente de mis decisiones y sobre todo a madurar, quizás, de una manera más acelerada para poder educar a mi hija con principios y bases sólidas, brindándole un acompañamiento constante y permanente como lo he hecho hasta el día de hoy. No repitiendo esa ausencia familiar que yo tuve.
De esta manera, he valorado la importancia del apoyo y contar con una red de soporte, que en mi caso encontré fuera de mi familia. Mi recomendación para aquellas jóvenes que hoy son gestantes es que no dejen de lado sus sueños y metas personales, porque ser madre no significa renunciar a nuestro propio crecimiento y bienestar.