El ocaso del Teatro Amira de la Rosa de Barranquilla
Considerado como el máximo recinto de cultura y artes de Barranquilla, el Teatro Amira de la Rosa fue inaugurado en 1982 tras múltiples esfuerzos colectivos materializados con el impulso del Banco de la República. Este fue diseñado por la firma Zeisel, Magagna & Lignarolo, y reformado por el Banco en los años 80 para la culminación de la obra y apertura bajo los diseños de la firma Barón y Macci.
Durante más de 30 años, el recinto vio nacer y crecer eventos como el Barranquijazz Festival, el Carnaval de las Artes, además de ser el espacio donde se presentaron más de 2.500 obras teatrales y circenses, conciertos y actividades artísticas de giras que incluían a la capital del Atlántico.
Las jornadas culturales en el Teatro Amira de la Rosa, ubicado en el tradicional barrio El Prado, estaban caracterizadas por la elegancia y magnificencia que tienen los espectáculos realizados en un recinto teatral. La sala principal cuenta con una capacidad de 492 espectadores, de los cuales hay 423 en platea y 34 en balcón. Cuenta a su vez con 949 palcos y 15 camerinos y un telón de boca diseñado por el maestro Alejandro Obregón, llamado "Se va el caimán", inspirado en la leyenda que se desarrolla en las riberas de Plato, Magdalena. Además, la acústica, las butacas rojas y el alfombrado del mismo tono, aluden a la remembranza de grandes tiempos para la capital del Atlántico, cuando era el paraje cultural de amores y odios de artistas de varios rincones de la región.
El cierre
El teatro fue declarado como patrimonio nacional en 2006 a través de la resolución 1277, debido a que representa un hito histórico para la ciudad y es testimonio de una época de progreso.
Con esto se creyó que el inmueble sería tratado como una joya arquitectónica. Sin embargo, tras una secuencia de problemas administrativos iniciados en 1999 con cierre temporal del teatro, debido a que la administración distrital no pagó el servicio de energía; en 2016 se dio el cierre definitivo del inmueble “por un inminente riesgo para los trabajadores y público del recinto”, declaró el entonces gerente del banco, Juan José Echeverría.
Desde hace cinco años el destino del Amira de la Rosa ha sido incierto y solo hasta el 2018, cuando la Sociedad de Mejoras Públicas, propietaria del terreno, lo cedió al Banco de la República, fue cuando se pudo iniciar la primera fase del estudio de los diseños de intervención con una duración estipulada de dos años.
Dicho período ha pasado entre socializaciones, compromisos de las partes, y el agravante de la pandemia, que se unió a los motivos para retrasar el proceso de recuperación del lugar.
La esperanza de recuperación
Actualmente, ciudadanos, gestores culturales, la comunidad vecina al teatro y las organizaciones intervinientes en la toma de decisiones sobre el recinto, siguen a la expectativa. Weildler Guerra, asesor cultural del Banco explicó que se está “a la espera de que se den las observaciones al estudio aceptado recientemente por parte del Ministerio. Lo que sigue es la etapa de diseño y posteriormente la intervención física, aún sin fecha”.
Teniendo en cuenta la condición patrimonial del Teatro, el Banco estructuró un proyecto de intervención integral para definir las condiciones de su renovación, cuya primera etapa corresponde a la elaboración de un Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP), herramienta necesaria para las intervenciones sobre inmuebles patrimoniales. El desarrollo y la radicación del PEMP ante el Ministerio de Cultura el pasado 26 de mayo, constituye un avance del proyecto de intervención.
Este plan ha permitido realizar un diagnóstico social, histórico, urbano y arquitectónico, al tiempo que define la norma de la manzana y el entorno del teatro a partir de sus necesidades. Además deja estructurados los criterios de intervención del inmueble a través de un proceso de valoración.
Las tres fases de trabajo del PEMP comprenden: Los estudios preliminares, (fase recién finalizada), el desarrollo de los diseños definitivos y por último, la ejecución integral del Teatro.
Según los puntos expuestos durante la socialización de la primera fase del estudio realizada en octubre de 2020 por: Weildler Guerra Curvelo, asesor del Banco en Barranquilla; Néstor Vargas director de NVP, firma contratada para formular el PEMP; y Ana María Páez, comunicadora social perteneciente al grupo, el teatro actualmente presenta: “‘corrupción de la armadura’ debido a las condiciones como la del cuarto de máquinas, sin cubierta, deteriorado en columnas y vigas”.
En buen estado se encuentran “la cimentación, cielos rasos, vitrales y algunos elementos en maderas”, pero otros están afectados “por el ingreso de agua lluvia”. Sobre el estado físico, Néstor Vargas añadió que esto demuestra que las estructuras deben intervenirse y las más expuestas deben “ser reconstituidas y reemplazadas debido al gran avance de estado del deterioro”.
La ejecución de las obras tendrían un valor estimado de $60.000 millones que, según los planes iniciales permitirían la reapertura del lugar en 2022, es decir, seis años después de haber sido cerrado. Sin embargo, la idea de ver el teatro abierto en 2022 se ha convertido en una ilusión lejana para los gestores culturales y para la ciudadanía, ávida por contar con la reapertura de este espacio.
La secretaria de Cultura María Teresa Fernández, comenta que: “se nos informó que ya la formulación del Plan Especial de Manejo y Protección fue radicada ante el Ministerio de Cultura. Esto quiere decir que, en este momento, el Ministerio debe estar analizando la formulación de este plan y que en los próximos meses deberían dar algún tipo de respuesta en torno al tema que ojalá sea positiva y la aprueben. Con este plan de manejo y protección, se abre inmediatamente la puerta para que se pueda iniciar la etapa de diseño del teatro. El Banco de la República tiene unos tiempos estimados y de acuerdo con lo que se nos ha presentado, sabemos que, entre el diseño y la ejecución del teatro, podríamos estar hablando de que hay teatro, posiblemente en el 2024 o a más tardar hasta 2025. El proceso se está haciendo con el mayor de los cuidados. El diseño va a tomar un tiempo, precisamente lo que no se quiere es correr y que luego lo lamentemos en la etapa de ejecución. El banco está haciendo un juicioso trabajo en seguir cada uno de los tiempos que se requiere con el mayor cuidado, para entregar algo de calidad y que sea sostenible”.
El impacto a la cultura
Según datos históricos, desde finales del siglo XIX hasta 1940, pasaron por Barranquilla las más famosas compañías de teatro, zarzuela y ópera, especialmente de España, que hacían su tránsito por estas tierras hasta llegar a Bogotá. En ese periodo se construyeron varios teatros icónicos como: Ateneo, Cisneros, Emiliano, Colombia, Apolo, y más. Pero luego llegó lo que popularmente se conoce como la decadencia, en la que se fueron destruyendo estos escenarios y cuando sólo quedó el Apolo, éste dio paso a una sala de cine (el Metro Dos), que actualmente es una edificación residencial.
A pesar del importante legado cultural de Barranquilla, es paradójico que una ciudad con casi 1 millón y medio de habitantes no tenga un teatro abierto a espectáculos que demanden las características con las que ya contaba el Amira de la Rosa. Actualmente hay dos pequeños recintos que hacen parte de instituciones universitarias, que, a pesar de su buen estado para la realización de eventos, no cuentan con la acústica adecuada para espectáculos musicales y teatrales, ni tramoyas adecuadas para presentaciones de circos u obras en espacio cerrado.
Desde el anuncio del cierre del Amira de la Rosa, los gestores culturales de la ciudad han debido crear o habilitar recintos cerrados y al aire libre, que aumentan los costos de producción y dificultan los procesos de creación, incluso se ve afectada la asistencia a dichos escenarios que, bien sea, por el aforo, la ubicación o la comodidad, no cumplen con las mismas expectativas de recintos como el teatro. Esto también se ha visto reflejado en la disminución de espectáculos que llegan a la ciudad.
Entre los eventos que se han movilizado a otros espacios están: el Barranquijazz Festival, donde se presentaron grandes figuras del jazz como Chick Corea, Edy Martínez, Eddie Palmieri & la perfecta, Chucho Valdés, Ron Carter, Al McGibbon, Elianne Elias y más; el Carnaval de las Artes que llenaba el recinto de narraciones, música y público pleno de coloridos disfraces; los espectáculos circenses en ambiente cerrado como los montados por las casas teatrales de la ciudad o los internacionales traídos en algunas ocasiones por la Alianza Francesa; y los grandes montajes de las compañías de danza de la ciudad o las que incluían en su gira a la capital del Atlántico.
Por eso hoy la expectativa por la reapertura del teatro, sigue siendo, tras 5 años, la esperanza del renacimiento de la vida cultural en Barranquilla.