El Pride: más allá de la reafirmación de identidad
La conmemoración del orgullo, rememora los hechos sucedidos en New York en la madrugada del 28 de junio de 1969, cuando estalló una revuelta entre miembros de la comunidad LGBTIQ+, que se negaron a ser arrestados, y la policía. Alrededor de 150 personas estuvieron en aquel disturbio, algunas fueron detenidas y golpeadas brutalmente. Aquello marcaría un hito para “reafirmar el sentimiento de orgullo sobre las identidades y orientaciones sexuales y de género tradicionalmente marginadas y reprimidas, y para visibilizar su presencia en la sociedad y sus reclamos”, según indican Molly McGarry y Fred Wasserman en el libro Becoming Visible: An Illustrated History of Lesbian and Gay Life in Twentieth-Century America.
A lo largo de los años esta celebración ha sido protagonista de múltiples marchas y levantamiento de voces en todas las ciudades del mundo, que reivindican los derechos de quienes, todavía, aunque en menor proporción, son discriminados.
Las artes celebrando el orgullo
Las expresiones artísticas como la música y el diseño han sido esenciales durante la gestación y evolución de los movimientos que rodean el pride. Himnos que celebran el amor propio, el abandono de la vergüenza y el reconocimiento y lucha ante la sociedad como parte receptora de derechos igualitarios hacen parte del inventario musical de esta celebración, entre los que contamos “Outside” de George Michael o “I’m coming out” de Diana Ross.
Una de las áreas más importantes para el desarrollo del día del orgullo, ha sido la identificación a partir de su bandera. Esta es reconocida a nivel mundial, por sus colores vívidos de arcoíris. Fue Gilbert Blaker quien, gracias a su imaginación, creó la bandera que hoy es un emblema. “Todos sentíamos que necesitábamos algo que fuera positivo, que celebrara nuestro amor”, explica en sus memorias. “La idea del arcoíris vino de la naturaleza. Digo, estaba en San Francisco, era una época psicodélica, todo se trataba sobre el color, somos gente muy colorida”, cuenta Baker.
“Y luego, a un nivel simbólico, lo que me gustaba y creo que todavía resuena es que todos los colores dan la idea de inclusión y de usar algo de la naturaleza para representar que nuestra sexualidad es un derecho humano, sin importar cuál sea su color”. Los colores, además, tienen una representatividad especial para cada tono, así, el rojo habla de la vida, el naranja habla de la sanación, el amarillo es la luz del sol, el verde alude a la naturaleza, el azul a la serenidad y el morado se trata del espíritu.
Pero, antes de los tonos del arcoíris, entre los elementos de las artes y el diseño que han identificado el orgullo, están el triángulo rosa, una modificación al triángulo negro invertido del período nazi, con el que se identificaba a trabajadores sexuales de diversos géneros; también se encuentran entre estos elementos los de la campaña Mattachine, que tomó un enfoque diferente, su estilo gráfico representaba las demandas reales de la comunidad LGBTIQ+ con un enfoque visual más tranquilo y pacífico. Las imágenes representaban más una idea pacificadora que una exigencia por el cambio; por su parte, el póster del Frente de Liberación de los Homosexuales que resultaba impactante por usar únicamente los colores blanco y negro, líneas gruesas y un estilo tabloide con tipografía dominante.
Violencia y discriminación vigentes
A pesar de haber logrado múltiples avances en la defensa de sus derechos, la comunidad LGBTIQ+, sigue siendo víctima de las altas tasas de violencia y discriminación en Colombia y el mundo.
La organización Colombia Diversa, que trabaja por la defensa y el reconocimiento de los derechos de esta comunidad, ha recopilado información que demuestra que la violencia contra la población LGBTIQ+ es sistemática y está mediada por dinámicas sociales que no reconocen la discriminación con un delito. “Muchas de las amenazas, los hostigamientos, las violaciones y los homicidios contra esta población se reconocen como casos aislados y suelen infravalorarse”, indican en los más recientes estudios que analizan las cifras del 2020.
“A partir de información de prensa y denuncias de otras organizaciones consolidada a diciembre de 2020 —dice el informe— Colombia Diversa registró 75 homicidios, 14 amenazas y 20 casos de violencia policial contra esta población”. La organización advierte que las cifras no son definitivas, pues aún es preciso consolidar información oficial con datos de Fiscalía, Policía, Medicina Legal y el Ministerio Público. De acuerdo con la ONG, el consolidado del 2019 fue de 106 personas asesinadas, 109 fueron víctimas de violencia policial y 107 de amenazas.
En La Palabra conocimos algunas voces desde las distintas regiones que nos dan perspectivas diversas sobre el día del orgullo.
Desde Barranquilla, Johnny Insignares, activista de la comunidad LGBTIQ+ y diseñador gráfico de la marca Todomono en Barranquilla, nos habla sobre la creación de los espacios de diálogo para resignificar las palabras despectivas con que se le denomina a esta comunidad.
En Pasto, conocemos la historia de Ana Mercedes Carlosama, activista líder del movimiento LGBTIQ+ en la capital de Nariño, quien desde muy joven empezó a ejercer un papel fundamental en la Universidad de Nariño como coordinadora del programa U sin Indiferencias, el cual cimentó las bases para una política de inclusión educativa en el tema de género.
También conversamos con Mr Charlie, desde Medellín, fundador del blog de música pop Bepopblog, quien nos cuenta cómo nació la relación que existe entre la música y la comunidad LGBTIQ+.
Desde Bogotá conocemos la historia de la cantautora de rap Yela Quim, quien nos habla de su historia, su carrera artística y de cómo desarrolla sus labores como activista y lesbo-feminista.
Nuestras historias finalizan en el sur del país, en Cali, donde Santiago López, gestor cultural y activista por los derechos LGBTIQ+ en la capital del Valle del Cauca, nos da reflexiones sobre lo que ha significado para él ser gay en Cali y nos habla de su proyecto La Mano Quebrada.