Una entrevista sobre "Cantadoras, memorias de vida y muerte en Colombia"
No hay nada más escalofriante que ver a los ojos a una persona que ha padecido la guerra de frente y sus miradas apacibles contrastantes con sus relatos llenos de dolor. Verlos es también ver sus ganas de salir adelante y perdonar y esto nos hace sentir banales y descarnados cuando en las ciudades nuestros mayores conflictos son que se nos pasó el bus o que nos cogió la tarde.
Con ello no quiero decir que en la ciudad no tengamos problemas estructurales de seguridad, abusos, desapariciones y otros flagelos sociales que nos aquejan, pero precisamente el verlos todo el tiempo como cifras, estadísticas o videos en las redes sociales, nos alejamos de la sensibilidad de identificarnos o conmovernos realmente por estos relatos diarios.
María Fernanda Carrillo Sánchez es investigadora y documentalista colombiana, una mujer que desde hace quince años tiene una vida itinerante entre México y Colombia, una migrante que ha desarrollado muchas sensibilidades frente a la guerra, y que con a través de sus estudios en ciencias sociales, sociología y cinematografía ha logrado adentrarse en las vidas de mujeres resilientes que ven en sus tradiciones la sanidad al dolor y al conflicto.
Sus procesos de investigación se han desarrollado en el Caribe y en el Pacífico colombiano, lugares en los que se encontró con las historias de cinco mujeres afrocolombianas que cantan sobre la vida y la muerte de sus pueblos por medio de músicas tradicionales y cantos fúnebres de sus territorios. Cantadoras, memorias de vida y muerte en Colombia es un documental que nos invita a un viaje musical, en el cual estas mujeres nos muestran cómo responder a la violencia con vida y creación.
¿Qué es lo que te mueve a contar historias de mujeres?
Me mueve contar historias de mujeres porque creo que las mujeres son quienes han defendido la vida en Colombia quienes han mantenido procesos de resistencia y defensa del territorio, quienes todavía hoy mantiene saberes ancestrales en las comunidades.
De las mujeres he aprendido la fuerza y la valentía de defender y de ser una misma. He aprendido de abuelas, he aprendido de mujeres jóvenes, de como también poder aprender a soñar, de mujeres que se organizan políticamente para poder transformar el país que tenemos de mujeres que sueñan posibilidades de crear otras perspectivas y de compartir lo que poseen para redistribuirlo con otras, de mujeres que desde afuera y desde el exilio también quieren seguir construyendo y manteniendo relaciones para hacer la paz en Colombia.
Creo que es muy importante hablar de todas las historias diversas y distintas de tantas y tantas mujeres en Colombia, que muchas veces han sido silenciadas, que no se han contado, que se han dejado de lado porque justamente son las que han estado ahí y que permanecen hoy ahí, a veces detrás, y creo que el documental es un medio y para mí es un puente para hacer eco de tantas experiencias de las que he aprendido y agradezco haber podido entrar en esas vidas que han abierto para mí con toda esa confianza y que creo que también merecen ser escuchadas y que mucha gente también agradece poder tener acceso a ellas.
¿Por qué consideras que es importante que las mujeres contemos las historias de otras mujeres?
No sé si es necesariamente es importante que las mujeres contemos la vida de otras mujeres, creo que lo importante es la sensibilidad de poder identificar lo importante que hay en la vida de esas mujeres de lo que no ha sido contado, sin embargo, pues mantener una experiencia y compartir una experiencia de nuestras vivencias cotidianas, claro que da una posibilidad, sin embargo, las mujeres como tan diversas y tan diferentes que creo que lo importante es más bien una escucha sensible a esas distintas experiencia de esas mujeres.
Con las personas que yo he trabajado creo que me he conectado, no porque necesariamente sea una mujer o me identifique como ello, sino más bien, porque he construido unas relaciones de confianza y de respeto en las que ha habido una escucha mutua y en las que he podido plantear abiertamente la intención de hacer una película y ellas han querido participar.
Las mujeres son personas también muy reservadas y muy desconfiadas por distintos procesos que les han tocado vivir y en muchos contextos también muy escudadas o muchas veces digamos como con círculos de hombres que las cuidan y que llegar a ellas es complejo, ser una mujer ayuda a atravesar esos espacios de una manera diferente y poder compartir espacios como la cocina o como lavar en rio o cómo hacer ciertas labores de trabajo y de cuidado que hacen las mujeres y en las cuales pues poder compartir allí como mujer abre espacios, sin embargo, creo que lo importante es mantener una escucha sensible con muchísimo respeto y de manera horizontal que permite que las personas puedan sentir que son respetadas y así poder abrir sus corazones también a compartirlo en un proyecto que puede ser un documental o una película.
Creo que mi experiencia, más que como mujer es más bien como feminista me permite también acercarme a esas historias de esas mujeres desde una perspectiva crítica y poder establecer con ellas conversaciones en las que busco poder reflexionar sobre esas experiencias que se han vivido sobre esos lugares de desigualdad, o no, que han tenido.
Y es interesante porque siempre me enseñan una manera distinta de entender las cosas, siempre me enseñan mucho sobre la praxis feminista más que sobre un discurso o una identidad feminista en como poder defender la tierra en como poder encontrar una práctica de liberación al cultivar una mata de plátano, creo que eso es como lo más profundo en el quehacer documentalista que he podido entender que como mujer, como feminista puedo llegar a entender de diversas mujeres con las que he tenido la posibilidad de compartir en diversos territorios en Colombia.
¿Por qué narrar a través del formato documental?
Bueno, Cantadoras memorias de vida y muerte es un documental que fue estrenado en el 2017 es una producción entre México y Colombia, producto de mis estudios de la maestría en cine documental en la escuela de cinematografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La intención principal con cantadoras fue mostrar la multiplicidad de estos cantos entre el caribe y el pacífico colombiano de poder resaltar la labor de las mujeres la ancestralidad que tienen estos cantos que han respondido a la violencia con vida y con creación que es una ancestralidad que viene como proceso de resistencia a la esclavización desde el lumbalú en palenque y los alabaos en el pacífico colombiano y poder conectar esa historicidad con las prácticas presentes de mujeres cantadoras que actualmente componen y denuncian dentro de sus cantos en el bullarengue en el currulao en las músicas de marimba o en la o en la cumbia también el conflicto actual en Colombia también resistencia a la violencia con vida y con creación.
Creo que eso es lo más importante para mí de cantadoras ese saber de esa ancestralidad que tienen estas mujeres que logran romper esos círculos de violencia y creo que es una llamada fundamental al mundo actual. Es una cosa humana a la violencia responderle con violencia y es una sabiduría ancestral responder a la violencia con vida y con creación.
En Cantadoras participan cinco mujeres, de cinco lugares diferentes de Colombia Graciela Salgado en Palenque de San Basilio, cantadora y tamborera tradicional que cantaba en lengua palenquera, gran mujer sabedora que ya falleció y que afortunadamente pudo participar en el documental con los cantos de Lumbalú que es el rito fúnebre de esta región de Palenque pueblos cimarrones.
Cruz Neila Murillo integrante del grupo de alabaos de Andagoya donde se hace un encuentro muy importante en el Pacífico de grupos de alabaos quien nos cuenta un poco también de este proceso de los alabados como un canto de liberación en la muerte de las personas e esclavizadas que logran digamos liberarse al morir y como estos cantos que son traídos por los cabildos y son cantos romances españoles apropiados como una forma de liberación en estas comunidades estos son los cantos digamos antiguos hablan de esta historicidad que mencionaba anteriormente y en el presente.
Zeferina Banquez cantadora de bullerengue, que ahora ha sido más reconocida afortunadamente en el mundo de la música, una campesina desplazada forzadamente por los paramilitares que compone sobre su situación de desplazamiento y que logra mostrar en la película como esta vida campesina es una manera de resistir ante el despojo, ante digamos esta avalancha del capitalismo sobre los modos de vida campesina, y de esta praxis feminista que nombro, de cómo ante el cultivo y ante los monocultivos de palma africana se resiste cultivando una mata de plátano y componiendo sobre esta mata de plátano. Zefe es la protagonista de la película, principal, todas lo son, pero pues ella por su relación con la cámara logra que en el montaje se llegue a este resultado en la película.
Está Inés Granja, gran cantadora muy reconocida en el pacífico sur de Colombia compositora y cantadora de músicas de marimba quien también canta y denuncia sobre todos los cultivos de coca y el impacto de la minería en esta región, ella es proveniente de Timbiquí y Betty Ochoa cantadora y compositora de cumbia de La Sabana, del paseo, quien fue también acompañante de toda esta generación de músicos de La Sabana, ella es de San Jacinto, quien estuvo en varias composiciones con Andrés Landero y quien no ha sido muy reconocida, y quien también enuncia los cantos a la paz y el miedo que se vivía durante las tomas guerrilleras.
Cantadoras logra digamos mostrar esa heterogeneidad de los cantos, esa heterogeneidad de las regiones en Colombia, buscando también romper con una homogenización del mundo afro que hace parte del racismo histórico, mostrando estas diversidades de expresiones culturales, son 5, hay muchísimas más y además pues construyendo esta relación histórica con estos cantos.
Fue una experiencia muy interesante realizamos la investigación y el guión entre 2012 y 2013. Empezamos los rodajes, 2013, 2014 y 2015 fueron varios viajes una producción de campo etnográfica en la casa de las señoras compartiendo con la gente con un equipo conformado principalmente con gente mexicana bajo mi dirección y posteriormente una postproducción y montaje desde México donde estaba siendo producida la película, tuvimos un apoyo de un premio del Festival de la muestra internacional de cine con perspectiva de género que nos permitió tener un apoyo en postproducción en los estudios Churubusco para terminar la película profesionalmente y también lograr digitalizar archivos de patrimonio fílmico que provienen de la serie de Yuruparí en donde podemos encontrar a Graciela Salgado, esta cantadora y sabedora, que les decía que falleció durante el rodaje de la película, en diferentes momentos en los ochentas y posteriormente en los noventas y estos materiales algunos de ellos en dieciséis milímetros fueron digitalizados en Ciudad de México.
Este fue un proceso muy interesante además de reconstrucción de memoria y después estos archivos fueron donados Colombia para después seguir su curso para la restauración. La película se estrenó en México en el 2017, con proyección y concierto en vivo de Zeferina Banquez con todo su grupo y posteriormente ha tenido distintas proyecciones y participaciones en festivales en América Latina, en Europa y en África.
También participó Inés Granja en conciertos en México y he tratado que el documental ayude al trabajo de las cantadoras que busca también hacer eco de sus músicas, el documental está disponible en la página de Filminlatino México y la idea es buscar que pueda estar también disponible en Colombia lo acompaña un libro fotográfico que narra el proceso de investigación, de producción y posteriormente de devolución de la película que se hizo en 2016 antes de estrenarse, en las comunidades donde se validó con las cantadoras y donde se mostró a las comunidades para poder hacer el cierre de ese proceso de confianza y particularmente esto sucede bajo el cese bilateral de los acuerdos de paz y es muy interesante también ahí el poder que tiene un documental para hacer una catarsis de ruptura del silencio y generar un diálogo sobre los procesos de violencia vividos en estas distintas regiones de Colombia.
Un poco ese ha sido el proceso de cantadoras que me ha llevado ahora a seguir indagando más, aprendiendo más sobre los pueblos afrodescendientes acompañando distintos procesos y siempre aprendiendo con muchísimo respeto de estas comunidades.