Mierdinsky: arte, pixeles y cultura retro
Conversamos con Diego Huérfano, ilustrador y artista digital, quien tiene una particular visión entre lo colombiano y los videojuegos clásicos.
El Pixel Art es una de las formas más básicas de graficar digitalmente, se origina en los años 80 como método para elaborar personajes y fondos en los videojuegos. Con el paso de los años siguió siendo utilizado en ilustración, además de funcionar como una manera práctica para desarrollar títulos independientes.
Dentro de las referencias mundiales existen colectivos como eBoy, reconocidos como los padrinos del pixel por sus complejas creaciones, junto a comunidades digitales como Pixeljoint que alientan este tipo de obras.
Diego Huérfano es uno de los ilustradores y representantes colombianos de este tipo de arte; hace diez (10) años se encontró con el Pixel Art por accidente al tener que desarrollar unas ilustraciones mediante un computador viejo. Desde entonces crea sus propios mundos por gusto propio, donde fusiona la estética retro de los videojuegos de 8 y 16 bits junto con diversos elementos de la idiosincrasia colombiana.
¿Porqué combinar lo retro con lo colombiano?
Luego de estudiar mucho sobre artistas de Pixel Art, decidí basarme en movimientos como el primitivismo, el cual es usualmente encontrado al visitar ciertas regiones del país, donde es posible comprar cuadros o esculturas que muestran prácticas tradicionales. Por ejemplo, uno llega al pueblito paisa en Medellín y ve piezas con las casitas, el jeep, el señor con la cantina de leche y las montañas. Lo mismo cuando vas a la costa y encuentras obras con características propias de esta región.
Los artistas extranjeros han hecho esto mismo pero con pixeles, la torre Eiffel o la ciudad de Tokio toda pixelada. Por eso decidí unir esa parte de lo autóctono de Colombia, pero con esta técnica.
¿Cómo ve la influencia de los juegos y la cultura retro en otros campos artísticos?
Esta onda retro está presente en todo lado… En la música, en la ropa. Estamos viviendo un boom que se debe en parte al reencauche de series y películas ochenteras, como el caso reciente de ‘Chips’. La nostalgia y el poder adquisitivo que teníamos en los años 80, no es el mismo que tenemos ahora como adultos. Existe curiosidad y facilidad para hacer juegos, antes era imposible pensar en desarrollar un proyecto de estos, por lo menos en Colombia.
En otras partes del mundo, los niños y adolescentes eran los que desarrollaban los títulos de aquel entonces. Hoy en día, tener la posibilidad y facilidad para crear un videojuego de forma autónoma, marca la diferencia.
¿Cómo ve este panorama en nuestro país?
En muy corto tiempo el desarrollo de videojuegos en Latinoamérica ha evolucionado. Esta industria va disparada, en 10 años ha cambiado demasiado. Con mi familia hemos trabajado para fomentar este tema, ya que en Colombia existen programadores con grandes habilidades, pero por razones económicas no cuentan con los recursos para consolidar sus proyectos.
Me parece que vamos por muy buen camino, considero que dentro de otros 10 años nuestro país estará produciendo aún mejores juegos.
¿Cuáles son sus videojuegos favoritos? ¿Qué títulos retro lo han inspirado en su trabajo?
En mi casa aún tengo el hábito de hacer torneos de Super Nintendo. El primero es Motoratones (Biker Mice From Mars, 1994), era de carreras muy al estilo de Mario Kart, pero tenía una perspectiva isométrica que lo hacía excelente. El segundo, un poco más viejo es Rampage (Arcade, 1986), donde había que manejar unos monstruos parecidos a Godzilla y King Kong para destruir ciudades. Y tercero, Mario Run, ya que me ha tenido supremamente enganchado al celular.
Próximamente, Mierdisnky estará desarrollando una exposición llamada Bogochentas Pt. 2, donde presentará varias ideas que se quedaron por fuera de la edición anterior, además de otras colaboraciones en proyectos independientes de videojuegos.